Estados Unidos vuelve a acaparar los focos mediáticos tras el asalto al Capitolio de Washington sufrido por los seguidores de Donald Trump que trataban de evitar la sesión conjunta del Congreso que certificaba la victoria de Joe Biden. Cuatro fallecidos, amenazas de bomba, toque de queda, Mike Pence evacuado y decenas de parlamentarios refugiados en el sótano del Congreso han sido algunas de las imágenes más impactantes que han tenido lugar en una de las áreas más protegidas del mundo. Y, curiosamente, no es la primera vez en la historia que el Capitolio es tomado por la fuerza.
Los Estados Unidos de América han gozado a lo largo de su corta existencia de una paz considerable dentro de sus fronteras. El país nunca ha llegado a ser conquistado y su sistema democrático presidencialista nunca ha estado en peligro. Sin embargo, en agosto de 1814, con motivo de la guerra anglo-estadounidense, los británicos pudieron tomar la ciudad de Washington D.C. e hicieron arder sus edificios públicos, incluyendo la Casa Blanca y el Capitolio.
El conflicto se había iniciado dos años antes, cuando el incipiente gigante norteamericano pretendía conquistar las colonias canadienses con dominio del Reino Unido. Era una estrategia sublime, puesto que sabían que su antigua metrópoli se encontraba pendiente de los movimientos de Napoleón Bonaparte.
Aunque los estadounidenses jugaran con ventaja, fueron incapaces de aprovecharla y en 1814 cayó el gran Imperio napoleónico. El Reino Unido al fin podía dedicarse enteramente a la pequeña rebelión estadounidense. Enviaron hasta tres ejércitos de invasión al otro lado del charco y consiguieron penetrar por Maine hasta lograr entrar en Washington en agosto del mismo año.
Incendio del Capitolio
Las tropas inglesas llegaron a las puertas del Capitolio el 24 de agosto y no dudaron en entrar por la fuerza en el enorme edificio de ladrillo blanco en el que se encuentran las dos cámaras del Congreso de los Estados Unidos.
El Gobierno había abandonado la capital y el presidente James Madison había huido, dejando a su esposa Dolley Madison y a sus trabajadores y esclavos la responsabilidad de salvar de la Casa Blanca los objetos de valor. Al igual que los asaltantes trumpistas de anoche, los soldados ingleses caminaban libremente por los largos y anchos pasillos del Capitolio, rodeados de libros y obras de arte, pero la primera dama había conseguido proteger el retrato de George Washington.
Asimismo, los soldados británicos no tuvieron suficiente con la ocupación del Capitolio y también tomaron edificios públicos e incluso la Casa Blanca para posteriormente prenderles fuego. "Solo una tormenta torrencial salvó al Capitolio de la destrucción completa", se explica en el apartado de Historia de la página oficial del Senado de los Estados Unidos.
El incendio devastó especialmente el ala del Senado del Capitolio, la parte más antigua del edificio, donde se encontraba la valiosa pero inflamable colección de libros y manuscritos de la Biblioteca del Congreso, entonces ubicada en el edificio del Capitolio.
Aquel triunfo británico apenas duró un día, ya que posteriormente abandonarían la capital estadounidense y la guerra terminaría devolviéndoles a ambos bandos las fronteras previas a la guerra. En cuanto al Congreso, siguió reuniéndose en el Hotel Blodgett hasta que se trasladó a Brick Capitol, una gran estructura de ladrillo rojo construida para albergar al Congreso temporalmente. No sería hasta 1819 cuando volvería a instalarse en el Capitolio de los Estados Unidos.
Desde entonces, el histórico edificio ha permanecido intacto y sus muros protegidos constantemente por las fuerzas de seguridad. Ha sido en este 2021 donde, nuevamente, el Capitolio ha sido asaltado en una "insurrección", esta vez llevada a cabo por seguidores de Donald Trump.