Estuvo en dos guerras, aunque será recordado por haber librado la muerte en el campo de concentración de Mauthausen y salvar la memoria de decenas de víctimas de la barbarie nazi. Retrató a hurtadillas y logró esconderlas. Rostros, restos y rastros de una pequeña parte de los caídos en aquella cantera infernal. Su testimonio gráfico fue decisivo en el juicio de Núremberg contra la cúpula que ejecutó el Holocausto.
En 2013 supimos que también había sobrevivido a la Guerra Civil española, que estuvo en el frente del Ebro y que conoció la vida cotidiana de varias unidades del Ejército Popular en Aragón y Segre. Gracias a un pequeño milagro laico, el archivo de 1.368 negativos de la guerra civil y la República fueron adquiridos y restaurados: la asociación Fotoconnexió lo compró por 7.500 euros. Así evitó que saliera a subasta, acabase perdido o desmembrado.
El archivo, que ahora publica Now Books en formato libro, con el título Los primeros disparos de Francesc Boix, fue encontrado en Perpiñán. Las fotos fueron realizadas entre 1937 y 1939, cuando Boix tenía apenas 17 años. Las filas que retrata son las columnas de voluntarios del PSUC, ERC y Estat Català. También aparecen militantes de las juventudes del PSUC, entre ellos el propio Boix y Gregorio López Raimundo. Boix protagoniza varias imágenes, sonriente y entregado a las maniobras. No hay imágenes crudas, sino ambiente de retaguardia. Aparece el baile, la colada, el entretenimiento de las tropas antes de la guerra.
Gracias a la iniciativa privada, el fondo que declinó adquirir la Generalitat, pudo salvarse. El precio inicial de aquellas tres cajas con los negativos era de 25.000 euros y los componentes de la asociación lo donaron, finalmente, al Arxiu Nacional de Catalunya. La grafía de Boix aparece en una caja de madera, con cerca de 700 negativos. Las otras dos son de lata y contienen cerca de 660 fotos, posiblemente del padre del propio Boix.
Tal y como aparece en una foto de Robert Capa, que lo descubre a su llegada al campo de Barcarès, marchó al exilio con una maleta, en la que es posible que llevara las fotos encontradas. Boix fue enviado a un batallón de fortificación en la línea Maginot. Posiblemente es el momento en el que las fotos caen en manos del militar jubilado francés que las ha puso en venta. En Maignot fue preso por los alemanes y enviado a Mauthausen. Allí empezó la historia heroica de Francesc Boix, demasiado joven para tanta guerra.