Fueron un hervidero de ideas y de provocación entre 1998 y 2002, en el barrio de la Macarena de Sevilla, y desaparecieron. Juan del Junco, Fer Clemente y Miki Leal crearon The Richard Channin Foundation porque en la ciudad no pasaba nada. Cultivaron lo chano -derivada sevillana de lo kitsch- y con ese lado hortera de las cosas produjeron sin parar. Le dieron duro a lo popular, sin filtrar por el intelecto. Ni gota de concepto filosófico. Había un cóctel cañero de barroco sevillano, gusto feísta y belleza resignada en honor del amor, la vida, el disfrute y la fiesta.
“La custodia del cubata era eso, elevar, de forma gamberra, al cubata a la posición de divinidad. Pero en ningún caso tratamos de hacer una obra ofensiva. Por eso es ridícula la postura del obispado ante esta obra”, explica Miki Leal (Sevilla, 1974) a este periódico sobre la retirada de la pieza de la exposición 25 siglos. La escultura en la colección de arte de la Fundación Cajasol, en el Palacio Episcopal de Málaga la semana pasada. El Obispado también censuró la obra Swimming pools, del artista Dionisio González (Gijón, 1965), una caja de luz de tres fotografías de tres desnudos femeninos en un tanque de agua.
Los responsables de la Diócesis malagueña aseguran que en ningún caso fue informada de la instalación de estas dos obras y que cuando se las encontraron en sala decidieron ejecutar la expulsión del espacio expositivo y episcopal. La decisión, al parecer, está amparada por el acuerdo firmado entre el Ayuntamiento de Málaga (PP) y la Diócesis de Málaga, según el cual la Iglesia tiene “capacidad de seleccionar las obras a exponer”. Y para las autoridades religiosas una sala dedicada al arte -en el Palacio del Obispo- “no es el lugar adecuado”.
Ayuntamiento, culpable
Para Juan del Junco (Cádiz, 1972), que acaba de inaugurar exposición en el Centro de Arte de Alcobendas -incluida en PhotoEspaña y titulada Never-ending Handbook. Guía de las aves de mi mundo- explica que entiende la postura del Obispado. “A mí, en mi casa, nadie me obliga a poner un cuadro de la Virgen. Pero el Ayuntamiento de Málaga, siendo una institución laica, debería revisar sus acuerdos con la Iglesia. Leal coincide, “el problema no es del palacio episcopal”. Pero añade que el “termómetro democrático” de un país es la libertad de expresión.
Según cuentan los componentes del grupo extinto, están negociando con un par de “centros de arte importantes”, para montar retrospectiva de lo que fue The Richard Channin Foundation. Produjeron muchísima obra, que compraron instituciones, como la Fundación de la caja de ahorros Cajasol, y ahora quieren revisar aquellos maravillosos (e intensos) años. “Estábamos muy influidos por la imaginería religiosa. La custodia del Corpus de Sevilla es una maravilla y nosotros hicimos eso. Que no es una sorna, ni una crítica”, cuenta Del Junco.
Religión callejera
“¡Es una obra de juventud!”, dice Leal. “Los tres estábamos en Sevilla, habíamos mamado de una infancia barroca sevillana. Me hace gracia, no sé ni de cuándo es la obra. Quizá sea 1999. Estábamos en la Universidad. Tenemos otra que era el Baldaquino de San Pedro, de Bernini, hecha con las luces de los coches de choque. Trabajábamos sobre eso, la religión banalizada con las cosas de la calle”, añade.
Sólo era un trabajo divertido y, ahora, somos arte político en diferido
Su mayor delito fue “la ingenuidad”. Ahora, la Iglesia ha convertido su inocencia en arte político y una obra inocentona y de “arte chano” en un referente de crítica a la pompa y el aparato católico. Del Junco recuerda sus intereses en una frase: “Éramos artistas que se lo pasaban bien”. Y Leal asegura que no era más que un homenaje a la admiración de un sobresaliente orfebre del gótico tardío. “Sólo era un trabajo divertido y, ahora, somos arte político en diferido”. Y deja dos preguntas en el aire: ¿A quién le ha creado la incomodidad? ¿Qué tipo de trato existe para que el arzobispado lo retire si quiere?