Una gran cruz adherida al mármol acompaña a la inscripción: “Caídos por dios y España. 1936-1939”. La lápida esconde una parte de las 33.847 personas enterradas en el cementerio más calamitoso de este país, el Valle de los Caídos, donde los cuerpos se hacinan en varias criptas y niveles en los laterales de la basílica gestionada por los benedictinos. Más de 12.000 personas no están identificadas. En la mayoría de los sepulcros la humedad ha destruido los enormes ataúdes, en los que caben varias decenas de personas. En estos casos, los huesos y las maderas han acabado revueltos en una masa de restos que complica mucho su identificación, aunque no la hace imposible.
“El problema es que los columbarios están en muy mal estado de conservación. Será un desastre que dificultará la identificación de los cuerpos que se encuentran en ellos”, al otro lado del teléfono Antonio Alonso, jefe de biología de Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses y Secretario de la Comisión Nacional para el uso forense del ADN, detalla los problemas que se va a encontrar el juez José Manuel Delgado, los científicos, los forenses y la familia de los hermanos Manuel y Antonio-Ramiro Lapeña, que ha logrado una sentencia favorable a la exhumación de sus cuerpos.
Patrimonio Nacional ya ha mostrado su disposición a seguir el auto hasta las últimas consecuencias, como informó a este periódico, y ha puesto en marcha un protocolo para analizar los siguientes pasos a dar. A la vuelta del verano tendrá un informe del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja (del CSIC) y otro del Consejo Médico Forense que aclararán el método de actuación en una cripta que no ha sido abierta nunca.
Una incógnita
Alonso acudió al mausoleo de Cuelgamuros a comprobar el estado de conservación de los restos de las criptas, junto con Andrés Bedate, forense y asesor del entonces ministro de Justicia, Francisco Caamaño. “En el primer y segundo nivel de la cripta del Sepulcro (a la derecha del altar), en la que al parecer se encuentran los restos de los hermanos, no queda ningún sarcófago íntegro, todos están rotos o casi. Al tercero no pudimos acceder”, cuenta el forense a EL ESPAÑOL.
En algunos casos, las cajas tienen ocho cuerpos, pero hay otras con 30
Nadie sabe cómo se encuentra este enterramiento, pero el juez ha dado permiso para vaciar el primer y segundo nivel si sólo se puede acceder desde ellos. Otra posibilidad es desde el cuarto, en el que entonces intuyeron cajas enteras. Cada nivel tiene una altura de dos metros y se llenaron de esos columbarios repletos de cuerpos. Cuando un nivel se completaba lo enterraban con un forjado de hormigón. “En algunos casos, las cajas tienen ocho cuerpos, pero hay otras con 30”, dice Alonso.
Describe un estado funesto en la cripta llamada del Santísimo, a la izquierda del altar. Las otras seis, que corren a lo largo de la nave principal, y que ocultan los restos que Franco mandó extraer de las fosas comunes en 1959 para que acompañaran a su cadáver y al del fundador de Falange, se conservan mejor. Pero la humedad ha convertido el enterramiento de la cripta del Santísimo en un osario echado a perder, que imposibilita la identificación de los cuerpos, tal y como cuenta el especialista.
No diría que va a ser imposible encontrar los cuerpos, pero lo van a tener muy difícil
“El dictador dio la orden de que todo lo que estuviera en las cunetas fuera al Valle y no sabemos con qué rigor fueron registrando las cajas y los cuerpos. No diría que va a ser imposible encontrar los cuerpos, pero lo van a tener muy difícil”, añade Alonso. Es más optimista Silvia Navarro, presidenta de la Asociación de Familiares Pro Exhumación de los Republicanos del Valle, que lleva luchando desde la creación de la Ley de Memoria Histórica por la apertura de ese tercer nivel de la cripta del Sepulcro, en el que se hallan los restos de las otras familias de la asociación y que el juez ha dado luz verde.
Identificar a pesar de todo
Silvia estuvo presente en la apertura de los dos primeros niveles en 2010, ha estudiado los libros de ingresos, habló con el antiguo Abad del Valle y llega a la conclusión de que el enterramiento se hizo en malas condiciones y de cualquier manera. Pero hay registros que señalan nueve cajas llevadas desde Calatayud en ese piso. “La orden del juez es clara: identifiquen los restos, estén como estén”, dice para aclarar que el estado de conservación no es una condición para cumplir la orden del juez.
Tampoco cree que la negación del resto de las familias enterradas junto a los dos cuerpos puedan paralizar el proceso de exhumación, porque durante el proceso de Purificación Lapeña ya lo intentaron “y el juez archivó la causa, ni siquiera la tramitó”. Y explica, a pesar de casos abiertos como el de la familia García Lorca, que “nadie puede impedir que otra persona impida sepultar a sus familiares”. “Nos habría gustado no tener que esperar a tener una sentencia en la mano para pedir los cuerpos de nuestros familiares”, dice.
Nos habría gustado no tener que esperar a tener una sentencia en la mano para pedir los cuerpos de nuestros familiares
Una vez accedan al nivel pueden encontrarse, como informa Antonio Alonso, con que los columbarios hayan perdido la identificación por efecto de la humedad. Tampoco el registro garantiza que se encuentren ahí: asegura el forense que en una ocasión se presentó en el Valle, por su propio pie, un hombre que estaba incluido en una de las listas de enterrados.
Si las cajas que encuentren no están enteras tendrán que analizar todos los restos. “Un análisis de ADN no es caro”, cuenta Antonio Alonso. “Por 300 euros tienes una muestra básica, pero si son varias extracciones el precio sube. Imagina que se encuentran cerca de mil euros, multiplica”. Para hallar los dos cuerpos hay que excluir a los demás y eso es lo que complicará el trabajo técnico. “Es una buena noticia, pero va a ser muy complicado”, cuenta.
Por 300 euros tienes una muestra básica, pero si son varias extracciones el precio sube
La familia Lapeña ha pedido a Patrimonio Nacional que los trabajos los dirija el mejor especialista, Francisco Etxeberria, pero todavía no han tomado una decisión al respecto. Tampoco sabemos cómo reaccionará la comunidad benedictina cuando Patrimonio Nacional les comunique que está en marcha el protocolo para intervenir en la basílica.
En 2011 una comisión de 12 expertos para el futuro del Valle de los Caídos entregó al Ministerio de la Presidencia un informe en el que se aclaraba que el proceso de dignificación del cementerio era algo pendiente. Han pasado seis años y no se ha hecho nada de lo que en él se decía en favor de la citada dignidad: “Recordar y respetar a las víctimas allí enterradas rescatándolas del anonimato y, hasta donde sea posible, del hacinamiento de los restos, para lo cual es preciso investigar, conocer e inscribir de la forma más digna posible los nombres y apellidos de todos aquellos”. Éste parece el primer paso de una carrera de obstáculos a la que no se ha puesto final en cuatro décadas.