Si Apolo debe rehusar su asistencia / o las Nueve dispuestas están a tu servicio; / no las invoquéis, decidle adiós a las Musas, / y prueba el efecto del primer beso de amor.
Estos versos corresponden a 'El primer beso de amor', el poema de Lord Byron, escritor romántico y uno de los escritores más importantes de la historia de la literatura británica. Byron fue conocido, sobre todo, por su talento, pero también se convirtió en una celebridad de la época de la que se contaban rumores, amoríos e historias.
Una de las que ha trascendido al paso del tiempo es su relación con su institutriz, una devota calvinista apodada Mary Gray que le enseñó más de lo que está reservado para ellas. A los nueve años Lord Byron perdió la virginidad y tuvo una relación sexual con ella, aficionada a las orgías, como puedo comprobar un verano en el valle del Dee. El poeta no lo contaría como algo traumático, sino como una experiencia que le ayudó a madurar antes de tiempo. La institutriz seguiría en su vida bastantes años, pero él comenzó pronto a saltar de mujer en mujer.
Se enamoró de su prima Mary Duff, quien lo rechazó rompiéndole el corazón en un hecho que dicen que marcó un punto de inflexión en su faceta como poeta, pero también tuvo un romance con su hermanastra. Por ello se le acusó de incesto, ya que además ella estaba casada y tuvo una hija que siempre se rumoreó que pertenecía al poeta y no a su marido. No es la única hija ilegítima que se le atribuye, ya que también se dice que tuvo una niña con Claire Clairmont, hermanastra de Mary Shelley. La menor murió con apenas había cumplido cinco años.
También se le relacionó sexualmente con hombres y mujeres, también con prostitutas que incluso le ayudaron a mantenerse económicamente cuando se independizó. Hasta contrajo matrimonio. Lo hizo en 1815 con Anna Isabella Noel Byron. Siempre supo que esa relación no tenía futuro, y dicen que en la noche de bodas le dijo que se arrepentiría de “haberse casado con el diablo”. Las infidelidades de él no tardaron en llegar, y ella le abandonó sólo un año después, cuando acababa de nacer su hija, la única reconocida por el poeta, que tras todos los rumores sobre su vida sexual y amorosa acabó condenado al ostracismo y abandonado Inglaterra ese año.