Jugó un papel importante en la historia de Gran Bretaña, pues Carlos II fue el primer rey después de la república de Oliver Cromwell. Su padre, Carlos I, había sido ejecutado en 1649 una vez terminada la Guerra Civil Inglesa. Tras la confianza del pueblo británico para el regreso de la monarquía, el nuevo rey supo hábil en su relación con el Parlamento.
Asimismo, favoreció las artes y las ciencias y trató de mantener la paz interna de su país. Pero antes debía ganarse el favor de los parlamentarios. Por lo general, los republicanos llevaban el cabello corto, mientras que los realistas lucían una larga melena. De esta manera, la llegada de aquellas extravagantes pelucas que a día de hoy conocemos por las películas británicas, ocultarían la tendencia de los parlamentarios.
A partir de entonces, las pelucas, que ya habían tenido presencia a principios del siglo XVI, generarían todo un movimiento estético que se basaba en las dinámicas de poder y clase. La largura, el color; todo tenía su porqué en la sociedad británica. De hecho, mientras Carlos II vivió en Francia exiliado, antes de ascender en el trono, llevaba consigo una de sus pelucas más especiales. Dicha extensión destacaba porque entre los largos rizos abundaba vello púbico de sus amantes.
Alejándose del puritanismo inglés y de la discreción que siempre ha caracterizado a la monarquía británica, Carlos presumió abiertamente de sus múltiples amantes e incluso les dio reconocimiento público, no solo ubicándolas a su lado en la corte, sino encargando retratos oficiales de sus "reinas" en poses provocativas.
Tal y como escribe D. Tulla Lightfoot en The Culture and Art of Death in 19th Century America, el inglés envió su preciado objeto al conde de Moray, quien vivía en Escocia, como obsequio por un pasado lleno de fiestas y buen ambiente. Dicho regalo personal terminaría en The Beggar's Benison, un club de caballeros escoceses dedicado a "la celebración de la sexualidad masculina". En él, tal y como explica Lightfoot, se realizaban orgías de todo tipo con máscaras y mujeres.
La peluca que contenía vello púbico y que había pertenecido a Carlos II estuvo allí hasta 1775. Posteriormente, el nuevo conde de Moray se la llevó consigo a su nuevo club sexual. Actualmente, la peluca favorita de Carlos II de Inglaterra se encuentra en una pequeña caja en el Museo St. Andrews de Escocia.