Ladera del monte de la ciudad universitaria de la Complutense. Al sol le falta un par de horas para convertir el pinar en el infierno preferido de las chicharras, que gozan sin pudor a partir de los cuarenta grados. Un grupo de arqueólogos del CSIC, acompañado por alumnos universitarios voluntarios, remata el trabajo que iniciaron hace un mes: sacan a la luz parte de una trinchera de medio kilómetro, que sirvió para dar cobijo y resguardo a los combatientes republicanos que retuvieron hasta marzo de 1939 el avance del ejército sublevado de Franco.
Bajo el fuego enemigo a lo más que se puede aspirar es a tener a mano un cubo o una lata y tiempo suficiente para utilizarlo
No estamos en primera línea de fuego, como demuestran los restos que han hallado. Balas, medallas de la Virgen del Pilar, otra de san Antonio de Padua, unas tijeras para cortar vendas. También una caja de munición rusa, detonada. Son rastros de un pasado menos violento que el generado en el cara a cara, entre los brigadistas y las fuerzas moras, en la Casa de Campo.
“Nos gusta encontrar restos de la vida cotidiana”, explica el director de las excavaciones Alfredo González, un reconocido arqueólogo de la guerra civil, que se refiere a elementos como la letrina incluida en una de las trincheras. “Bajo el fuego enemigo a lo más que se puede aspirar es a tener a mano un cubo o una lata y tiempo suficiente para utilizarlo”, escriben en el blog de campaña que mantienen activo.
Sostiene en la mano una bolsa de plástico en la que hay varias balas oxidadas
Sostiene en la mano una bolsa de plástico en la que hay varias balas oxidadas. Llegaron a los fusiles soviéticos como excedentes de la I Guerra Mundial, es munición inglesa. Las primeras armas entraron a las tropas republicanas en octubre de 1936. Ahora estamos en la Casa de Campo, cerca de la carretera de Castilla que atraviesa el Puente de los Franceses. Es una trinchera enorme, cerca de un kilómetro.
Unos 20 estudiantes desvelan lo que la maleza y el terreno se había comido. Es posible que esta trinchera se hiciera a marchas forzadas, por la noche, para cortar el avance de los sublevados, porque, tal y como señala el director de las excavaciones, el trazado es recto, sin recodos defensivos que podrían haberles protegido del fuego enemigo.
Una trinchera única
Al director le recuerda, en algunos aspectos, a las trincheras utilizadas en la Gran Guerra: “Aquí hubo polacos y los alemanes del batallón Edgar André. Algunos de ellos eran soldados veteranos que estuvieron en el conflicto”. Destaca la importancia del hallazgo: “Es la única trinchera que se conserva del frente de la batalla de Madrid”.
El equipo también ha encontrado en las faldas del Cerro Garabitas un taller de artillería
Las fuerzas republicanas perdieron rápidamente sus puestos en la Casa de Campo. En tres semanas la zona ya estaba en manos franquistas y desde ella torturarían a la población civil. De hecho, el equipo ha encontrado en las faldas del Cerro Garabitas un taller de artillería, donde preparaban la morralla mortal que descargaban sobre la ciudad.
“Hay toneladas de munición”. No se parece a la trinchera de la Ciudad Universitaria, aquella más “pacífica”, a la que los expertos llaman zona de socialización. Los soldados se encontraban y charlaban. Allí durante más de dos años, hasta la rendición de la ciudad. Aquí leían, dormían, bebían, jugaban al dominó, a las cartas y de todo queda constancia. Para un arqueólogo es un lugar importante, forma parte de la microhistoria, de esas cosas pequeñas que suelen olvidar los historiadores. A fin de cuentas, ellos ponen el microscopio sobre las pruebas para conocer la experiencia de los protagonistas anónimos.
Los restos más importantes de Ciudad Universitaria estaban en la parte alta de la loma. Aquí hubo batalla en noviembre de 1936, en el primer intento de tomar Madrid. “Se pensaba que el frente había llegado a un kilómetro atrás, pero no es así. Hemos descubierto restos de traza y granadas. Hubo enfrentamiento directo. Es un hallazgo histórico importante”, asegura Alfredo González.
Rellenarán las trincheras con las toneladas de tierra que han sacado y así la memoria volverá a pasar desapercibida
“Sería importante que nuestro trabajo sirviera para algo más que para el informe científico que vamos a elaborar y hacer público”, explica el experto. El trabajo de un mes de todo este equipo finalizará como lo hace la arqueología de la guerra civil habitualmente: rellenarán las trincheras con las toneladas de tierra que han sacado y así la memoria volverá a pasar desapercibida.
La Casa de Campo retomará su vida normal, sin una señalización que explique el contexto histórico de lo sucedido en ese lugar por el que ahora circulan miles de bicicletas de montaña ajenas al pasado de su comunidad. “Es parte de nuestra historia y debemos difundirla y darla a conocer. Eso ya depende de las autoridades. Pero no hay voluntad política y tampoco presupuesto”, es la cruda realidad resumida por el director.
Pagar por excavar
De hecho, la campaña de excavación se realiza gracias a tres estudiantes estadounidenses. El 70% del presupuesto sale de los 4.000 dólares que ha pagado cada uno de ellos para venir a reconstruir una pequeña parte del frente de la guerra civil española, en Madrid.
