La traición de Napoleón que atrapó a 15.000 soldados españoles en Dinamarca sin escapatoria
Antes de que Napoleón conquistara España, Godoy envió todo un ejército al país danés para ayudar a los franceses.
11 agosto, 2020 02:39Noticias relacionadas
"Se estrecharon las manos con dolor / ¡Solo lo conocí en medio de su corazón!". Con este verso finaliza un breve poema del mítico escritor Hans Christian Andersen. Lo curioso es que aquel poema, que se haría muy popular en Alemania, está dedicado a un soldado español que conoció cuando era pequeño.
"Un buen día, me alzó un soldado español en sus brazos y apretó contra mis labios una medalla de plata que llevaba colgando sobre su pecho desnudo. Recuerdo que mi madre se enfadó mucho y dijo que eso era católico; pero a mí me habían gustado la medalla y el extranjero aquel, que bailaba girando conmigo en brazos mientras lloraba; por lo visto él tenía niños allá en España", escribió el autor de La Sirenita. Aquel soldado español era uno de los 15.000 que se habían quedado atrapados en suelo danés en 1807.
Uno de los personajes más controvertidos del siglo XIX fue sin duda la figura de Manuel Godoy. Fue uno de los hombres de confianza de Carlos IV, aunque en la Corte le recibieran con el sobrenombre de Choricero. Su popularidad se disparó en 1795 tras lograr una paz honrosa en la guerra con Francia. De hecho, sería él quien diera la orden de enviar dos columnas a Dinamarca para apoyar a las tropas de Napoleón, quien necesitaba ayuda para proteger las costas danesas de desembarcos británicos.
Los 15.000 soldados no llegaron hasta Copenhague, cuyos habitantes tenían mayor contacto con el exterior debido a que era la capital de un importante país con puerto marítimo. Se asentaron en diferentes pueblos pequeños donde había gente que jamás había visto a un extranjero. El moreno español contrastaba con la piel blanca y el rubio de los ojos nórdicos. De hecho, a día de hoy, aún se dice que los daneses con ojos marrones descienden de los españoles, pues muchos mantuvieron relaciones con mujeres danesas durante la expedición.
Un cambio de planes inesperado
El hecho es que los españoles nunca llegaron a entrar en combate. Al menos no contra los británicos. Mientras que se organizaban bajo el mando del marqués de La Romana, estalló la Guerra de Independencia en España. Napoleón había invadido el país y los 15.000 soldados se hallaban a miles de kilómetros de su hogar. Habían ido a socorrer a un aliado que ahora resultaba ser un enemigo.
Fue el teniente Rafael Lobo, desde Londres, quien les comunicó lo sucedido con Napoleón. No obstante, no podía entrar en Dinamarca desde Inglaterra ya que ambos países eran enemigos, por lo que recurrió al sacerdote escocés católico James Robertson. Este hablaba alemán perfectamente y se hizo pasar por mercader de chocolate. A partir de entonces, la información sería transmitida en un sistema de claves basado en los versos del Cantar del Mío Cid.
La división también había llegado hasta Dinamarca. Algunos de los soldados se posicionaron a favor de José Bonaparte y los demás se vieron obligados a jurar lealtad al nuevo monarca. El sometimiento francés no duraría demasiado. Lobo había conseguido desembarcar en Dinamarca y las noticias de la Guerra de Independencia desencadenaron en un plan de evacuación en el país danés. La misión era que los regimientos controlaran diferentes pueblos portuarios para escapar a España. Tras una audaz maniobra, la mayoría pudo hacerse a la mar para regresar lo antes posible a su patria.
Por desgracia, no todos pudieron huir y aunque muchos españoles llegaron a tiempo a casa para combatir a los franceses, hasta 5.000 soldados se quedaron atrapados en Dinamarca. Fueron inmediatamente trasladados a Francia y posteriormente obligados a luchar en los fines expansionistas de Napoleón.