Una de las imágenes que mejor plasma el espíritu de la Transición se tomó en la embajada de España en México el 20 de noviembre de 1978. Es una postal de reconciliación, de democracia, de un país incipiente que al fin parece olvidar las trincheras. Una sonriente Dolores Rivas Cherif, viuda de Manuel Azaña y una de las figuras todavía vivas del exilio republicano, saluda y agarra cariñosamente de la mano a la reina Sofía y a Juan Carlos I. Un encuentro cargado de simbolismo, como el gesto que este jueves tendrá Felipe VI con la memoria del escritor y político, del que fue presidente de la Segunda República durante los terribles años de la Guerra Civil.
El Rey será una de las autoridades que asista a la inauguración de la exposición Azaña. Intelectual y estadista, organizada por la Biblioteca Nacional de España —abierta hasta el 4 de abril de 2021— en colaboración con la Secretaría de Estado de Memoria Democrática y Acción Cultural Española (AC/E). Un gesto, un reconocimiento, a un personaje capital en la historia contemporánea del país. "Es muy oportuno este aval", dice Jesús Cañete, uno de los comisarios de la muestra. "Azaña era un hombre que tenía convencimiento pleno en el funcionamiento y el fortalecimiento de las instituciones".
La exposición, que se enmarca en el 80 aniversario de la muerte del protagonista, aborda cronológicamente la vida de "un intelectual con vocación política o político con vocación intelectual" a través de dos centenares de objetos. Y se presenta con una clara misión: "Deshacer los tópicos y prejuicios que ven en Azaña a un oscuro funcionario o, como decía Unamuno, un escritor sin lectores. Es un personaje sobre cuya dimensión cultural y política no se ha hablado lo suficiente y queremos acercarlo a las nuevas generaciones", desliza Cañete, comisario junto a Ángeles Ejido. También para enterrar algunas "mentiras históricas", como la consigna de "tiros a la barriga" que se le atribuyó durante la revuelta anarquista de Casas Viejas, en enero de 1933.
En las salas de la BNE se podrá ver la carta autógrafa que Azaña le envió a Diego Martínez Barrio el 27 de febrero de 1939 en la que presentaba su dimisión como presidente de la República y la mesa de trabajo sobre la que la firmó, ya en la localidad francesa de Collonges-sous-salève. También la tricolor que el alcalaíno izó en su último acto en suelo español y con la que pidió que fuese recubierto su cadáver, enterrado en Montauban en noviembre de 1940. Sin embargo, las autoridades francesas no lo permitieron y el féretro fue cubierto con la tela de México. La bandera republicana acabaría, junto a otras de sus pertenencias, incautadas por la Gestapo, hasta que apareció en 1984 en una comisaría de Policía de Madrid.
Además de fotografías y cintas audiovisuales curiosas, como una que documenta las tres visitas de Azaña al frente francés durante la Gran Guerra —fue el intelectual español más comprometido con la causa aliada—, destacan otras piezas procedentes tanto de la BNE como de otras instituciones nacionales y extranjeras: sus diarios robados que se recuperaron en 1984 y que se exponen por primera vez, la última página del segundo borrador de La vida de don Juan Valera, obra por la que le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura en 1927, un texto publicado en El Heraldo de Alcalá en el que habla de la función del periodismo para despertar conciencias críticas o las primeras ediciones de las catorce traducciones que hizo.
"Si de algo puede pecar la exposición es de abrumadora. Es sorprendente que en tan poco tiempo se hiciera tanto en unos momentos tan convulsos", señala Jesús Cañete, destacando su respaldo al manifiesto por Liga de Educación Política de España, junto a Ortega y Gasset. Azaña, nacido en Alcalá de Henares el 10 de enero de 1880 y licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza, fue presidente del Ateneo de Madrid, ministro, jefe del Gobierno y pieza fundamental de los debates de su tiempo: el Estatuto de Cataluña, la Reforma Agraria, la cuestión religiosa o el voto de la mujer. Además, colaboró en diferentes diarios, dirigió la revista España y fundó La Pluma.
Programa conmemorativo
La exposición, además de continuar la apuesta del actual Gobierno por la memoria histórica del último siglo —sigue la estela de la dedicada a finales del año pasado al exilio republicano y organizada por el Ministerio de Justicia— se encaja también dentro de un programa conmemorativo por las ocho décadas del fallecimiento de Manuel Azaña. Unos actos empezaron el pasado noviembre con varios homenajes en el Congreso de los Diputados y Alcalá de Henares y que se prolongarán a lo largo de 2021, coincidiendo también con el nonagésimo aniversario de la proclamación de la Segunda República.
En la programación se incluyen una serie de conferencias, "Ciclo Azaña", en el Instituto Cervantes a lo largo de enero y marzo, acciones artísticas en el Círculo de Bellas Artes, conciertos en la Residencia de Estudiantes y otros coloquios o ponencias tanto en la BNE como el Museo Nacional del Prado, esta última titulada "El Prado es más importante para España que la República y la Monarquía juntas": Manuel Azaña y el Patrimonio durante la República y la Guerra Civil, que la impartirá el catedrático Arturo Colorado Castellary. En su ciudad natal, el próximo 3 de febrero, también se inaugurará la exposición Alcalá y Azaña: huella y presencia.
Las celebraciones se completarán con la emisión en Radio Televisión Española de varios podcasts con fragmentos de sus discursos y un ciclo de películas de los años 30 en la Filmoteca Española. Según ha explicado el Gobierno, su objetivo es homenajear "a una de las personalidades más destacadas de la España del siglo XX". Precisamente en 2021 la obra de Manuel Azaña también quedará libre de derechos. Seguro que muchas editoriales se lanzan a publicar al hombre más citado en el Congreso —con el permiso de Antonio Machado—, tanto desde la izquierda como desde la derecha.