La cabeza y el torso de Juno, esposa y hermana de Júpiter, reina de los dioses, señora del cielo y de la tierra y protectora de la maternidad, aparecieron en julio de 2010 durante unas excavaciones en el yacimiento romano de Regina, en Casas de Reina, Badajoz. La escultura sedente femenina de mármol, que representa a la deidad de la antigua ciudad, probablemente formó parte de la Triada Capitolina que presidía el foro hacia el siglo II d.C., la época de mayor esplendor del municipio, que fue un centro de explotación de importantes recursos mineros hasta su abandono a partir del siglo IV.
Nada más registrarse el hallazgo, los arqueólogos se dieron cuenta de que en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz se conservaban, desde 1987, las piernas de una estatua sedente femenina. La historia de esta pieza es mucho menos ortodoxa: fue adquirida por el Ministerio de Cultura a un anticuario de Cáceres, que a su vez la había recibido de una familia de Llerena. Lo llamativo es que en su parte posterior se había tallado un escudo nobiliario con dos torres y dos series de rombos.
El emblema, barajan los investigadores, corresponde a Sancho de Paz, un personaje ilustre de Llerena en el siglo XVI que llegó a ser Contador Mayor de Castilla y tesorero de la Casa de Contratación de Sevilla; es decir, un alto funcionario de la corte de Carlos V. También fundó y costeó en la localidad pacense el convento de San Francisco para su enterramiento y el de su familia. El edificio religioso estuvo en activo hasta la desamortización de Mendizábal, en 1836, y a partir de ahí cayó en estado de ruina. Precisamente en el primer registro oficial de la pieza de las piernas de Juno se detalla que "apareció en el derribo de un monasterio gótico en Llerena".
Ahora, tras siglos de separación, las dos partes de la escultura de la diosa, una de las más importantes del panteón romano, vuelven a estar juntas —diversos estudios, como el realizado por el arqueólogo Andrés F. Silva Cordero, han confirmado la conexión de los fragmentos—, gracias a la nueva exposición inaugurada esta semana en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, en la que también se incluye otra figura excepcional de mármol de una mujer hallada en el teatro romano de Medellín. Juno, al fin —su cabeza ha pasado más de una década en el almacén de un polígono industrial—, vuelve a mostrarse en toda su magnitud.
El reencuentro ha sido celebrado en Casas de Reina, pero ha servido además para reavivar ante la Junta de Extremadura una vieja reivindicación histórica: la necesidad de un museo en el propio yacimiento donde se muestren los hallazgos. Desde la Asociación Regina Viva lamentan que en Badajoz solo hay expuestas una docena de piezas procedentes de la antigua ciudad romana. "Todo lo demás, que es mucho y muy importante, sigue guardado en cajas", apuntan fuentes del colectivo. "Es inexplicable que una cabeza del emperador Trajano [que perteneció a una estatua colosal] esté sin exponerse. Es única en Extremadura y tenemos claro que cualquier otro lugar ocuparía un sitio destacado en un museo. Contamos con otra representación del emperador Claudio de joven que tampoco está expuesta".
Museo local
Los dos bustos y otro que representa al genio del municipio se hallaron en un pozo situado delante de los tres templos, en el área sagrada del foro. Se trata de "un programa iconográfico de primer orden", según explicaba a este periódico José María Álvarez Martínez, exdirector del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y el encargado de los trabajos de excavación en el sitio desde 1978 hasta fechas recientes. Pero esperan, como varios centenares de piezas más, abandonar la oscuridad del almacén donde se guardan actualmente.
Desde la citada asociación muestran un inventario de una treintena de folios en el que se recopilaron los descubrimientos de Regina hasta el año 2010: aparecen mencionadas numerosas epigrafías, como la de la restauración del templo dedicado a la Pietas Augusta, objetos de la vida cotidiana de todo tipo y condición, como ánforas o lucernas, pedestales de estatua —véase el del genio de la ciudad—, capiteles corintios de la escena y la parte trasera del teatro y los templos, monedas, estatuillas de bronce, un ara funeraria que hace mención a un ciudadano reginense, el altar de la propia Juno y un largo etcétera.
Casas de Reina quiere que todos esos objetos históricos se muestren in situ en un centro de interpretación, tanto para presumir de su riqueza patrimonial como para servir de motor turístico de la zona. El problema es que la legislación autonómica de Extremadura impide la creación de espacios museísticos de ámbito arqueológico en las localidades con yacimientos en su término territorial, algo que, aunque suene contradictorio, sí permite la legislación estatal y que es posible también en otras comunidades autónomas. Agustín Castelló, el alcalde de Casas de Reina, de menos de doscientos habitantes, ha vuelto a pedir a la Junta que se modifique esta normativa.
La Asociación Regina Viva también está concienciando a los vecinos sobre la necesidad de poner en valor el yacimiento —víctima de innumerables expolios y, además, partido en dos por una carretera provincial de escaso uso— y de donar las piezas arqueológicas que conservan en sus casas. Hace unos meses un individuo entregó una lápida funeraria dedicada a una pareja romana, Rufinia y Terentiano, del siglo II d.C., antiguos esclavos convertidos en libertos; y unos días atrás se donó otro capitel. Regina busca en la actualidad, como hace dos milenios, convertirse en un relevante enclave de Hispania.