La primera vez que se expuso, después de confirmar la autoría de Leonardo da Vinci, las entradas en reventa se disparan de 16 libras (19,2 euros) a 400 libras (480 euros). La National Gallery incluyó en 2011, en la muestra Leonardo da Vinci: pintor en la corte de Milán, la pintura Salvator Mundi, que se ha convertido en la cara masculina de La Gioconda por sus similitudes técnicas. Era la primera vez en la historia se reunían nueve cuadros del maestro y la dirección del museo decidió limitar la entrada a 180 personas cada media hora, con la intención de evitar la amenaza de la multitud. Las visitas baten récords y también las cifras: las piezas se aseguraron por 1.700 millones de euros. Leonardo, la máquina multimillonaria.
Salvator Mundi, la única pintura de Leonardo en el mercado, será subastado el 15 de noviembre, en Christie's de Nueva York, con un precio de salida de 100 millones de dólares. Casi 30 millones de dólares menos que lo que pagó su actual dueño, en 2013. ¿Por qué el oligarca ruso Dmitry Rybolovlev vende parte de su patrimonio sin amortizar? No es la única pieza maestra que soltará de su colección a un precio por debajo del comprado. Se calcula que perderá más de 100 millones de dólares.
Tras años de inversión en arte, Rybolovlev, presidente del club de fútbol AS Mónaco y protagonista del divorcio más caro de la historia (entregó a su ex esposa 4.500 millones de dólares), necesita vender toda su colección a precios mucho más bajos de los pagados. “Comparte sus jóvenes conquistas con sus amigos y otros ricos”, alegó su mujer, que consiguió la compensación tras seis años de pleito. Tras 21 años de matrimonio y “una infidelidad en serie”, Rybolovlev logró esconder en las Islas Vírgenes los 2.000 millones de dólares invertidos en arte desde el año 2010. El divorcio de su ex mujer no pudo tocar ese patrimonio, motivo que descubre el repentino amor artístico del multimillonario.
En ese fatídico momento conoce a Yves Bouvier, marchante de arte suizo pionero en la adquisición de arte para multimillonarios y adscribirlos en sus almacenes instalados en paraísos fiscales de Luxemburgo y Singapur. Es especialista en librar de impuestos a las grandes fortunas que invierten en artículos de lujo. El comerciante compra en su nombre 38 obras maestras de artistas como Picasso, Rodin, Modigliani, Matisse, Rothko, Gauguin o Klimt.
Bouvier siempre ha bordeado el crimen: logró escapar de las implicaciones que lo unían al caso Wolfgang Beltracchi, uno de los mejores pintores y mayores falsificadores de la historia del crimen. Un tribunal de Colonia lo condenó a seis años de prisión, a su mujer, Helene, a cuatro años y a un cómplice de ambos a cinco años. No se sabe con exactitud cuántas obras falsificó, pero se tienen constancia de 40. Los Beltracchi inventaron la figura de Werner Jägers, abuelo de Helene, y rico industrial con una colección de obras de la primera mitad del siglo XX. Todo mentira. El condenado reconoció en el juicio que el éxito de su operación fraudulenta fue “sorprendentemente fácil”.
Amigos y enemigos
Bouvier y Rybolovlev se dan la mano por primera vez cuando el marchante le vende dos gouaches de Picasso que habían sido robados, junto con otros 56 dibujos del artista, en una galería parisina... propiedad de Bouvier. Rybolovlev había pagado por ellas 27 millones de euros, que entregó a las autoridades francesas. Bouvier negó cualquier implicación en los robos, pero fue acusado por las autoridades francesas con cargos de posesión de bienes robados y encubrimiento de las dos obras. El marchante se libró de la cárcel al demostrar el pago por los gouaches de ocho millones de euros y así logró convertirse en otra víctima del robo.
En 2015, Rybolovlev acusa a Bouvier: el multimillonario denuncia al marchante suizo alegando que había inflado los precios de las pinturas que compró para él durante una década. El coleccionista se enteró del fraude de su marchante en una cena con Steve Cohen, otro comerciante de arte que vio en la casa del ruso un desnudo de Modigliani que él mismo había vendido a Bouvier por 93,5 millones de dólares, aunque a Rybolovlev le dijo haberlo comprado por 118 millones de dólares (sin contar con su comisión). Había pagado casi 25 millones de dólares de más.
La policía detuvo en 2015 a Bouvier, acusado de fraude y lavado de dinero, y quedó libre bajo fianza de 10 millones de euros. Había estafado al rico número 150 en la lista de Forbes (con un patrimonio de 7.400 millones de dólares) cobrando una comisión del 2%, al tiempo que se embolsaba el margen inflado, usando compañías offshore para disfrazar sus actuaciones. Así se creó una de las mejores colecciones del mundo.
Una de las transacciones señaladas en la denuncia es el Salvator Mundi, con la que el marchante podría haberse beneficiado de una cantidad sorprendente: lo compró por 75 millones de dólares y se lo colocó a su cliente por 127,5 millones de dólares, incluyendo honorarios. Bouvier pudo recibir más de 50 millones de dólares extras por la venta de la pintura de Leonardo. Él alega que son “costos administrativos” y que en diez años nunca se tomó un café, ni habló más de cinco veces con él, dijo a la publicación suiza Les Temps. “Nunca fue mi amigo”.