Carlos I de España y V de Alemania nació en Gante en febrero de 1500 y con apenas 17 años, tras la muerte de su abuelo, Fernando el Católico, desembarcó en la Península para hacerse cargo de la corona castellana sin apenas conocer el idioma español. Soñaba con levantar un imperio universal cristiano pero su reinado pronto se encontraría con la resistencia de miles de vecinos de Castilla.
La revuelta de las comunidades comenzó en 1520 y se prolongó hasta 1522. Muchos fueron los héroes comuneros que combatieron las tropas monárquicas: Juan de Padilla, Juan Bravo, Francisco Maldonado o María Pacheco, entre otros. ¿Qué puede suponer apenas dos años en la longeva historia de toda una nación? El historiador e hispanista francés Joseph Pérez escribe en La revolución de las comunidades de Castilla que "este acontecimiento tuvo una profunda influencia en el destino posterior de España". Durante más de dos siglos se mantuvo en el olvido, pero a partir de la llegada del liberalismo español se ha ido recuperando este acontecimiento de corte antiimperialista.
El alzamiento se inició en Toledo y poco a poco las demás ciudades castellanas se fueron sumando a la causa. Este 21 de agosto se cumplen exactamente 500 años del incendio de Medina del Campo, el cual desembocó en el levantamiento de toda Castilla, especialmente de ciudades que hasta el momento se habían mantenido al margen, como era el caso de Valladolid.
La prosperidad de Medina del Campo dependía en su mayor parte de gentes de otras ciudades. Por ello, cuando el movimiento comunero llamó a las puertas de la localidad, la villa dudó en qué bando alinearse. Si se posicionaba con los mercaderes de Burgos, exportadores, estaría traicionando a los manufactureros y comerciantes de Segovia, Salamanca o Toledo. A su vez, de apoyar la causa comunera, estaría rechazando al nuevo rey.
Castilla se rebela
Por aquel entonces, Medina del Campo era uno de los núcleos comerciales más importantes de la Corona de Castilla. Además, albergaba un cuantiosa guarnición de artillería y los realistas, temiendo que la resistencia comunera se prolongara todavía más, enviaron aproximadamente 1.500 hombres para hacerse con las armas. Liderados por Rodrigo Ronquillo y Antonio de Fonseca, se encontraron con una marabunta de medinenses bloqueando el acceso a la ciudad.
Se habían apoderado de todas las armas y las reunieron en la plaza para custodiarlas. El pueblo sabía que si los realistas conseguían las piezas, las emplearían para atacar Segovia, ciudad donde habían iniciado una serie de levantamientos populares.
Los defensores de Carlos I no tardaron en amenazar a los furiosos vecinos. Si no entregaban las armas en un plazo de 15 minutos serían acusados de traidores. Ante la negativa de los comuneros, se generó la incertidumbre entre los realistas. Algunos pensaban que no merecía la pena iniciar una masacre por "seis o siete bocas de artillería".
Las llamas de Medina del Campo iban a provocar un nuevo incendio por toda Castilla
Finalmente, Fonseca ordenó incendiar varias partes de la localidad con el propósito de dispersar a la multitud congregada en la plaza junto a la artillería, pero esta no se disgregó y permaneció junto a los cañones mientras las llamas avanzaban. "El incendio de Medina avivó la Guerra de las Comunidades, quemó la mayor parte de las casas de los hombres de negocios —inmersos ya en una crisis de liquidez (1519-21)—, y deslizó la revolución hacia las capas más bajas de la sociedad medinense", relata Eufemio Lorenzo en Historia de Medina del Campo y su tierra.
Las llaman devoraron parte del casco antiguo y el convento de San Francisco, que guardaba las posesiones de muchos comerciantes medinenses. De esta forma, y tal y como escribe Joseph Pérez, "las llamas de Medina del Campo iban a provocar un nuevo incendio por toda Castilla".
El sueño comunero se avivó tras la extinción del fuego en Medina del Campo. Valladolid, el núcleo más relevante tanto histórico como políticamente, se declaraba en rebeldía. La Junta de Tordesillas trató de ganarse el favor de Juana I de Castilla, teórica reina de Castilla, pero desplazada por su hijo Carlos. Se instauró un gobierno revolucionario que se enfrentaba al Consejo Real.
Sin embargo, la reacción del rey Carlos consiguió mermar el fuelle revolucionario y en apenas unos meses consiguieron recuperar el orden real. La batalla de Villalar el 23 de abril de 1521 terminó por derrotar a los comuneros, cuyos líderes fueron ejecutados el día siguiente. Toledo resistió hasta febrero de 1522, pero la revolución comunera ya era entonces parte de un pasado castellano utópico que nunca pudoculminar.
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