En el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte han detectado, con 25 años de retraso, cuál es el problema del Museo Thyssen-Bornemisza: el ciudadano no sabe que es un museo público. Para aclarar y subrayar que lo pagan ellos, los españoles, el ministro Méndez de Vigo ha decidido incluir un adjetivo sustancial: “Nacional”. El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, que ya figura en todos sus elementos gráficos (web incluida), antes de ser evidentemente “nacional”, era un reino taifa.
A pesar de que se conserva gracias a los presupuestos públicos que los españoles entregan a la Fundación Thyssen para que gestione el día a día de la institución, no estaba claro. Es decir, “nacional” es sinónimo de “este museo no es el chiringuito de Carmen Cervera”… aunque lo sea.
Por eso la viuda del barón que no puede ser baronesa en España, da un golpe de efecto y celebra su nueva “nacionalidad” -no suiza- monta una exposición, perdón, una exhibición de fotos a mayor gloria de ella misma. Onanismo desatado. Porque sí, porque se lo merece. Porque es su museo, aunque sea de todos. Porque hace en el Patronato lo que gusta y deshace lo que le disgusta. Porque ella es una gran mecenas del arte y como tal quiere que se la recuerde y que se la representarse en el museo que preside.
Su homenaje onanista
Porque gracias a ella, tal y como informaron los papeles desclasificados por Downing Street de los Archivos Nacionales del Reino Unido, en 1988 pagamos unos 120 millones de pesetas más por la colección del barón de lo que ofrecía Margaret Thatcher: los ingleses daban 140 millones de euros y los españoles se los compramos, gracias a su divina intervención, por 265 millones de euros.
Así que ha decidido hacerse un homenaje con una selección de más de un centenar de fotos en las que ella es la protagonista absoluta de los primeros 25 años de vida del Museo de todos. Y PhotoEspaña -menudo papelón- apadrina el nuevo capítulo en la carrera fuera de control de Cervera coleccionista. Proyectadas y en papel, las paredes se cubren de una selección de acontecimientos fotográficos -con fotos de su archivo personal, de EFE y del ABC- que a ella le han parecido decisivos en este cuarto de siglo.
Todos son de una trascendencia museística decisiva, como se imaginarán. Pero podrían resumirse en un click: Tita encadenada. Es el icono de la protesta, el anticipo del 15 M, el símbolo de la rebelión contra alcalde Gallardón, que quiso talar los árboles del Paseo del Prado en 2007 y la sublevada le detuvo con una foto que paró el país. Es el único enmarcado. En la cumbre del ridículo también está esa en la que aparece disfrazada de apache para la inauguración de la exposición temporal La ilusión del lejano Oeste, en 2015. Este circo es un museo.
Ponerse en evidencia
Importante es la imagen que ha querido que sea el icono de esa “exhibición”. Es una del gran fotógrafo Chema Conesa, en la que aparece entre cajas de embalar cuadros. Imposible ser más sensible al arte, el colmo del compromiso. Una aristócrata entre cajas. Lo más llamativo de esta imagen no es el tocado de Tita, sino que aparece con Tomás Llorens, el primer director del museo entre 1991 y 2005. ¿Qué ha pasado con el actual, el fiel Guillermo Solana? Ahí está el hombre que lo ha dado todo por ella, abajo, en una esquina, en una foto junto al príncipe Naruhito de Japón, durante la inauguración de Miró: Tierra (2008). Cuánta humildad.
Ella con Juan Carlos y Juan Carlos con ella, en una cena en casa de los duques de Badajoz, a la que no falta Felipe ni Solana. Juan Carlos otorgándole la banda de la Dama Isabel la Católica y al barón la Gran Cruz de la orden de Carlos III. Un acontecimiento trascendental para la historia del museo y de todos los que se sometieron a los agasajos con los que convencieron a Tita de que vendiera al Estado español la colección del barón... por 120 millones más de lo que la ofrecían otros.
Una película absurda
Hay una de restauradoras, sí, entre las 25 que cuelgan. No esperen una de los ministros de Cultura con los que ha ido prorrogando el préstamo de su colección privada, adquirida por Tita en paraísos fiscales. Recuerden que es la mejor conservada del mundo con dinero público.
El lavado de imagen es escandaloso. De nuevo, vuelve a ser con dinero de ellos, los españoles: un autorretrato -autorretita- en un museo público. No esperen fotos de los conservadores, los auxiliares, no esperen un homenaje a todo el personal público y contratado que trabaja en la pinacoteca. Ahí están Rania de Jordania, Joaquín Sabina, Antonio López con Pedro Almodóvar, Mario Testino, Simoneta Gómez-Acebo... Los que trabajan a capricho de la señora y han hecho posible su mantenimiento no están, porque aquí sólo cuenta ella. Tita es Nacional, como la escopeta. Tita protagoniza una película de Berlanga, en la que no podía faltar el cameo de Rouco Varela.