El historiador Pompeyo Trogo dotaba a los hispanos de ciertas particularidades en comparación con los romanos de la Penínsulta Itálica. Según él, destacaban por su dureza y resistencia. A lo largo de la historia, numerosos hispanos destacaron en la historia militar, política y cultural de Roma. Adriano o Trajano son los más conocidos, pero hubo muchos más que a menudo se olvidan.
Por ello, el escritor Paco Álvarez, trata de recuperar la figura de estos hispanos que apenas tienen presencia en las aulas ni en las instituciones españolas. "Muchos de ellos conformaron un primer Siglo de Oro no de España, sino de Roma. Eran romanos de aquí", explica Álvarez a este periódico.
Precisamente así ha titulado su nuevo libro, Romanos de aquí. Historias estupendas de los romanos nacidos en Hispania (La Esfera de los Libros), en el que propone un recorrido por la Península relatando las vidas de los hispanos más celebres de la Antigua Roma.
"Lucio Cornelio Balbo es fundamental y de los más desconocidos", asegura Álvarez. No solo fue el primer no nacido en Italia en ser nombrado cónsul en el año 40 a.C., sino que además se codeó con las grandes élites romanas. Se hizo amigo íntimo de Julio César y estuvo presente en una de las anécdotas más conocidas del dictador.
Por invitación de Balbo, César acudió al templo gaditano de Hércules, su hogar. "Al contemplar una estatua de Alejandro Magno se echó a llorar, como avergonzado de su inactividad pues no había hecho todavía nada digno de memoria en una edad en la que ya Alejandro había conquistado el orbe de la tierra", cuenta el historiador Suetonio.
"Parece ser que Lucio Cornelio Balbo escribió un libro (Ephemeris) que no ha sobrevivido, en el que narraba los acontecimientos de su vida y de la de César. Daría un brazo por leerlo", comenta Álvarez.
Grandes hispanos
Trajano y Adriano fueron los grandes representantes de Hispania. Ambos habían nacido en Itálica. No obstante, es Adriano quien, antes de ser proclamado emperador, sufrió la burla de los senadores nativos de Italia. El primer día que el princeps alzó la voz en el Senado, se rieron de él por su acento. Este acontecimiento refleja, una vez más, las particularidades de los hispanos en el Imperio.
Otro relevante personaje peninsular llevaba el nombre de Marco Cornelio Nigrino Curiacio Materno, "uno de los mejores soldados de la historia del Imperio romano". Nació en la actual Liria (Valencia) en el año 40 d.C. Fue un político y militar y candidato al trono imperial que ocupó numerosos cargos como el de estatúder de Galia Aquitania, cónsul o senador.
En quien Paco Álvarez hace hincapié por su puesto es Cneo Papirio Eliano, un granadino que tuvo el honor de ser el primer gobernador de Britania. Viajó por todo el Imperio romano durante su carrera política y militar. "Fue cuestor en Acaya, en Grecia, al otro lado del mundo, posiblemente antes de cumplir los 25 años. Después fue pretor y tribuno de la plebe. Combatió en Panonia y gobernó la Dacia Superio", apunta el autor.
No todos ejercieron como soldados o políticos. Marco Valerio Marcial impresionó a toda Roma con su poesía y Cayo Apuleyo Diocles lo hizo como auriga. Es, tal y como señala Álvarez, el mejor piloto de carreras del mundo. Comenzó a correr a los 18 años y se retiró a los 42, participando en 4.257 carreras y obteniendo 1.462 victorias.
Mujeres
A pesar de que las mujeres estuvieran relegadas a un segundo plano, también ha llegado hasta nuestros tiempos el legado de grandes romanas que se plasman en la nueva obra de Álvarez. La más desconocida es sin duda Egeria, de quien ni siquiera recordamos su verdadero nombre.
Corría el año 1884 cuando un erudito descubrió un códice medieval que incluía varias obras, entre ellas una que llevaba por título, en latín, Itinerarium ad Loca Sancta (Itinerario a Tierra Santa). Lo más sorprendente de todo era su autoría: una mujer, Egeria, natural de la provincia romana de Gallaecia. Redactado a finales del siglo IV, es el relato de viajes más antiguo que ha surgido de la Península Ibérica.
"Egeria gozó de una gran libertad de movimientos para su tiempo. Fue una gran viajera", escribe José María Blázquez en el perfil del Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia dedicado a la peregrina. "Después de pasar tres años en Jerusalén, decidió irse a Mesopotamia, y desde allí a Constantinopla, recorriendo la calzada interior de Asia Menor. [Hasta] Pensó ir a Éfeso para visitar el martirio del apóstol Juan", añade. "Egeria era desconocida por mujer y por hispana", recalca Álvarez.
Su obra repasa otros muchos nombres, como es el caso del filósofo Séneca, el emperador Teodosio u Osio de Córdoba, consejero de Constantino I el Grande. En definitiva, esta obra de Paco Álvarez demuestra que España fue tan romana como Italia, aunque a veces parezca que la memoria histórica de la antigua civilización está condenada al ostracismo.