Desde que la democracia regresó a España hace ya más de 40 años, la bandera, el emblema que agrupa a todos los ciudadanos, resulta polémica dependiendo de la tendencia política desde la cual se mire. Orígenes franquistas, nacionalismos, símbolos republicanos... Los españoles nos peleamos por todo, y la bandera no es ninguna excepción.
Según el artículo cuarto de la Constitución la bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas. Decía Julio Anguita, amado ideológicamente por la izquierda y humanamente por todos, que le producía "dolor que el himno y la bandera" de su país "dividan y no unan como ocurre en Francia".
En todos los países europeos, el símbolo de su nación es percibido de diferentes formas. En Dinamarca, por ejemplo, la Dannebrog cuelga de todos los establecimientos, independientemente de la ideología de sus dueños. Solo ahora, debido al crecimiento de la extrema derecha en Europa, han comenzado los radicales a apropiársela. "Sin embargo, al haber formado parte de sus vidas durante tantos siglos, por ahora sigue siendo patriótica pero no manifestantemente nacionalista", escribe Tim Marshall en El poder de las banderas. Historia y significado de nuestros símbolos (Península).
Marshall ha sido reportero cubriendo las guerras de Croacia, Bosnia, Macedonia, Kosovo, Afganistán, Irak, Libia, Siria e Israel. Conoce países de todas las culturas y lenguas y también las inquietudes de sus gentes. En su reciente libro narra la historia de distintas banderas que ocupan el globo, haciendo hincapié en lo que significan y los conflictos que generan.
Si hay un país cuyo pueblo se siente orgulloso por sus colores ese es Estados Unidos. En España no son pocas las referencias que se hacen a la potencia norteamericana, envidiando su unión mientras aquí genera debates políticos. No obstante, ¿cómo llegaron a tal cohesión? ¿Es realmente todo como parece?
Barras y estrellas
Los prototipos de la bandera más reconocible del mundo se dio en 1760, aunque se necesitaron casi dos siglos para que tuviera la forma actual. Un año después de que el Congreso declarara la indepencencia sobre Gran Bretaña se determinó que la bandera de Estados Unidos tuviera 13 barras, rojas y blancas alternas y que tuvieran 13 estrellas, blancas en un manto azul, el cual representaría una nueva constelación.
En ningún momento se explicó cuáles eran los motivos de estos colores. En su momento, el secretario Charles Thomson afirmó que el blanco siginificaba "pureza e inocencia"; el rojo, "resistencia y valor"; y el azul, "vigilancia, perseverancia y justicia".
Con el paso del tiempo, y pese a una guerra civil que hizo florecer la bandera Confederada, los estadounidenses supieron dirigir su amor hacia un símbolo que hoy en día se considera prácticamente sagrado. "Ninguna otra bandera de un país está cerca de igualar el reconocimiento que infunde la bandera estadounidense, ni la magnitud de las emociones negativas o positivas que evoca", escribe Tim Marshall.
El factor principal que derivó en la actual veneración de la bandera se debe al Juramento de Lealtad, publicado por primera vez en 1892: "Juro lealtad a mi bandera y la República a la que representa, una nación indivisible con libertad y justicia para todos". Estas palabras las recitaban al unísono en acontecimientos públicos y especialmente en las aulas de los colegios públicos.
"Se propagó paulatinamente por todo el país y sirvió para forjar una identidad nacional tras la guerra de Secesión y durante un periodo de elevada inmigración. La bandera se usó para fomentar la lealtad y la unidad en un país fragmentado y diverso", explica el autor.
En 1923, se dio un paso más y se añadió a los centros educativos, donde los niños jurarían a la bandera en ceremonias escolares. Esta ley, aprobada definitivamente en 1942, duraría poco tiempo. En 1943, en mitad de la Segunda Guerra Mundial, se volvió inconstitucional exigir que se hiciera el juramento. La costumbre, empero, ya era difícil de erradicar. "Sigue siendo una práctica generalizada y casi desconocida en otras democracias modernas", destaca Marshall.
Sea correcto o no, tal y como considera Tim Marshall en su obra, la verdad refleja que la bandera de los Estados Unidos "todavía mueve el alma humana", mientras que en otros países sus propios símbolos generan rechazo a parte de la ciudadanía.