Con Franco a punto de ser exhumado, la Memoria Histórica vuelve al foco mediático. La gente habla y debate sobre todas todas las heridas que quedan por cerrar. 40 años después de que el dictador muriera, los asesinados siguen en las cunetas, y muchos no tienen ni un lugar donde ir a llorar a sus abuelos.
Como siempre el teatro se encuentra pegado a la realidad, y es el espejo más fiel de lo que nos pasa como sociedad. De ahí el acierto del Teatro Español de programar al inicio de su temporada El pan y la sal, la obra coproducida con el Teatro del Barrio que se apunta a la moda del teatro verbatim para hablar, precisamente, de memoria histórica, y servir como punta de lanza para todas esas víctimas que quedan en las cunetas.
Igual que hicieran en Ruz-Bárcenas, Andrés Lima y el escritor Raúl Quirós, se basan en las actas del juicio contra Baltasar Garzón por investigar los crímenes franquistas tras las demandas de los familiares de los desaparecidos. Sin una línea de ficción la obra quiere hablar sobre la justicia, pero sobre todo de nuestra historia. En aquel juicio se escucharon los testimonios de muchas víctimas que narran cómo sus familiares desaparecieron sin dejar rastro. “Palabras, historias, que son un clamor contra el silencio institucional, contra el olvido organizado sobre la tragedia más honda de nuestra historia reciente”, como dice la web del teatro español.
Sólo cuatro días estará la obra en el Teatro Español. Una oportunidad única también para asistir al espectáculo de un reparto en el que está Nuria Espert acompañada de José Sacristán, Ramón Barea, Emilio Gutiérrez Caba, Alberto San Juán y Gloria Muñoz.