El (re)descubrimiento el verano del año pasado del dolmen de Guadalperal, un monumento megalítico erigido en torno al 4000 a.C. en lo que hoy en día es el embalse de Valdecañas, en la provincia de Cáceres, fue un verdadero acontecimiento mediático reseñado en los periódicos y televisiones de todo el mundo. Por su valor histórico y su excepcionalidad, la Dirección General de Bellas Artes creó un grupo de trabajo para garantizar su conservación. Tras unas rápidas labores de reconocimiento y estabilización de los ortostatos, el conocido como Stonehenge español volvió a quedar sumergido.

A pesar de las limitaciones provocadas por la pandemia, los expertos del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), la Universidad Complutense de Madrid y el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA) han seguido recabando datos para la mejor comprensión y el control del yacimiento. La semana pasada finalizó la primera campaña de prospecciones subacuáticas, en la que los investigadores, a bordo de una zódiac, han sondado con un sistema de multihaz y un sonar de barrido lateral más de 12 millas náuticas (23 kilómetros lineales) para recrear tridimensionalmente el fondo del pantano.

"Esto nos permite analizar varias cuestiones: la preservación de los yacimientos, su estado, las posibles afecciones que pueden presentarse en un futuro, cómo funcionan los sedimentos, si ha habido un desplazamiento de rocas y la forma en que eso puede afectar a los sitios arqueológicos", explica a este periódico Enrique Cerrillo, profesor de Prehistoria en la UCM y uno de los directores de las investigaciones. A falta de procesar e interpretar los datos, hay optimismo moderado respecto a la salud del dolmen: "Tenemos controlada una situación que hace un año parecía incontrolable. Si se registra alguna alteración lo vamos a saber".

Vista aérea del dolmen de Guadalperal. Jero Morales Efe

"El sonar es como si hicieras una fotografía aérea y el multihaz sería más como una ecografía o una resonancia que se ve en tres dimensiones", aclara Rocío Castillo Belinchón, arqueóloga subacuática del ARQVA, que también ha intervenido en esta primera campaña y considera estos primeros resultados como "muy prometedores". La segunda tecnología, por ejemplo, se ha utilizado para investigar pecios como el de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hundida del sur de la costa de Portugal.

El esquema de trabajo de los científicos, que se han valido de los medios técnicos del Instituto Hidrográfico de la Marina del Ministerio de Defensa y han contado con la colaboración de la Junta de Extremadura y de la Confederación Hidrográfica del Tajo, consiste en obtener modelos tridimensionales en alta definición del conjunto megalítico y su entorno para monitorizar su evolución y hacer un seguimiento periódico. En septiembre de 2019, cuando el yacimiento todavía estaba en seco, utilizaron escáner láser y drones. Esos datos, comparados ahora con los recogidos con el sondador multihaz, desvelarán si los más de cien menhires se han movido o si el pantano aporta sedimentos que protegen el monumento o lo erosionan.

Los investigadores, durante la toma de datos en el embalse de Valdecañas. Ministerio de Cultura

"En esta campaña se ha registrado una doble novedad: los compañeros del Instituto Hidrográfico de la Marina nos han dicho que nunca habían hecho una batimetría ni utilizado la teledetección para documentar un yacimiento en un embalse de España", destaca Rocío Castillo, la especialista del Museo Nacional de Arqueología Subacuática. Hasta el momento no se han realizado inmersiones en el pantano ni están previstas, pero no se descartan si llegado el caso son necesarias.

Agustóbriga

Aunque el dolmen alcanzó fama universal el pasado verano —el Ministerio de Cultura y Deporte ya ha abierto un proceso para declarar el sitio arqueológico Bien de Interés Cultural—, la comunidad académica lo tenía más que fichado. "Para la gente esto es como una novedad que ha aparecido ahora, pero llevamos fotografiando el dolmen desde 2012 y existe un registro anterior", apunta Enrique Cerrillo, experto en Prehistoria Reciente de la Península Ibérica y con más de una década de experiencia en el estudio de estos monumentos sumergidos. Y apunta un riesgo explícito de esa fama: "Realmente el movimiento de piedras es nulo, afectan más las visitas, con las que se han llegado a partir piedras".

El tesoro de Guadalperal, como también se lo conoce, fue excavado entre 1925 y 1927 por el prehistoriador y geólogo alemán Hugo Obermaier. Como en aquel momento no existían las dataciones por carbono-14, se ofreció una cronología aproximada en base a los hallazgos de restos cerámicos. Esas fechas se han podido precisar algo más gracias a las investigaciones recientes en otros dólmenes próximos —algunos también están sumergidos—. El Stonehenge español, según estos paralelismos, se construyó hace unos 6.000 años y probablemente sobre un poblado más antiguo. En 1963 quedó bajo el agua tras la construcción del embalse de Valdecañas.

Los trabajos de este grupo, que reúne a algunos de los mayores especialistas españoles en arqueología megalítica, no se circunscriben exclusivamente al monumento que ha sido noticia a nivel mundial. "Guadalperal no era un unicum, estaba rodeado por más de una decena de dólmenes semejantes que estamos reconociendo. Estudiándolos por fuera, su distribución, dónde se ubicaban, el tamaño que tenían... también nos ayuda a comprender Guadalperal", explica el doctor por la Universidad de Extremadura.

Una de las especificidades de este monumento monolítico, añade, es que fue uno de los primeros de su 'familia' que se estudiaron en España con metodología arqueológica. Sin embargo y paradójicamente, se conoce mucha menos información sobre el conjunto de Guadalperal que de otros aledaños o similares. 

Las ruinas romanas de Agustóbriga que fueron recolocadas. Turismo Extremadura

Ángel Castaño, presidente de la asociación cultural Raíces de Peralêda y principal impulsor de la puesta en valor del dolmen, se muestra satisfecho con los nuevos estudios: "Nos parece un reconocimiento de su importancia y de que las autoridades se lo han tomado en serio, ojalá sirva no sólo para conocer más datos de él sino para avanzar en su conservación". Y añade: "También nos parece muy conveniente el hecho de que quieran prestar atención a toda la cuenca del embalse, pues esta zona encierra uno de los puntos arqueológicos más importantes de la Península y hasta ahora no ha merecido la atención de casi nadie. Esperamos, no obstante, que el hecho de ampliar el radio de actuación a todo un extenso conjunto del patrimonio no termine por convertir los necesarios objetivos concretos en deseos generales más etéreos".

Y es que los investigadores están catalogando cualquier tipo de elemento arqueológico que haya en la zona, como la antigua ciudad romana de Agustóbriga, también sumergida en el pantano, que corre "más peligro" de pérdida. Un sitio muy interesante porque tuvo una primera ocupación durante la I Edad del Hierro, luego se superpuso el asentamiento romano y sobre este se instaló la localidad de Talavera la Vieja. "Lo poco que se conocían eran monumentos aislados, cosas muy puntuales, pero hay infinidad de estructuras romanas en ese entorno y nos interesa saber en qué estado están", revela Enrique Cerrillo, y cierra con una ambiciosa conclusión: "Gudalperal ha sido una excusa para hacer otras cosas más".

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