A finales de los años 70, durante una jornada de faena, un agricultor de Valdetorres del Jarama, al norte de Madrid, halló en sus tierras una escultura en mármol negro del dios Tritón. El descubrimiento casual de la figura alertó a los arqueólogos sobre el potencial del lugar y una serie de excavaciones descubrió una villa romana singular, única en España: tenía forma octogonal. Pero es posible que este relato sea más idílico que real, y que el yacimiento saliese a la luz por la apertura de un camino con maquinaria pesada hacia el río Jarama. De hecho, uno de los cubículos del edificio, seguramente la zona de la entrada, se ha perdido.
La villa erigida en tiempos del emperador Teodosio I (347-395), que ocupaba un lugar dominante de todo el valle sobre el que se asienta, en la ruta entre Complutum y Talamanca —el paisaje cambió drásticamente en época isabelina, con la construcción de la presa del Pontón de la Oliva—, ya forma parte de la Red de Yacimientos Visitables de la Comunidad de Madrid. Un equipo de arqueólogos y restauradores acaba de terminar la segunda campaña de excavación y musealización del sitio, con una duración de tres meses, que ha estado impulsada por la Dirección General de Patrimonio de la Consejería de Cultura en colaboración con el Ayuntamiento de Valdetorres del Jarama.
"La musealización del yacimiento ha dejado un referente cultural que se había perdido desde su excavación en los años 80", explica Miguel Ángel López Marcos, director de la intervención. Las anteriores actuaciones en el sitio, declarado Bien de Interés Cultural, habían despojado al edificio octogonal de cualquier elemento decorativo o arquitectónico: se extrajeron las esculturas, las basas de columnas o las pinturas para garantizar su conservación, pero quedando así la villa "desnuda", "perdiendo su dignidad y su identidad", que ya habían sido víctimas del expolio desde su abandono en época tardoantigua.
López Marcos señala que se han hecho réplicas de las esculturas, copias de las pinturas murales que se habían perdido, reproducciones de basas de columnas y pilares, o reconstrucciones de solados de opus signinum. También se han prospectado las terreras antiguas para encontrar materiales constructivos desechados en su día. En la primera campaña de 1978 ya se habían localizado restos de esculturas, marfiles, bronces, cuchillos o cerámicas.
"Como resultado se ha podido musealizar el edificio octogonal reconstruyendo parte de sus técnicas constructivas para mostrar al visitante cómo fue en origen", detalla el arqueólogo. "Las esculturas replicadas se han exhibido en la zona del patio, cuyo muro perimetral funciona como 'expositor' de las mismas. Ni era su lugar original ni se conoce, más allá de que pertenecieran a un grupo escultórico más amplio como pudiera ser una gigantomaquia. Incluso algunas de las estatuas pudieron formar parte de un Nympheo", añade.
El singular octógono, de 2.200 metros cuadrados, seguramente fue una construcción pública: una statio o mansio del camino o un macellum para celebrar nudinae. "Ya sea hostal o mercado, el edificio se halla incompleto y forma parte de un complejo mucho mayor, probablemente haya una villa asociada al edificio octogonal", apunta Miguel Ángel López, que considera que las termas, las cocinas o los almacenes están bajo tierra en los alrededores.
Las investigaciones en el yacimiento han permitido reconstruir la arquitectura del edificio, que deja al interior la planta de un octógono que hace de patio y peristilo distribuidor a varias estancias, habitaciones (cubiculum) y comedores o salones (oecus o triclinios). El pasillo habría estado cubierto por soportales sustentados por columnas y arcos de medio punto. "La construcción tosca, de bolos cuarcíticos de la zona y lajas de caliza dibuja grandes espacios comunes y habitaciones que fueron expoliados en época visigoda antes de su abandono absoluto", señala el director de los trabajos.
La recuperación del complejo romano busca la rentabilidad social y patrimonial de "un yacimiento ninguneado hasta ahora", concluye Miguel Ángel López, con grandes posibilidades para fomentar el turismo arqueológico en la zona. La escultura en mármol negro de Tritón se conserva en los fondos del Museo Arqueológico Nacional, pero su réplica ya puede verse en Valdetorres del Jarama, de espaldas al patio de esta villa romana única.