Récord en El Prado: Japón paga 2,3 millones de euros por alquilar 61 pinturas
Fruto de la necesidad de ingresos propios, el museo ha alquilado a dos museos japoneses una exposición que mantendrá las obras fuera de la pinacoteca durante casi nueve meses.
31 octubre, 2017 19:20El recorte de la aportación del Estado para mantener la actividad del Museo Nacional del Prado en las dos últimas legislaturas y la falta de compromiso de las empresas españolas en la actividad de la pinacoteca, ha derivado en la captación de fondos internacionales para salvar los ingresos y lograr unos presupuestos saneados. En 2016, el centro recibió 12,9 millones de euros de subvenciones públicas (en 2009 fue ayudado con 27,4 millones de euros). Desde 2012, el museo ha incrementado su actividad internacional, pero el próximo febrero logrará un nuevo hito en la recaudación del alquiler de sus obras maestras: dos museos japoneses expondrán 70 obras y pagarán un total de 2,3 millones de euros, tal y como ha informado el museo a este periódico.
Nunca antes había logrado una cantidad como esta por un viaje de parte de la colección. En sus memorias anuales, el Prado recoge con orgullo el “esfuerzo” que el museo realiza para llevar sus fondos “a los confines del mundo”. Los alquileres -nunca reconocidos como tales por el centro- se justifican como vocación de “alta representación” de España en el mundo. En 2014, alquiló sus joyas italianas a la National Gallery of Victoria, en Melbourne (Australia), montaje con el que recaudó 1,5 millones de euros. A las antípodas viajaron cuadros de primer orden de Tiziano, Rafael, Correggio, Tiépolo, Veronés, Bassano y el impresionante Rapto de Helena, de Tintoretto. Cuatro meses, 103 obras y 152.582 visitantes. Un pelotazo.
Joyas del museo
Esta vez tampoco habrá morralla. Por el mismo conjunto enviado, el museo sumará casi un millón de euros más. La muestra, compuesta por 70 piezas (61 pinturas y 9 documentos), se titula Velázquez and the Celebration of painting: the goden age in the Museo del Prado (Velázquez y la exaltación de la pintura: el Siglo de Oro en el Museo del Prado). Todavía se está tramitando la garantía del Estado japonés, que cubrirá el seguro del traslado de las joyas, y no se hará publico el valor del conjunto ni la operación hasta que no finalice el trámite.
La exposición primero recalará en The National Museum of Western Art, de Tokio, entre el 24 de febrero y el 27 de mayo de 2018; luego, en Hyogo Prefectural Museum of Art, en Kobe, del 13 de junio al 14 de octubre, de 2018. Es decir, un viaje de casi nueve meses alejados de la sede. Nunca antes las piezas habían abandonado durante tanto tiempo las salas del Museo del Prado. En 2012, la muestra Portrait of Spain. Masterpieces from the Prado, con 25 pinturas maestras fue hasta el Queensland Art Gallery de Brisbane (Australia), y luego al Museum of Fine Arts of Houston (EEUU). En total, ocho meses de travesía y alejamiento.
Tal y como ha podido comprobar este periódico, en la lista de las 61 pinturas Velázquez es el protagonista. En la selección se incluyen seis piezas del pintor barroco: el retrato de Juan Martínez Montañés, el filósofo Menipo, el dios Marte, Felipe IV cazador, el Niño de Vallecas, la Adoración de los Reyes Magos y el Príncipe Baltasar Carlos a caballo. De José de Ribera se mandan 4 cuadros (San pedro liberado por un ángel, Heráclito, Combate de mujeres y El tacto). Y muy llamativo el envío de Venus recreándose en la música, de Tiziano, que dejará huérfano en la visita durante casi nueve meses a su pareja en sala. De Rubens sale Perseo liberando a Andrómeda, Heráclito, el filósofo que llora y Sagrada Familia con santa Ana.
Preferiría no hacerlo
Desde la dirección del Prado siempre han preferido evitar el término “alquiler”. Lo llaman “donación”, “canon” o, incluso, “patrocinio”. Tampoco Miguel Falomir, actual director del museo, quiere mencionar el término: “Hombre, vamos a ver, alquiler, alquiler, no es. Hemos hecho exposiciones en otros museos a cambio de una cantidad de dinero”, explicaba en la primera entrevista que concedió a este periódico al llegar al puesto de dirección.
“A mí me gustaría que eso no sucediera”, añadía en su respuesta. “Nada me gustaría más que no tuviéramos que recurrir a eso, pero no seamos ingenuos: si quiero tener un museo puntero, con programas de educación e investigación extraordinarios, y un programa de exposiciones ambicioso, si quiero abrir los siete días a la semana, necesito ese dinero. Esta es una forma de conseguir el dinero, pero si pudiera no lo haría”.