Las aguas de Sicilia se han convertido en la actualidad en una de las grandes minas para el conocimiento de la Antigua Roma. La ingente cantidad de vestigios que han emergido en los últimos meses —varios pecios de época republicana, centenares de ánforas, armamento naval, etcétera— ha empujado a las autoridades locales y a los arqueólogos subacuáticos a hablar de una auténtica "primavera de la arqueología". El ritmo de anuncio de los nuevos hallazgos parece incluso haber adelantado al prolífico e infinito Egipto de los faraones.
Las últimas novedades tienen que ver con la batalla de las islas Egadas (241 a.C.), un episodio culminante de la Primera Guerra Púnica que enfrentó a unas 200 naves romanas, comandadas por Cayo Lutacio Cátulo, contra una flota cartaginesa algo más numerosa. El triunfo de la Urbs, que hundió cincuenta embarcaciones enemigas y capturó otras setenta, además de hacer 10.000 prisioneros, supuso su proclamación como la primera potencia naval del Mediterráneo.
Cuatro espolones de los quinquerremes romanos, un arma que se colocaba en la proa a la altura de la línea de flotación y que se utilizaba para embestir a los barcos enemigos, fueron recuperados la semana pasada como parte de un proyecto de investigación en el que colaboran la organización de arqueología marítima RPM Nautical Foundation, la Superintendencia del Mar de la región de Sicilia y los buceadores de la Sociedad para la Documentación de Yacimientos Sumergidos (SDSS, por sus siglas en inglés).
Las piezas de hierro, de unos 200 kilos, contaban con unas hojas afiladas de 60 centímetros de ancho que estaban diseñadas para perforar y quebrar los cascos de madera de los navíos rivales. Llamados rostra en latín —rostrum en singular—, los arqueólogos subacuáticos han recuperado hasta ahora veinticinco espolones en los últimos quince años en la zona donde tuvo lugar la famosa batalla de las islas Egadas. Muchas de estas piezas descubiertas en el fondo del mar se exponen en la actualidad en el museo homónimo del enfrentamiento, situado en la isla de Favignana.
Durante el mes de agosto, los investigadores han identificado en la zona un pecio romano datado entre finales del siglo IV y comienzos del siglo V d.C. con una carga de alrededor de 1.500 ánforas que transportaban la popular salsa garum desde la Península Ibérica; los restos de otra nave relacionada con la batalla del año 241 a.C., que también conservaba su espolón y una inscripción latina —muy cerquita se halló una bomba sin explotar de la II Guerra Mundial—; y vestigios de material militar, como trozos de más cascos.
Vehículo submarino
El embrión del proyecto de investigación sobre la batalla de las islas Egadas se remonta a 2001, cuando el arqueólogo Sebastiano Tusa descubrió en la consulta de un dentista de Trapani, una localidad en la costa oeste de Sicilia, uno de los espolones de las embarcaciones romanas. La pieza fue incautada por las autoridades italianas, quienes descubrieron que había sido extraída del fondo del mar por un pescador local en la zona donde se habría desarrollado el célebre choque de la Antigüedad. Las pesquisas se han desarrollado desde 2005 hasta la actualidad y se han saldado con la documentación de una veintena de pecios, anclas o dos excepcionales cascos de tipo Montefortino.
El enfrentamiento naval se registró en un momento en el que Roma y Cartago se encontraban asfixiadas tanto a nivel económico como humano. El general Amílcar estaba en Sicilia con una flota insuficiente para enfrentarse a Lutacio Cátulo, por lo que 250 naves cartaginesas al mando de Hannón se lanzaron al mar, a pesar de las nefastas condiciones climáticas, para tratar de socorrer a su líder. Ralentizadas por el exceso de provisiones y sin capacidad para esquivar la batalla, terminaron cayendo en la trampa del comandante romano.
"Creíamos que los barcos intentaron embestirse por el costado, pero muchos de los espolones que hemos descubierto están dañados, lo que sugiere que fueron proa contra proa. En cualquier caso, fueron colisiones muy violentas", ha explicado David Ruff, de la organización RPM Nautical Foundation. Valeria Li Vigni, la superintendente del Mar de la región de Sicilia, ha asegurado que los cartagineses no eran tan refinados en el plano del armamento naval con sus enemigos: "Sus espolones que hemos encontrado tienen inscripciones del dios Baal y están peor fabricados que los romanos, que cuentan con la firma de un juez que verificaba que se hicieran de acuerdo con las reglas y cumplieran con los estándares".
Los arqueólogos están utilizando todas las herramientas que brindan las nuevas tecnologías para sacar a la luz más evidencias de la batalla y comprender su desarrollo. "Estamos empleando un vehículo submarino autónomo, más bien como un torpedo inteligente, que cruza el lecho marino y utiliza un sonar para buscar objetivos interesantes a 80 metros de profundidad", ha explicado Ruff.
La batalla de las islas Egadas, a la que siguió la firma del Tratado de Lutacio (241 a.C.), supuso para Cartago la pérdida de su dominio marítimo en el Mediterráneo y de importantes dominios. En el otro lado de la balanza, Sicilia se convirtió en la primera provincia romana fuera de la Península Itálica y su principal productora de grano durante siglos, así como un importante espacio comercial y estratégico para el control naval del Mare Nostrum. La arqueología sigue desvelando esa apasionante historia.