Si hay un nombre bien elegido en el mundo de las artes escénicas es el del Pavón Teatro Kamikaze, porque hay que estar un poco loco para levantar un teatro de repertorio privado y llenarlo con obras que se alejan de los musicales de Gran Vía y las adaptaciones sin riesgo ni mordiente. Lo que hacen Miguel del Arco, Israel Elejalde, Jordi Buxó y Aitor Tejada es un doble salto con tirabuzón cada temporada. No se conforman, arriesgan e interpelan a un espectador que no quieren que se duerma en los laureles.
En esta temporada, en la que al vértigo habitual se sumaba el de la inestabilidad sobre el propio local -que finalmente mantendrán al menos otro curso-, se han lanzado al maxilar de la sociedad. A la yugular de un ciudadano que tiene que despertarse y pensar. Para ellos es Jauría, la dramatización del juicio de La Manada que reproduce literalmente lo que se dijo entre aquellas cuatro paredes en las que la víctima se sintió juzgada y culpable en vez de segura y protegida.
Un juicio que terminó con una sentencia que movilizó al mundo el pasado 8M y que dejó claro que la justicia sigue siendo cosa de hombres y para hombres. Del Arco se basa en el poder de aquellas declaraciones, y en el de su elenco (capitaneado por María Hervás), para hacer que el público piense y debata. Por ello ha reservado los lunes para que los institutos vayan a verla con una guía didáctica. Porque el teatro ha encontrado allí una función también educativa y “el caldo de cultivo para corregir cosas, porque el código penal es la historia de un fracaso, porque supone un delito ya cometido”.
La obra llega en un momento caliente políticamente, no sé si contáis con que haga ruido.
Cuento con ello. Esta obra nos afecta de una forma especial desde el principio. El otro día uno de los actores, Ignacio Mateos, contaba que cuando acaba la obra normalmente espera un feedback artístico, pero por primera vez lo que se produce es un feedback casi social. Queremos que esté muy bien contada porque es un tema que nos concierne a todos. La elección de la obra no es una casualidad, la elegimos porque nos preocupa la sociedad en la que vivimos y el giro político que ha sufrido. Estamos viviendo un momento de irresponsabilidad máxima en ciertas cuestiones. Esa falacia que dicen ahora de que ya somos una sociedad igualitaria es algo irresponsable.
Tenemos que hablar con calma, sin crispación. Ayer leía un artículo de David Trueba en el que pedía que nos dejen convivir, y ese grito ciudadano es un grito de libertad contra lo que están haciendo estos políticos irresponsables que sólo traen crispación y la imposibilidad de entendernos.
Es irresponsable que alguien piense que ya estamos en una sociedad igualitaria porque ya estamos en el siglo XXI
Es una obra importante ahora mismo con lo que está ocurriendo políticamente.
Cuando se habla de una función necesaria a mí me da un poco de pudor, porque necesaria no es nada, e imprescindible tampoco. Observando el sonido de Jauría con el público no sé si es necesidad, pero sí que creo que es bueno que se oiga. Que concite esa emoción que concita. Que es perteneciente que el debate se abra. Después de cada función hay un silencio sobrecogedor en todo el teatro. Sobre todo después de la parte del primer acto que es la reconstrucción de la víctima y de los hechos. En ese momento María (Hervás) se queda sola en el escenario con un monólogo, que son las declaraciones de la víctima, y dice que ella lo que sentía es culpabilidad. Y es sobrecogedor. Y yo, íntimamente, pensaba, joder, es necesario que se produzca este silencio de reflexión entre los gritos de crispación y en un momento en el que se usan eufemismos para denominar la agresión sexual a las mujeres, es que es de una irresponsabilidad...
Desde Kamikaze siempre apostáis por un teatro político y social.
Creo que la violencia machista es algo que siempre trato, que me concierne. Estaba en La violación de Lucrecia y en Juicio a una zorra, donde se usaba el mito de la belleza sin par para hablar de esa violencia. Y sobre todo me preguntaba quién escribe la historia, cómo se escribe. Es irresponsable que alguien piense que ya estamos en una sociedad igualitaria porque ya estamos en el siglo XXI. Estamos en un patriarcado y la justicia sigue sometiendo a las victima de violación a los estragos a los que sometió a la victima de la manada. Es terrible las preguntas que hacían.
Vivimos en una cultura de la violación, y hasta hace muy poco tiempo una mujer casi debía justificar que no había hecho nada para ser violada
Has hablado de culpabilidad, ¿por qué crees que todavía la sociedad hace culpable a las víctimas?
Eso corresponde a una antropóloga brasileña que habla de cómo la complejidad de que la costumbre constituya un delito. Vivimos en una cultura de la violación, y hasta hace muy poco tiempo una mujer casi debía justificar que no había hecho nada para ser violada. Esa frase de hace dos o tres años a una víctima que se le dijo que si había cerrado bien los órganos no es una excepción, y es una barbaridad. Es que esa gente persiguió ala víctima para demostrar que no correspondía con la ‘perfecta violada’ porque se fue 15 días a la playa después.
Y ella intenta justificarse diciendo que se fue con la madre de una amiga que es psicóloga… siempre se dice eso de que intenten seguir con su vida, pero precisamente por hacerlo se la cuestiona. Se la juzga como ‘mala violada’ porque se hiciera fotos. Eso es indignante, no se puede permitir. O que se le pusiera un detective privado como parte de la estrategia de la defensa oara seguirla y ver su actitud después de ser violada. ¿Y si su forma de demostrarlo es la alegría, entonces es que no fue violada, que mentía?
Estamos en una sociedad machista, vemos todo con la perspectiva del patriarcado y justificamos algunas cosas. No somos parte de La manada, pero tenemos que revisar comportamientos
Hace poco salía un informe que decía que España era uno de los países más seguros para la mujer, y rápidamente se usó por perfiles conservadores para atacar la lucha contra el machismo. Aun así surgió el debate sobre si estamos mejor de lo que creemos.
España no es de los peores lugares claro, pero es que habría que comparar también códigos penales. En los países nórdicos todo es violación, pero allí todo es menos punitivo que aquí. Esos chicos, que por una cuestión no se reconoce violación y se habla de abuso y no de agresión, aquí estarán condenados a muchos años más que si hubieran sido condenados por violación en Finlandia, o en Alemania. ¿Así que cuál es la comparación...?, ¿eso es estar mejor? No lo creo. Basta con que una mujer muera a manos de su pareja para que sea una alarma social.
Tenemos mucho que bregar. Una cosa de Jauría es que me parece importante que nos ponga a todos un espejo para reflexionar, incluso a los hombres progresistas y feministas. Lo pone sobre el punto que tenemos de machismo en nuestro ADN. Estamos en una sociedad machista, vemos todo con la perspectiva del patriarcado y justificamos algunas cosas, decimos, bueno, eso no es para tanto… No somos parte de La manada, pero tenemos que revisar comportamientos.