Hildegard von Bingen fue una figura excepcional. En el siglo XII, en un momento en el que las directrices de la Iglesia reservaban a la mujer un papel (aún más) subalterno, no sólo fue capaz de fundar sus propios monasterios, sino que logró permiso del Papa para predicar por ciudades y pueblos, algo sin precedentes, y para interpretar la Biblia, potestad exclusiva de los varones.
Claro que, para ello, usaba un subterfugio: todo lo que escribió sobre teología no era más que la transcripción de la incesante riada de visiones en las que, según afirmó, Dios la impelía a poner por escrito todo lo que le mostraba. Un don, el de las visiones, que se le había manifestado muy pronto: nacida en 1098 en Bermersheim vor der Höhe, hoy en Alemania, y de salud débil, era la más pequeña de los diez hijos de un caballero, que la entregó a la Iglesia para pagar el "diezmo de Dios". A los catorce años ingresó en el monasterio benedictino de Disibodenberg, donde existía una celda para mujeres que compartió con su maestra Judit de Spanheim, conocida como Jutta. En 1148, convertida en abadesa, fundó un primer monasterio exclusivamente femenino en Rupertsberg, cerca de Bingen.
Visiones y ciencia
Por entonces, ya había cumplido el mandato de poner por escrito sus visiones, que según ella Dios le había ordenado en 1142. Para ello, un secretario se encargaba de anotar lo que ella iba describiendo. Muchas de sus visiones, recogidas en su obra mayor, Scivias, eran oscuras imágenes que luego procedía a descifrar. Pero no sólo le ocupó lo espiritual: se interesó también por la medicina, la biología y la botánica (o al menos, lo que en aquellas fechas más podía asemejarse a estas disciplinas), en este caso basándose exclusivamente en sus experiencias, incluso cuando llega a describir lo que, para muchos estudiosos, es la primera descripción por escrito de un orgasmo femenino que nunca haya sido puesta en blanco sobre negro. También pergeñó un idioma conocido como 'lingua ignota', posiblemente para comunicarse con sus monjas, que le ha merecido ser reconocida como la patrona de los esperantistas. Y por si esto fuera poco, escribió una gran cantidad de obras musicales, en las que el diablo llegaba a tener voz, que están siendo reivindicadas en los últimos tiempos.
Precisamente en el Scivias se produce una sorprendente descripción. En un momento en el que aún se consideraba que la Tierra era plana, Hildegard hace uno de los primeros intentos por describir lo que sería nuestro planeta visto, por decirlo de alguna manera, desde el espacio. El Cosmos, tal y como se le apareció en su visión, "tenía forma de huevo y estaba rodeado de fuego. La Tierra, con una curiosa geología delineada por viento y agua, reina portentosa en el centro de un firmamento plagado de estrellas", en palabras de la astrónoma Montserrat Villar. Esta imagen de un cuerpo de forma ovoide rodeado de estrellas por todas partes era, desde luego, un paso adelante en la consideración de la verdadera forma de la Tierra.
La santa del protofeminismo
Hildegard fue consejera de reyes, nobles y papas (como el emperador Federico I Barbarroja o la reina Leonor de Aquitania), además de látigo de los cátaros, pero no le dolieron prendas a la hora de recriminar a los próceres de la Iglesia la relajación de sus costumbres. Murió en 1179 con 81 años, una edad sorprendentemente avanzada para la época, y más teniendo en cuenta la mala salud que arrastró a lo largo de toda su vida. Aunque siempre se mostró obediente a sus superiores, sí manifestó una gran capacidad para seguir sus convicciones, como cuando, al final de su vida, se negó a exhumar a un noble que se había arrepentido en el lecho de muerte de sus pecados, por más que recibiera importantes presiones de la jerarquía católica, que decía que ese arrepentimiento era falso. Puede que nada la defina más que esta frase: "la mujer podrá estar hecha del hombre, pero el hombre no se puede hacer sin una mujer."
En un momento en el que aún se consideraba que la Tierra era plana, Hildegard hace uno de los primeros intentos por describir lo que sería nuestro planeta visto desde el espacio
En 2012 fue declarada santa, y el papa Benedicto XVI la reconoció como doctora de la Iglesia. Hildegard von Bingen ha sido redescubierta por artistas de todos los tipos (como Devendra Banhart, que le dedicó un tema en 2013), ha sido encarnada por actrices como Ángela Molina o Barbara Sukowa, y su música ha sido redescubierta por creadores como David Lynch y Jocelyn Montgomery, quienes en el 2009 grabaron el disco Lux Vivens que recogía sus composiciones. Un asteroide lleva su nombre, Hildegard, y todo un género de plantas se llama Hildegardia en reconocimiento a sus aportaciones a la botánica. Ha influido a la New Age, hay estudiosos que afirman que era homosexual, y por supuesto es símbolo del protofeminismo. Incluso Oliver Sacks se ocupó de sus visiones, que terminó atribuyendo a migrañas.