El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza recibió en 2017 850.496 visitantes, un 20,1% menos que el año anterior. Esta alarmante caída muestra su peor dato en visitas desde 2010, cuando reunió a 801.890 personas. En 2016 logró superar el millón y llegó a los 1.064.835 personas. El museo dirigido por Guillermo Solana parecía haberse despegado de la crisis de espectadores sufrida hace diez años, cuando descendió a los 753.215 visitantes. El récord se mantiene en el 1,2 millones de visitantes, alcanzado en 2012.
Más allá del fracaso de atracción de la propuesta artística programada por Solana es importante recuperar la conclusión del Tribunal de Cuentas en su informe de hace tres años: el museo Thyssen tiene una significativa y alarmante dependencia de los ingresos por afluencia de visitantes. El propio director gerente de la institución pública, Evelio Acevedo, confirmaba el pasado julio que el museo vive de las visitas y del encarecimiento del precio de entrada que implantaron en febrero de 2016.
La entrada única permite visitar tanto la colección permanente como las exposiciones temporales con una sola entrada. El museo contabiliza tanto el número de tickets vendidos (850.496) como el de visitas a las muestras, que ascendió a 1.051.741. En total, el Thyssen vendió 214.339 entradas menos que en 2016, un descenso del 20,1%.
La subida de 10 a 12 euros mejoró la recaudación: “Queremos destacar que el incremento del 10% de visitas al museo ha supuesto un incremento de la taquilla de un 25%. Esto se debe a la implantación de la tarifa única (12 euros)”, dijo Acevedo en su día. El museo público pierde interés general, a pesar de la insistente política de blockbuster que su director artístico legitima con el “gusto popular”. Este gusto le ha dado la espalda, pero no las subvenciones del Estado, que en los últimos años se ha disparado por encima de los cinco millones de euros.
Más subvenciones, menos visitas
Así, mientras el atractivo del museo cae en picado, el déficit dotable recibido (la subvención del Estado) no para de crecer: en 2017 ingresó 5,3 millones de euros en ayudas, en 2016, 6 millones de euros; en 2015, 5,3 millones de euros; en 2014, 2,2 millones de euros; en 2013, 2,5 millones de euros; y en el año de su récord de visitas (2012), 4 millones de euros. En 2009, con la peor cifra de visitas de la década (801.272, cercana a la conseguida en 2017), recibió 1,8 millones de euros.
Pero la conclusión más dura del informe del Tribunal de Cuentas determinaba que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte debía “introducir mecanismos de control sobre la cuantía del déficit dotable estimada por la Fundación en sus presupuestos”. El organismo reclamaba a Cultura mayor control en el gasto y en la aplicación de los presupuestos, para evitar más pérdidas y adecuar las ayudas concedidas. La intervención exigida revelaba una gestión con notable “deficiencias”.
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza es el museo con financiación pública con menos horas gratuitas. El acceso público libre es de cuatro horas a la semana, el lunes de 12 a 16 horas, puede visitarse la colección permanente Thyssen-Bornemisza, propiedad del Estado, sin abonar los 10 euros de la entrada general. Hace un año, el 30% del público accedió sin pagar, el 27% con entrada reducida (pensionistas, estudiantes, discapacitados) y el 38% pagaron la entrada general.