En un mundo de exposición total, en el que el éxito se mide en seguidores de Instagram, casi sorprende encontrar dos actrices como Bárbara Lennie e Irene Escolar, que en cada decisión profesional que toman van un paso más allá y toman un riesgo que muchos veteranos ni se atreverían. Ambas disfrutan de lo que hacen, lo viven a muerte y su pasión se desvela siempre en sus palabras, pero también en sus papeles.
Mientras muchos actores y actrices de su generación buscan el papel que les convierta en estrellas o que les haga arrasar en la taquilla, ellas buscan el que las rete, las coloque en un sitio incómodo y con el que hagan viajar al espectador. El teatro es para intérpretes valientes, y de coraje ellas van sobradas. Lo habían demostrado ya con creces. Irene en obras como Blackbird o desmarcándose con una lectura dramatizada de obras de Lorca que emocionaba hasta la lágrima. Lennie dejándose el alma en La clausura del amor y siendo el rostro del Kamikaze antes de que tuvieran su propio teatro.
Ahí precisamente es donde ambas coinciden por primera vez en sus carreras. Lo hacen con un texto no apto para cardíacos, tampoco para actrices que busquen atajos. Hermanas bucea en el vínculo entre dos jóvenes que se desangran con la palabra en el escenario. La palabra, ese arma blanca que Pascal Rambert ha usado para construir una obra por y para estas dos bestias, las mejores actrices de su generación que se miden en el duelo más esperado de la temporada teatral -hasta el 10 de febrero en el Pavón Teatro Kamikaze-. Una obra que tiene casi todo vendido antes de su estreno y ante la que se muestran tan “nerviosas” como “excitadas”.
¿Cómo describiríais este texto y el proceso de creación de la obra? Porque surge de las ganas de Pascal de trabajar de nuevo con Bárbara...
Bárbara Lennie: Sí, el proceso viene de largo. Después de La clausura del amor todos acabamos enamorados unos de otros. Nos hicimos amigos. Y Pascal si tiene algo es palabra, no habla por hablar. Él quería volver a trabajar con nosotros, y me planteó hacer Ensayo, pero yo no me veía en ese momento en esa obra, pero me dijo, no te vas a librar, esto va a volver a ocurrir, así que cuando tuvimos tiempo nos reunimos en París. Él estaba allí con su obra Actriz, y la mejor escena era entre dos hermanas, y ese vínculo le interesó y me dijo que por qué no hacíamos una obra en torno a la hermandad, y ahí se incorporó el nombre de Irene y se puso a escribir con nosotras en la cabeza. Luego recibimos el texto y aquí estamos.
¿Qué pensasteis cuando leísteis Hermanas por primera vez?
Irene Escolar: Que qué bella, pero que no sabía si podía con ello. Tuvimos un mes para aprendernos y pensaba: no sé si estoy capacitada para que este texto se meta en mi cabeza. Al principio fue una pesadilla memorizarlo, integrarlo… después todo bien.
B.L: Esa parte no tuvo ninguna gracia...
I.E.: No, fue terrible. Es un texto enrevesado, muy elevado, tardaba un día para aprender dos frases. Fuimos como soldados, haciendo esta función eramos soldados, nuestra vida giraba en torno a Hermanas.
Es un texto enrevesado, muy elevado, tardaba un día para aprender dos frases. Fuimos como soldados, haciendo esta función eramos soldados
Os fuisteis unos días recluidas a una casa en el campo… ¿Cómo de importante fue eso para construir ese vínculo?
I.E.: Todo es importante en un texto que tiene implicación a tantos niveles, pero es que queríamos pasar tiempo juntas. Estábamos conociéndonos y creo que eso ayuda mucho al trabajo después, el conocerte previamente, tus intimidades, compartir cosas...
¿Y si os hubierais caído mal?
I.E.: ¿Te imaginas? Imagínate…
B.L.: Llegado a ese punto lo hubiéramos descubierto antes. Nos conocemos desde hace un montón. Es verdad que descubrimos algunas cositas… No las vamos a decir ahora. Cada vez estoy más convencida de que este trabajo lo importante es hacerlo con gente con la que después tengas ganas de irte a cenar. A veces no surge, y no pasa nada, y eso no significa que el valor del resultado sea peor, da igual. Pero últimamente lo que me hace feliz es trabajar con gente con la que después quiero compartir algo, y si puedo organizarlo para que sea así, pues mejor. Me interesa cada vez menos la gente que lo pone difícil, que no le interesa la empatía en el trabajo.
Bárbara ya tenía experiencia en el universo de Pascal Rambert, ¿ha sido una guía para el trabajo?
