El castillo de Alcalá la Vieja, construido a mediados del siglo IX, formaba parte del sistema defensivo de la Marca Media que los musulmanes levantaron para contener el empuje de los reinos cristianos. Fue bautizado en época andalusí con el nombre de Qal'at 'Abd al-Salam y para su erección se emplearon sillares de época romana de la antigua ciudad de Complutum. La fortaleza fue conquistada por las tropas de Bernardo de Sedirac, arzobispo de Toledo, en 1118, arrebatando así a los almorávides una plaza fuerte fundamental por su carácter estratégico.
La última campaña de excavaciones efectuada en los vestigios del castillo, situado sobre un cerro al sureste de la localidad madrileña de Alcalá de Henares, ha sacado a la luz un tramo de más de 100 metros de la muralla del periodo musulmán y dos torres inéditas desconocidas. Los trabajos, financiados por la Comunidad de Madrid y con una duración de tres meses, han estado dirigidos por los arqueólogos Miguel Ángel López Marcos y Luis Francisco López. Según los expertos, estos resultados cambian la imagen que hasta ahora se tenía de la fortaleza.
"Algunas de las torres semiderruidas estaban a la vista desde el momento de su abandono en el siglo XVI. Pero la novedad ha sido el descubrimiento de dos nuevas torres de época musulmana de las que no había constancia", señala López Marcos, también restaurador. "Han aparecido muy dañadas, sin apenas desarrollo por lo que estaban enterradas, y ha sido necesario restaurarlas y consolidarlas".
Los investigadores consideran que estas torres y lienzos de muralla sufrieron los efectos del asedio cristiano del año 1118. Los atacantes disponían de una destacable maquinaria bélica compuesta de trabucos híbridos y/o de tracción que situaron en una elevación cercana —tradicionalmente se ha identificado el cerro Malvecino como el lugar de emplazamiento de las catapultas, aunque una reciente investigación ha desvelado una historia diferente— para lanzar los bolaños de piedra sobre el castillo. Tras su conquista, la fortaleza fue reconstruida y ocupada hasta su abandono definitivo en el siglo XVI.
Además de las piedras de época romana, los musulmanes también emplearon durante la construcción del sitio un aparejo de mampuesto y sillarejo combinado con ladrillo macizo para el resto del paramento. El problema es que la localización escogida y el ordenamiento poliorcético —el castillo tenía una planta triangular fruto de adaptarse a las vertientes del páramo en el que se ubica— no fueron ni mucho menos los más idóneos, debilitando su defensa.
"El diseño del asentamiento se ajustó demasiado a los bordes del promontorio arcilloso", explica López Marcos. "Además, la cimentación no tiene apenas profundidad y se confía su solidez a esas primeras hiladas de sillares calizos y de granito reaprovechados de época romana. La falta de cimentación, quizás por la premura en la edificación original, hacía que los paramentos fueran débiles y, por lo tanto, un fácil objetivo a los bolaños que llovían desde los cerros adyacentes".
Esta última campaña de excavación ha demostrado las debilidades constructivas del castillo, los derrumbes provocados por el asedio de principios del siglo XII —en algunos sectores se derrumbaron grandes paños del muro, de los que solo se han encontrado las primeras hiladas— y ha desvelado las reparaciones efectuadas después. "Las reconstrucciones y refuerzos de época cristiana sólo podían remendar los muros dañados, aunque sin una consistencia que hiciera que la fortaleza perdurase en el tiempo", añade el arqueólogo y restaurador.
Otro de los hallazgos más significativos ha sido el arranque de una gran puerta de acceso a uno de los arrabales de la fortaleza: una de las ranguas ha sido encontrada a los pies de la muralla. Los expertos han consolidado los restos aparecidos y, además, han realizado una reconstrucción hipotética del arco de herradura por el que se accedía al castillo. También se ha identificado en el interior de la torre 5 un pequeño amuleto de época musulmana, una figura antropomorfa de arcilla blanca. La dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid tiene previsto continuar con las investigaciones para musealizar el yacimiento.