Era 1981 cuando se publicaba Maestras antiguas. Mujeres, arte e ideología, el resultado de una larga investigación feminista llevada a cabo por Rozsika Parker y Griselda Pollock, dos figuras claves en la Segunda Ola y con un largo recorrido en el terreno de la historia del arte.
Cansadas de leer libros recopilatorios de las mujeres de la historia de esta disciplina, decidieron apostar por una obra que no buscase demostrar que las mujeres fueron grandes artistas o denunciar la negligencia de la Historia del arte para con las artistas, sino que diera un paso más allá y se centrase en investigar una cuestión muy curiosa: por qué el siglo XX es el momento de mayor silenciación de la mujer en el arte.
Su interés por la representación de la mujer y los elevados estereotipos sexistas que las rodeaban en el terreno personal y profesional les llevó a reflexionar, recopilar información y dar vida a este ensayo. Ahora, cuarenta años después de esa primera edición, la editorial Akal lo traduce al español para acercar esta reflexión feminista del arte a nuestro país, demostrando que las conclusiones que recogen estas dos expertas son más actuales e importantes que nunca.
Ayer, hoy, mañana
Aunque Parker falleció en 2010, su compañera continuó dando forma a este trabajo completando Maestras antiguas. Mujeres, arte e ideología (Akal) con un prólogo actualizado en el que habla abiertamente de una forma directa sobre la escasez de avances reales en el arte en cuestiones de igualdad. Lo que fue un libro pionero ahora es un manual indispensable para los amantes del arte, que nos ayuda a entender el pasado y su reflejo en el presente más próximo.
Las autoras analizan la práctica de las mujeres como artistas para descubrir cómo gestionaron esta peculiar posición, y mostrar que sí fueron capaces de crear arte pese a sus circunstancias. Este ensayo es interesante no solo por su enfoque, sino también por su objetivo: huir de la limitación de la historia de estas mujeres en su lucha contra la discriminación y la exclusión, para poder centrarse en un planteamiento que se aleja de la batalla feminista y conoce las formas específicas en que las mujeres han hecho arte a pesar de las restricciones de las diferentes épocas, "afectadas por factores tanto de sexo como de clase".
Según explica la propia Pollock, no querían hacer otro libro recopilatorio de mujeres artistas sino ofrecer algo distinto. "La disciplina de la Historia del arte como estudio formalizado y práctica museística no solo ignoraba o despreciaba a las mujeres como artistas, sino que de forma consciente construyó una narrativa del arte sin mujeres. Y aún más significativo, nos dimos cuenta de que había sido el siglo XX cuando tal cosa se había hecho en mayor grado", escribe en su prólogo de 2021, donde hace hincapié en la imagen del artista exclusivamente masculino, eurocéntrico-norteamericano, blanco y heterosexual que aún predomina.
El siglo XX
A finales del siglo XIX, los historiadores del arte victoriano "podían registrar perfectamente la persistente presencia de mujeres en la historia de las artes y apreciar su número creciente y el progreso gradual frente a problemas como la exclusión social y la falta de reconocimiento".
Pero, entonces, ¿qué ocurrió en el siglo XX? ¿A qué se debe ese cambio? Es esa la gran pregunta con la que apelan ambas investigadoras al lector. Ellas encuentran varios factores que se abordan en el libro, pero parten de la premisa de que la consolidación del sistema social burgués y sus ideologías "separó progresivamente a las mujeres de tanto participar en como de ser reconocidas por parte de la corriente principal de producción social y cultural".
Tal y como explican las autoras, a las artistas se las trataba (y trata) colectivamente, "igual que a todas las mujeres, como grupo homogéneo en virtud de su género compartido". Es en el siglo XX en el que las artistas tienen que luchar contra el dominio de esas nociones burguesas de diferencia sexual que surgen en el siglo XIX. "La moderna Historia del arte no solo ha heredado y perpetuado la ideología victoriana sobre la feminidad y la noción del arte de mujeres como algo categóricamente distinto a los hombres. Estas posturas se han afianzado", recalcan.
Vida privada vs. obra
Tanto Rozsika Parker como Griselda Pollock consideran importante plantearse porqué han sido las mujeres vinculadas a otros artistas las más recordadas. "¿Su arte se analiza a fondo o el interés se centra en su vida privada, en su sexualidad o quizás en la tragedia o las enfermedades? ¿Les resultan familiares Mary Cassatt o Berthe Morisot como Claude Monet o Auguste Renoir?", escriben.
Al igual que el estudio realizado en varios museos de arte, en los que se pedía a varios jóvenes enumerar a artistas femeninas y muchos de ellos no podían ni citar a una. "Otra estrategia para negar a las mujeres como artistas es definirlas solo en virtud de detalles biográficos de sus vidas, como si estos hechos explicasen su obra por completo. Las mujeres aparecen así limitadas, incapaces de elevarse por encima de la vida real para alcanzar el compromiso trascendente con el arte puro que caracteriza al genio masculino", escribe Pollock.
Más que pinceladas
El lenguaje en la historia del arte desempeña un papel relevante en la investigación y reflexiones de Parker y Pollock, sobre todo en torno a los términos "arte" y "artista". Según explican, estos dos conceptos consolidan el privilegio de la masculinidad como sinónimo de creatividad, porque "para indicar que un artista es mujer, el término neutro artista debe acompañarse de un adjetivo".
Como ellas mismas expresan, es toda una paradoja que "para rechazar a las mujeres, hay que reconocerlas; se las menciona para calificarlas, separarlas y marginarlas". Un ejemplo de ello lo encontramos en las escuelas de arte, donde un 50% de las matriculadas son mujeres, pero según afirman en este ensayo "estas no acceden a los puestos superiores de educación artística".
Igual ocurre en la prensa especializada y genérica a nivel internacional, donde las artistas siguen siendo reflejadas con una gran carga estereotipada femenina y en los que se hace referencia a la propia condición de mujer a la hora de hablar de ellas.
Por eso, este ensayo tiene una gran relevancia de forma permanente. Con Maestras antiguas. Mujeres, arte e ideología Pollock y Parker nos invitan a plantearnos qué habría pasado si esas mujeres hubieran sido reconocidas con el paso del tiempo. ¿Serían los movimientos artisticos iguales? ¿Habrían cambiado tanto la forma de crear como de consumir arte? Eso es algo que nunca sabremos.