Nosotros sólo buscamos la verdad y nadie puede negarse a ello
¿Por qué? “Leí hace tres años a George Orwell y de ahí llegue a Ernest Hemingway. Es una oportunidad única para practicar arqueología, en mi país apenas hay campañas. Me interesa la historia reciente. Sabemos muy poco de las personas que lucharon aquí. Este trabajo es realmente fascinante, a pesar de que haya gente que no quiera recordar. Nosotros sólo buscamos la verdad y nadie puede negarse a ello”, explica uno de los estudiantes, ha venido desde Colorado y está pasando el detector de metales sobre el manto de hojas de pino, que cubre el suelo. Acaban de encontrar una medalla, pero hace unos días apareció un obús. Y así, la memoria a flor, en el pulmón de la capital, a la espera de ser recogida.
Desde el arranque de las excavaciones los vecinos se han acercado para dejar testimonios de combatientes, contados por sus hijos y nietos. Testigos de ataques de pánico de milicianos que corrían por las calles de Argüelles, mientras tiraban sus armas y gritaban: “¡Que vienen los moros!”. El testimonio más emocionante, cuentan, es el de la nieta de un joven manchego, Gregorio Duque Villarta, que comandó un batallón de la 6ª Brigada Mixta, en los combates del 19 de enero de 1937, en el entorno de la facultad de Ingenieros Agrónomos.
La mancha de sangre, ya marrón, se extiende por el cuadrante donde sucedieron los combates
La nieta se presentó en la excavación y sacó de una carpeta el mapa de operaciones del sector Ciudad Universitaria. El mapa lo llevaba el joven doblado en su mano izquierda cuando una bala se la atravesó. El mapa está agujereado. La mancha de sangre, ya marrón, se extiende por el cuadrante donde sucedieron los combates.
Hoy los medios acudimos a las trincheras convocados por el grupo Podemos de la Comunidad de Madrid, con José Manuel López, portavoz del grupo al frente de la expedición, que quiere plantear en el siguiente Pleno la creación de un Catálogo de lugares de la Memoria Histórica con elementos pedagógicos. Son el único partido de la comunidad y del ayuntamiento que han visitado ambos lugares. Ni PP, ni PSOE, ni Ciudadanos, ni Ahora Madrid se han interesado por el trabajo de los arqueólogos.
Este periódico ha preguntado al equipo del Área de Educación, Cultura y Deporte del Ayuntamiento, dirigido por Celia Mayer, y la respuesta es clara: “Desde el Área alabamos las iniciativas de la sociedad civil en los procesos de recuperación de la Memoria Histórica. Creemos que más allá del valor patrimonial está el valor humano de una sociedad que no puede dejar desatendidas a las víctimas de un conflicto como la Guerra Civil, que acabó con una democracia legítimamente elegida para instaurar una dictadura que acabó con los Derechos Humanos Fundamentales”.
Carmena no quiere
Los arqueólogos no interpretan su trabajo como una “iniciativa de la sociedad civil”, sino como una labor científica que necesita del apoyo institucional para desarrollar su labor. No han recibido ayudas, ni facilidades. De hecho, la Universidad Complutense les denegó los 2.000 euros que les concedió en 2008 para una tarea similar. Reconocen sentirse desamparados por las instituciones, sin mayores lamentos.
Carmena: "No quiero saber nada de la guerra y menos de la guerra civil en la Casa de Campo"
Además, tal y como ha podido saber este periódico, en una reunión reciente de Manuela Carmena, con la Plataforma Salvemos la Casa de Campo, convocada para dirimir la finalidad del Palacio de los Vargas (futuro Instituto del Hambre en el Mundo), la alcaldesa demostró su hartazgo con la Memoria Histórica: “No quiero saber nada de la guerra y menos de la guerra civil en la Casa de Campo”, dijo. La declaración no oficial de la alcaldesa coincide con el perfil bajo que desde el Área desean transmitir.
La batalla por la Memoria Histórica, librada durante entre PP y Ahora Madrid, el primer año de legislatura del ayuntamiento del cambio, acaba en renuncia. Paca Sauquillo, responsable del Comité de la Memoria Histórica del consistorio, pasó por la excavación de Ciudad Universitaria y pidió a su director un informe “de unas dos páginas” para mediar con la alcaldesa. Sin más noticias.
De la Comunidad depende la museización de estos dos lugares Bien de Interés Cultural
Por su parte, el Ejecutivo de Cristina Cifuentes, responsable de todo lo que tenga que ver con la gestión del Patrimonio en el suelo de Madrid, tampoco ha respaldado la intervención de los arqueólogos. De la Comunidad depende la museización de estos dos lugares Bien de Interés Cultural (BIC). Este año tampoco hay partida presupuestaria para arqueología de la guerra civil.
Los rastros de la batalla volverán a rellenarse y a desaparecer de las lomas de la Ciudad Universitaria, que olvidarán este mes de heridas abiertas y tendrán de nuevo paz por el día y guerra por la noche. Porque este rincón ahora forma parte del Campus de batalla sexual. Más condones, menos balas.