El Museo del Prado se adentra en el taller de Leonardo da Vinci con una muestra que reúne obras de sus mejores alumnos. La exposición pone cara a cara dos de las copias más famosas: de la enigmática Mona Lisa y del controvertido Salvator Mundi.
La exposición, de pequeño formato, es el resultado de los estudios que la pinacoteca ha realizado desde que descubrió que atesoraba una copia de La Gioconda (en 2012) -todo un revuelo mediático- que salió del mismo taller que el original, fue pintada a la vez y bajo la supervisión del genio por uno de sus alumnos.
Leonardo y la copia de la Mona Lisa. Nuevos planteamientos sobre las prácticas del taller vinciano se podrá ver hasta el 23 de enero de 2022 en Madrid.
Alumno aventajado
La Gioconda del Prado, como ahora comúnmente se la conoce, no es "una copia casual", sino que "forma parte del engranaje docente y de producción del estudio de Da Vinci", argumenta Ana González Mozo, investigadora del Museo del Prado, y que ha llevado el peso del estudio de la obra del museo madrileño desde su descubrimiento.
El taller de Leonardo da Vinci, explica, era enorme. Estuvo integrado por numerosos artistas, un "enjambre de alumnos y discípulos", según testimonios de la época, que revoloteaban alrededor del artista mientras él pintaba. El autor de la copia de la Mona Lisa que atesora el Prado todavía es una incógnita.
Sí se sabe que es el mismo que la del Salvator Mundi procedente de una colección particular, que también está en la muestra, y que guarda una semejanza asombrosa con la famosa y controvertida obra vendida en Nueva York por 450 millones de dólares con destino a Abu Dabi.
El pintor de ambas obras debía de ser una persona "muy cercana" a Da Vinci según los datos que arroja La Gioconda madrileña.
Las radiografías de la pieza madrileña revelan varias modificaciones similares a la obra original. Con toda probabilidad se pintaron a la par, por lo que todo apunta a que era una persona "que pasaba mucho tiempo con el maestro", según la experta.
Más que copias
El matiz peyorativo que la copia tiene en la actualidad no se puede trasladar al Renacimiento. "A veces estaban más cotizadas que las propias obras originales", ha argumentado Miguel Falomir, director del Prado y que era jefe del departamento de Pintura Italiana del Renacimiento en el momento en que se descubrió la obra del museo madrileño tras retirar un fondo negro que se había añadido con el paso del tiempo.
La obra se encuentra en la pinacoteca desde su fundación, como parte de las colecciones reales y siempre estuvo expuesta en sala, lo que da una idea de la calidad de su técnica.
El método con el que los alumnos de Leonardo aprendían a pintar era copiando sí, pero no en el sentido que se entiende ahora, tratando de hacer una imagen idéntica, sino buscando emular cómo se habían resuelto los volúmenes sin perder el estilo de cada uno. "No era para nada una copia superficial", explica la investigadora.
Leonardo, el maestro
Las investigaciones de los últimos años han ayudado a desentrañar cómo era Leonardo da Vinci en su faceta como maestro. Se ha descubierto, por ejemplo, que las copias que hacían sus discípulos en el taller no solo se hacían de cuadros en los que trabajaba el propio artista, sino también de cartones -dibujos finales- o incluso de ideas no desarrolladas.
Este último es el caso de Leda, una bella pintura de la Galleria Borghese que se ha incluido en la muestra, también de autor desconocido, y que está hecha a partir de un dibujo muy básico del artista. En ocasiones también es probable que fuera el propio Da Vinci el promotor de algunos de los cuadros de sus discípulos, según apuntan todos los estudios.
Un testigo de la época habla de que el genio en ocasiones "sufría de pincel", estaba bloqueado y no podía pintar. "Sería por su perfeccionismo o porque su cabeza iba más rápido que la mano, pero hay ocasiones en que se veía incapaz de pintar y pide a sus alumnos que lo haga", explica la investigadora.
Se sabe de dos obras en las que el artista intervino esos cuadros de sus discípulos a posteriori, ambos copias de La Virgen del huso.
La Gioconda del Prado también tiene modificaciones, pero no son del genio del Renacimiento sino del mismo pintor anónimo. "No hay nada más tentador que probar en una intervención de Leonardo, pero no lo vimos entonces (en 2012) y no lo vimos ahora", ha señalado sobre la Mona Lisa madrileña el director del Prado.