De todos los monarcas que se han sentado en el trono de España Felipe IV es uno de los más conocidos por su vida privada. Según el hispanista alemán Ludwig Pfandl, el monarca español era un "Hércules para el placer e impotente para el gobierno". Desde que heredara el título de rey de Felipe III tuvo numerosas amantes y relaciones al margen de su matrimonio con Isabel de Borbón y, posteriormente, con Mariana de Austria.
De todas las amantes que se se agenció, entre las cuales se encuentra sor María de Jesús Ágreda, con la cual intercambió más de 600 cartas, la más importante para la dinastía Habsburgo fue María Calderón, cantante y actriz de teatro que enamoró a Felipe IV.
María, conocida también como La Calderona, había nacido en Madrid en 1611 y no sería hasta que cumpliera los 16 años cuando los ojos del rey vislumbraron la belleza de una joven que comenzaba a progresar en el mundo de la interpretación. Por aquella época, pese a su juventud, ya había contraído matrimonio e incluso tenía un amante, muy cercano a la Corte. Se trataba de Ramiro Núñez de Guzmán, duque de Medina de las Torres, y viudo de la hija del Conde-Duque de Olivares.
Pero la obsesión de Felipe IV por la joven actriz le llevó a querer conocerla en su camerino con la excusa de felicitarla por su actuación. Aquella fue su primer encuentro, y la relación terminó siendo conocida prácticamente por toda la ciudad, lo cual enfureció enormemente a la reina. Es más, lejos de disimular su amorío, Felipe decidió construirle a la actriz un asiento en el balcón real de la Plaza Mayor de Madrid.
En ese instante, la reina Isabel estalló y ordenó que la expulsaran del palco real. En consecuencia, el monarca optó por una relación menos pública y evidente aunque para compensar a María construyó un balcón exclusivo para su amante. Eso sí, mucho más discreto que el anterior.
Más problemas reales
Ramiro Núñez de Guzmán también fue un obstáculo que el rey debió solventar. La Calderona había sido amante del duque de Medina de las Torres antes de conocer al monarca español y, pese a la buena relación entre Ramiro y Felipe, este último tenía que ser cauto respecto a cómo llevar su relación fuera del matrimonio. Durante un tiempo, Ramiro se alejó de Madrid y se retiró a Andalucía.
"Quedo yo aquí para favoreceros y honraros como siempre, y haceros espaldas en cuanto hubiéredes menester", le escribió Felipe al duque, ratificando su confianza en él como virrey de Nápoles.
Sin embargo, el problema para Felipe IV no fue el duque, ni su esposa, ni su amante con la cual tuvo un hijo llamado Juan José. El niño que había nacido fruto de La Calderona y Felipe IV fue nombrado virrey de Sicilia. Asimismo, su madre fue finalmente alejada de la Corte e ingresó en el monasterio benedictino de San Juan Bautista en Valfermoso de las Monjas, en Guadalajara.
Lo que podía haber sido una crisis de Estado pasó a ser una de las muchas anécdotas de un rey obsesionado con el sexo y cuyo mayor problema fue no concebir un hijo sano. En 1665 Carlos II el Hechizado heredaba el trono de España.