Hace año y medio, dos historiadores italianos abrieron un debate inédito hasta ese momento en torno a la causa de la muerte de Alejandro Farnesio, una de las figuras militares más extraordinarias de las que se rodeó Felipe II. Armaron un proyecto que consistía en exhumar y analizar con las últimas herramientas de la medicina forense los restos del que fuera gobernador de Flandes durante más de una década y de su esposa, María de Portugal, sepultados en la iglesia de la Santa María della Steccata, en Parma.
Giuseppe Bertini y Anna Zaniboni lanzaron la hipótesis de que Farnesio, que falleció en la noche del 2 al 3 de diciembre de 1592 a los 47 años, fue envenenado. La insinuación causó una gran sorpresa entre las voces autorizadas, como la de Luis de Carlos, autor de Alexander (Crítica), la última biografía sobre el duque de Parma, quien señaló que nadie había sugerido antes esa posibilidad. De hecho, existía cuórum entre los historiadores sobre el fallecimiento por causas naturales del que está considerado como el mejor general al servicio del Rey Prudente y de la Europa de su tiempo.
La ciencia acaba de confirmar que la teoría del envenenamiento es estéril, infundada, errónea. Alejandro Farnesio, según los análisis realizados por los profesionales del Instituto de Medicina Legal del Hospital Mayor de Parma y la policía científica, murió como consecuencia de una neumonía. Nada de conspiraciones de los rebeldes flamencos, los protestantes franceses o el propio Felipe II, a quien también se había incluido en la terna de homicidas. Por mucho recelo que hubiesen generado sus triunfos bélicos y éxitos políticos, nadie acabó concienzudamente con el hombre que se forjó en Lepanto y participó en la mal llamada Armanda Invencible, entre otros hitos.
El estudio de los restos mortales de Farnesio, realizado por un equipo multidisciplinar compuesto por médicos forenses, dentistas, radiólogos, un antropólogo que ha reconstruido su rostro y el de su mujer y un paleoantropólogo, ha dado la razón a los historiadores. "No hubo envenenamiento", ha señalado Rossana Cecchi, de la Universidad de Parma, a los medios italianos. Los investigadores, en función de los datos obtenidos, han descartado una hipotética intoxicación por metales, que era la más frecuente de la época.
Por el contrario, sí han identificado restos de cobre y zinc entre el radio y el cúbito de uno de sus antebrazos. En abril de 1592, durante su segunda campaña en territorio francés para apoyar los intereses de la Liga Católica, Farnesio fue herido en el asedio a Caudebec por una bala de arcabuz, que hubieron de extraerle mediante una dolorosa operación. La presencia de los citados metales entre los huesos se ha relacionado con los instrumentos quirúrgicos empleados para sacar el proyectil.
La dieta
Farnesio, tercer duque de Parma, bisnieto del papa Paulo III y sobrino del propio Felipe II —su madre, Margarita de Austria, era hija ilegítima del emperador Carlos V—, había perdido para entonces la predilección del monarca español. Apartado del gobierno de Flandes a principios de 1592, su salud, machada por incontables enfrentamientos bélicos y terrestres a lo largo de los dominios de la Monarquía Hispánica, empezaba a agonizar. Además, la herida provocada por el disparo de arcabuz se infectó y le provocó una fiebre elevada.
Varios meses después, cuando salió de Bruselas convocado por Felipe II para mediar en la nueva coronación del rey de Francia, Farnesio "se iba cayendo del caballo, y a no llevar dos lacayos a los lados que le iban teniendo, diera muchas veces en el suelo", según un testigo. A la altura de la abadía de Saint-Vaast, en la localidad francesa de Arras, el genial militar sufrió una crisis cardíaca y murió en la noche del 2 al 3 de diciembre. El análisis científico de su cuerpo, depositado en una tumba de mármol en una iglesia parmesana desde el 15 de marzo de 1593 y escoltado por su morrión y su espada, ha desvelado con lo que acabó con su vida fue una neumonía.
El estudio de los dientes conservados también ha servido para determinar la dieta de Alejandro Farnesio y su esposa, María de Portugal: mientras que él tomó alimentos duros y poco cocinados, el menú habitual de un hombre de guerra del siglo XVI, ella consumió muchos azúcares que le provocaron numerosas caries. Los cadáveres de ambos personajes han vuelto a ser inhumados en la cripta de la iglesia de la Santa María della Steccata. Misterio histórico (inexistente) resuelto.