El legado imborrable del faraón Keops, segundo rey de la dinastía IV del Antiguo Egipto, será siempre el poder reivindicarse como el artífice de una de las siete maravillas del mundo antiguo, en concreto, la que en mejor estado se ha conservado hasta nuestros días: la Gran Pirámide de Guiza. A partir de ahí, todo lo que envuelve la vida del gobernante egipcio es presa de pocas certezas y muchos interrogantes y leyendas.
Hijo de Esnofru (o Seneferu) y de Hetepheres, se calcula que el reinado de Keops —Jufu en antiguo egipcio— duró unos veintitrés años, entre 2589 y 2566 a.C. Durante ese tiempo, el imperio del Nilo gozó de uno de sus grandes momentos de esplendor cultural, si bien es cierto que el faraón sustentó su poder en un sistema absolutista —como la mayor parte de sus predecesores y sucesores—, preocupándose en gran medida por su proceso de divinización.
Son muy escasas las fuentes antiguas que hablan sobre Keops y especialmente una de ellas, el relato de Heródoto, ha asociado al faraón con una imagen tergiversada. El historiador griego, que viajó por Egipto dos milenios después de la muerte del rey en cuestión, presentó a Keops como un gobernante despiadado, un déspota que exprimió al máximo a su pueblo con tal de llevar a cabo sus proyectos suntuarios.
También, según esta versión, el faraón habría coartado las prácticas religiosas tradicionales, clausurando templos y santuarios, para concentrar todo el culto divino en su persona. Al menos esto es lo que le transmitió la casta sacerdotal, rivales y claros perjudicados por Keops a causa de ese supuesto enfrentamiento, a Heródoto. Y este así lo transmitiría por escrito.
Sin embargo, esta personalidad de déspota y megalómano contrasta con las descripciones registradas en el Papiro Westcar, una serie de textos escritos entre entre 1650 y 1540 a.C. que califican a Keops como un gobernante oriental tradicional: bondadoso, amable con sus inferiores e interesado en la naturaleza de la existencia humana y la magia. El historiador griego, por el contrario, aseguró que este reinado y el del hijo de Keops, Kefrén, estuvieron marcados por la opresión y la miseria. Esto parece claramente rebatible teniendo en cuenta el exitoso programa constructivo de las pirámides.
La gran leyenda
Pero la leyenda negra en torno a Keops llegó a su cota más alta, como no podía ser de otra forma, a causa de la construcción de su gran joya, la Gran Pirámide de Guiza. El templo tenía una altura de 146 metros de altura, estaba formado por dos millones trescientos mil bloques de piedra caliza de unas dos toneladas y media y 27.000 placas de piedras blancas pulidas como revestimiento; y presenta una precisión extraordinaria en el ajuste de los ángulos y la orientación hacia los puntos cardinales.
Según Heródoto, el faraón, presa de la falta de recursos económicos, se vio obligado a tomar una decisión inverosímil, prostituir a su hija. Así lo narra: "A tal extremo de maldad llegó Keops que, por carecer de dinero, puso a su propia hija en el lupanar con orden de ganar cierta suma, no me dijeron exactamente cuánto. Cumplió la hija la orden de su parte, y aun ella por su cuenta quiso dejar un monumento, y pidió a cada uno de los que la visitaban que le regalara una sola piedra; y decían que con esas piedras se había construido la pirámide que está en medio de las tres".
Este relato ha sido calificado por los egiptólogos como legendario y apócrifo, de la misma manera que es errónea la creencia de que en la construcción de la pirámide, que duró unos veinte años, se utilizaron esclavos. Según diversos estudios, los obreros que levantaron estas joyas históricas eran hombres libres que se turnaban durante el año y lo alternaban con el trabajo en el campo.
Si bien se cree que la pirámide es la tumba del faraón, que continuó asimismo las campañas militares de su antecesor para proteger la frontera de Nubia y asegurar las vías comerciales hacia Oriente, el sarcófago de granito de la cámara del rey se halló vacío. El paradero de los restos o la momia de Keops es la última de las incógnitas sobre un faraón claramente marcado por los misterios.