El teatro de la Abadía acoge, desde el 22 de noviembre hasta el 30 de diciembre, la versión teatral de La Strada, la emblemática película de Federico Fellini -Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1956-. La propuesta, dirigida por Mario Gas, relata la "bella historia" de "tres cómicos ambulantes" que, en la posguerra Italiana, se ven enfrentados a un destino "trágico" y a una sociedad "que les oprime constantemente".
"Es la sensación de pérdida en un mundo que no se entiende pero en el que hay que sobrevivir. Gente alienada en sus temores y alegrías", ha expresado Gas en rueda de prensa, este jueves 15 de noviembre en Madrid, con motivo de la presentación de la obra, acompañado de los actores que encarnan a los tres protagonistas: Verónica Echegui, Alberto Iglesias y Alfonso Lara.
La actriz afronta su primer reto importante en las tablas, tras una pequeña experiencia en el Pavón Kamikaze con El Amante, y se ha entregado en cuerpo y alma para dar vida a la eterna Gelsomina, un papel que inmortalizó Giuletta Masina y que es una de las creaciones más emblemáticas y tristes de Fellini, un director que la intérprete confesaba que era uno de sus favoritos y cuya obra estaba en su imaginario constantemente.
El director destaca que, a pesar de estar ambientada en la posguerra italiana, la naturaleza de esta historia es "totalmente actual" y podría constituir "una metáfora de la vida" -o "un homenaje a los cómicos ambulantes"- al hablar de tres personas que "intentan sobrevivir" construyendo una serie de anhelos que "acaban truncándose".
"Vivimos en un mundo en el que se produce esto constantemente, como por ejemplo con lo que está pasando en Siria. Son latidos nuestros que están ahí", ha explicado para más tarde añadir que "también tiene algo de tragedia griega". Para él, el teatro es el arte de contar cosas que afectan a la sociedad actual a través de la fábula.
Con La Strada todo comienza cuando una muchacha ingenua y tranquila es vendida por su madre a un forzudo de circo, bravucón y violento para que le ayude en su espectáculo ambulante. En el camino surge entre ellos un atisbo de amor, que no consigue aflorar a causa del orgullo de él y la timidez de ella. Ambos comparten una profunda soledad y una vida de marginación, desarraigo y miseria, hasta que se encuentran con El Loco, otro artista de circo que provocará los celos de Zampanó y con ello un trágico desenlace.
De este modo, Gas ha construido una adaptación "fiel a la película" pero introduciendo "matices" y algunos "elementos significativos" para hacer del montaje "un roadtheatre". Una versión permite tanto al director como a los actores "volar por su propia cuenta". "Una historia de personas que luchan y acaban pereciendo en el intento", ha dicho.
Para la puesta en escena, Gas se ha decantado por una escenografía simple pero compleja a la vez y que incite a la imaginación. Así, los elementos que la conforman son la carreta con la que van realizando el viaje los tres artistas protagonistas junto a tres estructuras que van cambiando para simular diferentes elementos. Además, Gas ha incorporado imágenes proyectadas que, junto con la música y el vestuario, ayudan a que el espectáculo viaje "como uno solo".
En el equipo artístico Gas cuenta con sus colaboradores habituales: Juan Sanz en la escenografía, Felipe Ramos en las luces, Orestes Gas como responsable del espacio sonoro, Álvaro Luna en los audiovisuales y Antonio Belart como figurinista. Después de Madrid, el montaje parará por varias ciudades españolas en una gira que durará cerca de un año y medio.