Para Enrique Moradiellos la Historia no es un museo congelado. Para explicarlo suele recurrir a Borges, sus alumnos lo saben: “La historia no es un frígido museo, es la trampa secreta de la que estamos hechos, el tiempo. En el hoy están los ayeres”. Y repite para subrayar que somos herederos del pasado, “en el hoy están los ayeres”. No, el pasado no está ni muerto, ni olvidado, ni curado, ni sanado. Porque para que esto ocurra los historiadores necesitan hablar y escribir y dar que leer.
Por eso para Enrique Moradiellos, Premio Nacional de Historia por su libro Historia mínima de la Guerra Civil española, la Historia tampoco es un cuadrilátero. “Hay poca virtud de tolerancia y la Historia debe ser muy tolerante para entender por qué Franco hizo lo que hizo”, dice el galardonado a este periódico. Para escuchar e interpretar las pruebas, tolerancia. “Me refiero a algunos de mis colegas más pasionales de lo que se debiera. Si odias mucho a Franco, dedícate a estudiar música, porque no sirves para historiador”.
Hay poca virtud de tolerancia y la Historia debe ser muy tolerante para entender por qué Franco hizo lo que hizo
“Estamos hechos de Historia y es algo actual que conforma nuestros principios. Somos hijos del franquismo”, asegura a este periodista. Por eso el jurado ha reconocido su labor por “la ecuanimidad con la que aborda el tema de estudio, por el llamamiento a la concordia que se desprende de sus páginas y por una extraordinaria labor de síntesis que se sustenta en una rigurosa y dilatada trayectoria historiográfica”.
La equidistancia es geometría
Huye de la mentira como de la pasión, de la moralidad y de la equidistancia. Dice que la equidistancia es un concepto geométrico, y que como tal no acepta ningún punto intermedio, que es un concepto que alude a extremos. Y la Historia es un lienzo de matices. Él prefiere la ecuanimidad, porque es la virtud de la templanza. Del templado. “No soy equidistante, pero soy ecuánime. La equidistancia en Historia no puede existir”.
Junto a Borges, en la conversación aparece Tácito. De él ha aprendido que la Historia se basa en un principio sin carga partidista. “La pasión en Historia es muy mala consejera”. Ese es el mandato de Tácito y así lo ha aplicado a lo largo de su vida. “La pasión te impide entender las razones de aquel contrario a ti. No tiene sentido calificar a Hitler de monstruo y olvidarle. Y recuerda las palabras de Tacito, que dice que con buena fe interpretativa de partida, sin encono partidista sectario y tras meditada reflexión sobre los materiales informativos disponibles. Sólo así se conocerá el fenómeno.
Esto lo sufrió Hannah Arendt: la acusaron de reducir la banalidad del mal a un simple hombre funcionario, pero era verdad. “La moral es una trampa para el historiador, porque el historiador debe tratar de entender la lógica del mal”, añade Moradiellos. “En ciencia no admito condenas morales”.
Los libros que enfadan
“Es difícil escribir un libro sobre la Guerra Civil que no enfade a nadie. Pero al menos puedes huir de la impostura. Un fenómeno histórico como la Guerra Civil es delicado, porque a nadie le gusta pensar que ha tenido que ver con el diablo. Por encima de todo eso hay que tener el compromiso deontológico y buscar la verdad, sea cual sea y aunque no me guste”, cuenta el premiado.
Gracias a su talante templado -no equidistante- le han mordido de todas partes. Recientemente ha escrito una crítica al libro de Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular (Espasa), porque “fraude y violencia es un título incorrecto”. “Mi crítica me ha costado disgusto con la derecha. Pero también con la izquierda, porque yo he visto las actas de Cáceres y ahí hubo pucherazo”.
Sin duda ha habido operaciones comerciales, pero no es cierto que la Memoria Histórica lo sea
Es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, ha publicado 1936. Los mitos de la Guerra Civil, El reñidero de Europa: las dimensiones internacionales de la Guerra Civil española y participó en el contradiccionario titulado En el combate por la Historia, donde varias decenas de historiadores ajustaron cuentas con la revisión de los acontecimientos de la Guerra Civil publicados por la Real Academia de la Historia, en el polémico Diccionario Biográfico Español.
Hace unos años Javier Cercas anunció que los estudios sobre la Guerra Civil se debían a puro marketing, ¿corre el peligro la Historia de convertirse en un fenómeno comercial? “Sin duda ha habido operaciones comerciales, pero no es cierto que la Memoria Histórica lo sea. Hubo una necesidad y voluntad de la población, con una generación nueva que mira sin prejuicios. La memoria histórica no ha sido una mera industria, aunque alguno, como Pío Moa, se sumase y se aprovechara de ella”, ha contado Moradiellos a este periódico en alguna ocasión. De hecho, sigue recordando al Estado que tiene cuentas pendientes y cunetas sin exhumar.