La Cueva de Els Trocs, situada en San Feliu de Veri (Bisaurri, Huesca), fue ocupada estacionalmente por los primeros pastores trashumantes documentados en Europa, según nuevas investigaciones de la Universidad de Valladolid.
La revista PLOS ONE (The Public Library of Science ONE) publica el trabajo del equipo de arqueólogos e investigadores llevado a cabo en esta cueva, situada a más de 1.500 metros de altitud, dirigido por el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid Manuel A. Rojo Guerra y el técnico arqueólogo del Gobierno de Aragón José Ignacio Royo Guillén.
Aunque el fenómeno económico y social de la trashumancia es propio de la Edad Media, se puede decir que su esencia, que es ese movimiento altitudinal de los rebaños desde el valle o las tierras bajas del Ebro en este caso a los pastos de verano de las zonas montañosas, fue practicado hace ya 7.500 años por los primeros pastores que se adentraron con sus animales domésticos en el Pirineo Axial en la Alta Ribagorza oscense.
Los resultados son "contundentes" ya que, a través del estudio de las pautas de sacrificio de los restos de ovinos acumulados en la cueva a lo largo de los más de 2.000 años que estuvo ocupada de manera recurrente e intermitente (ocupaciones estacionales de finales de primavera y verano), se detecta una progresiva disminución de las muertes perinatales, han precisado dichas fuentes en nota de prensa.
También se constata un retraso en la edad de sacrificio de esta cabaña y, por tanto, la práctica de una gestión ganadera avanzada en la que el control creciente sobre la época de cría y la explotación de los pastos en altitud resultarían factores clave para aumentar el tamaño y la capacidad productiva de los rebaños.
El estudio que acaba de ver la luz es multidisciplinar ya que, a la arqueología de la cueva propiamente dicha, aúna los estudios arqueozoológicos coordinados por Marta Moreno García, científica titular del Instituto de Historia del CSIC en Madrid, y los análisis de isótopos de carbono y oxígeno sobre la bioapatita del esmalte de los dientes de ovejas llevados a cabo por Carlos Tornero, investigador del IPHES en Tarragona. Abarca también el análisis de los paleoparásitos hallados a lo largo de la secuencia estudiados por Alizé Hofman, de la Universidad de Toulouse.
Los datos isotópicos registrados en la bioapatita del esmalte dentario revelan no solo que las ovejas recuperadas en la Cueva de Els Trocs vivieron a lo largo del año en ambientes ecológicos diferentes, pasando en el valle otoño e invierno y en la montaña primavera y verano, sino que también evidencian, por primera vez, la desestacionalidad del ciclo natural reproductor de esta especie.
Por su parte, los análisis de los paleoparásitos indican que la cantidad de parásitos por muestra de sedimento recogida a lo largo de la secuencia aumenta en cantidad y variedad de helmintos (un tipo de gusano parásito) conforme se avanza en el tiempo, lo que ha permitido corroborar el aumento de la actividad ganadera en el entorno de la cueva desde el neolítico antiguo hasta el neolítico medio/final. Reflejan también la relación de la movilidad de los rebaños con la expansión del proceso de neolitización y antropización de las zonas de alta montaña del Pirineo Axial.
"Estamos, por tanto, ante la primera constatación científica de este tipo de explotación pecuaria en toda Europa en un momento muy temprano que el carbono 14 nos ha cifrado en unos 7.300 años aproximadamente", ha resumido la entidad académica.
Gran masacre
Estos nuevos resultados se añaden a la investigación llevada a cabo el año pasado, donde constataron, según Manuel A. Rojo Guerra, la existencia de nueve individuos que presentan "evidencias de violencia increíbles".
En total son cinco adultos y cuatro niños con relaciones de parentesco: hay una mujer anciana, un padre de unos 30 años y su hijo de unos 6; mientras que los otros infantes son de madres distintas que no se han encontrado en la cueva.
Todos estos seres neolíticos fueron asesinados brutalmente allá por el 5.300 a.C.: cuatro de ellos murieron probablemente por los flechazos que recibieron en el cráneo, pero como sucede con el resto de sus compañeros del grupo, también fueron apaleados en la cabeza y en otros huesos, especialmente los largos de las extremidades, todos quebrados. Todos ellos formaban parte del grupo que se dedicaba a la trashumancia, el primero que se conoce en toda Europa.