Villabermudo de Ojeda es una pequeña localidad y una pedanía del municipio de Herrera de Pisuerga en la provincia de Palencia. En esta remota tierra de Castilla y León se esconden, ajenos a ojos de muchos españoles, tesoros y joyas arqueológicas de la Antigua Roma.
A su paso por la Península Ibérica, la civilización romana dejó una herencia enorme que ha llegado hasta nuestros tiempos. Cerca de donde se ubica Villabermudo, siglos atrás, se instalaron las tropas de conquista provenientes de Italia. Entre el 20 a.C. y el 40 d.C, queda constancia de la presencia de la Legio IIII Macedonica en Pisoraca (hoy Herrera de Pisuerga), y en sus alrededores se han hallado todo tipo de teselas, tejas, vidrios y demás elementos que prueban el paso de los romanos por la actual provincia de Palencia.
No obstante, es una villa tardorromana el hallazgo más importante que se produjo a mediados del siglo XIX. Esta villa se localizó en el término Praderahonda, a un kilómetro al oeste de Villabermudo. Junto a ella emergieron en las cercanías un ara dedicada a las ninfas, una lápida y un gran mosaico que suscitó el interés de los excavadores. "Los primeros meses del año 1844, descubrí un pavimento de mosaico en el lindero de una heredad y un arroyo", escribía en un informe el abogado Eugenio Pérez, de la localidad vecina de Herrera de Pisuerga.
Este mosaico romano, del que hoy en día no se sabe nada, presentaba escenas de cacería con Diana como representación principal. La deidad mitológica, que posteriormente pasaría a ser una diosa de la luna y emblema de la castidad, era originalmente una diosa de la caza, relacionada con los animales y las tierras salvajes. Desde un primer momento, el bello elemento decorativo fue parcialmente dañado.
"Pérez justifica que el rigor del invierno, la no presencia directa en los trabajos manuales de los obreros y, según él, la inexperiencia y mal hacer provocaron la destrucción del mosaico o mosaicos", explica el investigador Cesareo Pérez González en la publicación Nuevos datos para un mejor conocimiento histórico-arqueológico del asentamiento hispanorromano de Vullabermudo de Ojeda (Palencia).
Destrucción del mosaico
Según las descripciones de la época, la diosa estaba de pie, ladeada a la derecha, y vestía una túnica corta. Con la mano izquierda sostenía un arco mientras que con la derecha sacaba una flecha del carcaj que llevaba en el hombro. Detrás había un ciervo macho "con alta cornamenta" y a la izquierda se apreciaba un árbol. En cuanto a los colores que debían decorar el mosaico, no se sabe nada.
Datado en un principio en el siglo II y III d.C., cualquier posibilidad de que sus descubridores pudieran venderlo quedó en nada. Por aquel entonces, en pleno siglo XIX, España comenzaba a modernizar su administración y a proteger su patrimonio. El país se encontraba en pleno Bienio Progresista y a la pequeña localidad palentina acudieron expertos para conocer de primera mano la villa romana y sus tesoros.
Tras ser descrito como un "interesantísimo mosaico romano", se acordó trasladarlo a la ciudad de Palencia. La falta de medios y de carros de transporte empujó a las autoridades competentes a querer transportarlo en barcas por el canal de Castilla en Herrera de Pisuerga. Sin embargo, el peligro al que se exponía la reliquia del Imperio romano paralizó la operación. La Comisión de Monumentos, creada a mediados del siglo XIX, determinó que la obra no podía ser trasladada y se optó por levantar un casetón que lo custodiara.
Allí permaneció durante varios meses, hasta que en 1863 el alcalde F. Jorde comunicó que el mosaico ya no existía. La falta de fuentes y la imprecisión de las pocas existentes, no dejan claro lo sucedido en la localidad palentina. "El mosaico había sido destruido por ignorantes curiosos", explica el portal de la Diputación de Palencia. Para el Museo Arqueológico Nacional, según el informe El Museo de Palencia. Antecedentes, vicisitudes, resultado, este acabaría perdiéndose "por falta de consignación para realizar debidamente los trabajos de rescate".
Los demás hallazgos fueron protegidos debidamente. El ara de ninfas sí fue enviado a Palencia, y se colocó en una capilla hasta que posteriormente se trasladó al Museo de Palencia, donde se encuentra actualmente. Los restos de la villa romana, por otra parte, se encuentran también en este mismo museo, así como en el Museo del castillo de Ampudia. El mosaico de Diana Cazadora no pudo ser analizado exhaustivamente, dejando a Villabermudo y a todos los españoles sin su mosaico más valioso, del que solo queda un sencillo dibujo.