I.E.: Por supuesto, claro. Yo había visto dos veces La clausura, también Ensayo, las había leído… Así que algo puedes intuir de su lenguaje poético y visual, aunque sí es cierto que le preguntaba que hacia dónde iba todo esto. Yo he tenido que descubrir a Pascal, y eso ha sido lo más complicado, adecuarme a se lenguaje. Una vez entiendes eso todo es placentero y maravilloso, pero muy duro, porque tiene un nivel de exigencia muy alto. Tenía ganas de trabajar con alguien así, que te exija más de lo que tú puedas dar.
Me interesa cada vez menos la gente que lo pone difícil, que no le interesa la empatía en el trabajo
Tenéis pinta de ser bastante exigentes como interpretes...
I.E.: Sí, es que aquí es importante hacer familias de gente que entiende la profesión y el trabajo como tú: la obsesión, el trabajo de cada día, lo que esperas del otro en el escenario... y sé que Bárbara me lo va a dar y más. Quiero gente así, que se deje cada segundo y que me devuelva cosas para devolverle yo algo mejor. Ese es el juego y el nivel, y me gusta rodearme de gente con ese nivel, porque las cosas que ocurren entonces son magia.
Tenéis algo de yonquis con el teatro...
I.E.: Es que te permite viajar a unos niveles… el cine es otra cosa. Cuando ocurren cosas como esta, que viajas a una cosa muy fuerte, en la que olvidas todo, hay momentos tan potentes que es droga, es droga. Es liberación, te sientes libre. Compartes con mucha gente el mismo momento. Es como si crecieras de golpe mucho… Hay que tener muchos ovarios también para hacer esto.
Pascal habla mucho del poder de la palabra, tanto para herir como para construir un mundo… ¿Creéis en ese poder de la palabra, y por tanto del teatro?
I.E.: Pascal es defensor de la palabra. Yo digo una cosa en la obra que es que “si abandonas la lengua todo se viene abajo”. Hay que comunicarse, y la forma en la que lo hacemos o no lo hacemos es lo que genera nuestros vínculos o no con las personas. La palabra es la única herramienta que tenemos para sobrevivir.
B.L.: Y para reflexonar. La obra es un llamamiento, abre muchos lugares de pensamiento, y eso es excitante, me gusta que me planteen y me cuestionen como espectadora.
Philip Roth dice que hasta lavarse los dientes es un acto político. ¿Esta obra es un acto político?
I.E.: Sí, por supuesto.
B.L.: Hacemos esto y no otra cosa, es una decisión.
I.E.: Claro que es una decisión, y pasamos todo eso al espectador. Queremos que sea un revulsivo, que despierte a la gente, que les remueva, que les cuestione. Hay cosas que se dicen en esta función que tienen un nivel de belleza que ojalá que quede a la gente. Es nuestra forma de hacer algo por este mundo.
Si tienes 18 años, y ves cómo lo petan gente que son estrellas porque tienen 250.000 seguidores en Instagram y supuestamente te llaman de todo... Eso es una locura que no sé qué genera, pero un artista no
Juan Echanove decía hace poco que valoraba muchísimo a la gente joven que hace teatro, porque cree que no es tan normal, que parece que ahora la gente quiere ser estrella, y no quiere el compromiso que significa una obra como esta.
B.L.: Eso sí es una actitud política muy clara. Si tienes 18 o 16 años, y ves cómo lo recontrapetan gente con una serie como Élite, que de repente son hiper estrellas porque tienen 250.000 seguidores en Instagram y eso te coloca en un supuesto lugar respecto a no sé qué, pero supuestamente te llaman de todo... Eso es una locura que no sé qué genera, pero un artista no. Puedes serlo después, pero si ese es el referente, ser una gran estrella con muchos seguidores en instagram , pues oye, vaya horror. Me parece la pobreza, pero creo que no es todo así y hay mucha gente que no lo hace.
I.E.: Que no se confundan, eso es aleatorio y ocurre una vez, pero no hay que poner el foco ahí, porque eso puede generar un vacío, y esta profesión es muy dura y tiene que generarte muchas cosas trabajando, leyendo… A mí hay algo que me llama la atención, que es la falta de análisis crítico por parte de la gente que habla de esto. Estamos entrenando esta obra con casi todas las entradas vendidas. Entradas que valen 24 euros, que es mucho dinero. Y los medios de comunicación de lo que tendrían que hablar es de cosas como esta, con un discurso intelectual, político, para transformar al otro. Y es su obligación apoyarlas al máximo, pero lo que vemos es lo que es fácil, lo que tiene muchos seguidores en instagram.