La belleza y la destemplanza con las que el acérrimo europeísta Stefan Zweig describió en El mundo de ayer (Acantilado) la desintegración y destrucción de Europa hasta en dos ocasiones, le han convertido en uno de los grandes arquitectos de la memoria trágica común, de ese pasado definido por las guerras mundiales, los totalitarismos y la sepultura de la libertad y el progreso. El escritor austríaco fue un afilado ensayista y un virtuoso novelista que retrató como nadie la ruinosa época que le tocó vivir, pero es que en su inmensa obra, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo, también cultivó lienzos fascinantes de tiempos pretéritos.

Zweig (Viena, 1881 – Petrópolis, Brasil, 1942), que terminó suicidándose al resultarle insoportable el desarraigo y la autodestrucción de su "patria espiritual", no solo fue el biógrafo intelectual de Europa: se aventuró a trazar los Momentos estelares de la humanidad —probablemente su libro más famoso— y las vidas, hazañas y desgracias de un variopinto abanico de personajes en el que incluyó reinas, marinos, escritores, humanistas o actrices. El conjunto de esas Biografías las acaba de editar Acantilado por fin en un único volumen en lo que supone uno de los acontecimientos literarios del año.

El intelectual austriaco narró en estas semblanzas —todas traducidas de nuevo del alemán por Carlos Fortea, Roberto Bravo de la Varga y Tiana Puig i Soler—, con especial destreza narrativa y agudeza psicológica, las historias de personajes insignes como Erasmo de Róterdam, Fernando de Magallanes, María Estuardo, María Antonieta, Joseph Fouché, Honoré de Balzac y Marceline Desbordes-Valmore; y de destacados contemporáneos y amigos suyos, a los que admiró profundamente, como Émile Verhaeren y Romain Rolland.

Sandra Ollo, editora de Acantilado, explica que la gran virtud de Zweig como biógrafo reside en su destreza para dibujar un retrato humano profundo y de enorme fineza: "Intenta entender las razones del personaje que analiza, no solo trazar el contexto de su vida y sus peripecia". De hecho, se sumerge tanto en la naturaleza de sus biografiados que da la sensación de haberlos inventado él, de ser producto de la ficción.

Portada de las 'Biografías de Zweig'. Acantilado

La asombrosa serie la inició Zweig con Erasmo de Róterdam, considerado el príncipe del humanismo y el árbitro del cisma religioso del siglo XVI, y sobre el que escribe con el sentimiento de estar recuperando a un alter ego del pasado: "El gran olvidado, es hoy en día, más que nunca, una figura de gran valor para nosotros, y es que de todos los autores y creadores de Occidente él fue el primero con consciencia europea, el primer pacifista tenaz, el defensor más elocuente del ideal humanista, del ideal del espíritu universal". 

Muchas de las biografías están conectadas entre sí y encuentran un hilo conductor en la obra literaria del austriaco. La del político Fouché, por ejemplo, se encuadra en su inquietud por comprender la Revolución francesa en toda su magnitud. "Al final consignó tanta información sobre el tema que le dio también para escribir la de María Antonieta", detalla Sandra Ollo. Precisamente la de la reina decapitada es el relato predilecto de la editora: "Me parecía un personaje muy antipático y sin embargo Zweig muestra la evolución de una niña que se vio reina con todo lo que ello implicaba. Es extraordinaria la ternura con la que termina reflejándola".

¿Exhaustividad?

Resulta harto difícil escoger una sola de las narraciones: todas están plagadas de detalles fascinantes y una prosa tan ágil como erudita. Stefan Zweig y su estilo literario son capaces de dotar de una nueva dimensión a una epopeya ya de por sí grandiosa como la primera circunnavegación al mundo de Fernando de Magallanes —y culminada por Juan Sebastián Elcano—; y de barnizar con todavía más dramatismo los sangrientos finales, sin cabeza, de las dos reinas María —Antonieta y Estuardo—.

Lo único que se le pueda achacar a Zweig desde un punto de vista puritano es que sus retratos no gozan de la precisión que se le presupone a un historiador. Tampoco fue su intención. "Las biografías están extremadamente documentadas, y aunque quizá no tengan carácter de exhaustividad sobre el dato, tienen sentido porque funcionan como construcción: él aporta su visión sobre un hecho y un personaje, pretende trasladar la idea de un tipo literario", defiende Sandra Ollo, y añade que cualquier biografía está pasada por el tamiz subjetivo de quien la escribe.

Zweig retratado por un diario brasileño Wikimedia Commons

La reunión de estas obras en un estuche con dos volúmenes y más de 2.500 páginas, que recogen cinco siglos de historia a través de la singular perspectiva del perspicaz observador austriaco, se enmarca dentro del proyecto de Acantilado de reeditar todos los ensayos y novelas de Zweig. Su producción literaria ha resurgido en los últimos años, impulsada sobre todo por ese empeño del autor de luchar por una Europa culturalmente unida.

Muchas de estas obras permanecían inéditas en español, como los Diarios, que comprenden casi tres décadas de su vida y que llegaron a las librerías el pasado mes de junio. "Son el complemento perfecto de su obra literaria. Aparte de tener el friso de la primera mitad del siglo XX, el desencadenante de las guerras y los hechos terribles en palabras de Zweig, descubrimos aquí cómo reacciona él, su evolución como persona", explica Sandra Ollo. Los libros de una de las grandes figuras de la literatura centroeuropea siguen escalando hacia el lugar en el que se merecen estar.

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