Actualmente, Tikal es uno de los yacimientos de la civilización maya más importantes. Está situado en la República de Guatemala y se elevan diferentes construcciones perfectamente conservadas de un pueblo previo a la llegada de Cristóbal Colón.
Hasta el momento, se desconocía por qué una ciudad tan importante quedó completamente abandonada en el siglo IX. Un nuevo estudio publicado en la revista Nature explica que los mayas habían envenenado sus propios depósitos de agua, por lo que sobrevivir en la ciudad era inviable.
La investigación encontró que grandes cantidades de mercurio se vertieron sobre las masas de agua colindantes a Tikal. La ciudad era un terreno con poca agua, por lo que en época de lluvias construían depósitos de agua para poder sobrevivir. Pero los depósitos artificiales fueron contaminados por los mismos mayas. Estos empleaban el cinabrio, un compuesto de color rojo que utilizaban para decorar los edificios que también servía en sus rituales.
El problema es que el cinabrio está compuesto por un 85% de mercurio y un 15% de azufre. El mineral debió alcanzar el agua e intoxicar a sus ciudadanos hasta que estos llegaron a la conclusión de que debían abandonar su hogar si querían sobrevivir.
Al cinabrio se le sumaron unas algas tóxicas llamadas cianobacterias, las cuales se encontraban en el agua y hacían de ella que fuera imbebible. Según ha indicado David Lentz, profesor de ciencias biológicas que ha liderado el estudio, el agua habría seguido estando contaminada aunque los ciudadanos la hubiera hervido previamente.
De esta manera, acompañados de un aumento demográfico que derivó en una desestabilización social y política, la ciudad que había alcanzado su apogeo durante el Período Clásico, entre el 200 y el 900 d.C., entró en una crisis de la que no pudo salir.
Las ruinas de la histórica ciudad se redescubrirían en el siglo XIX, aunque pudieron haber sido halladas por el explorador español Hernán Cortés, quien pasó a escasos kilómetros en el año 1525.