Miércoles. 24 de febrero de 2016. El PSOE acaba de firmar un acuerdo con Ciudadanos que intentará servir como hoja de ruta para que Pedro Sánchez no pierda el rumbo del país (si es que llega a dirigirlo más allá de la investidura). Entrambos son conscientes de que el pacto aborda los temas más preocupantes de la sociedad española: desde el paro hasta la sanidad pasando por las diputaciones o el Senado.

Lo que quizás no sabían los integrantes de esta coalición es que su acuerdo también reflejaba uno de los problemas que azotan con mayor crueldad a nuestro pueblo: la gramática. En uno de los primeros párrafos, el redactor hace gala de una de las faltas estrella dentro del panorama sintáctico español. La coma, ese signo de puntuación tan, en apariencia, inofensivo, se colaba entre un sujeto y un predicado haciendo saltar el nivel narrativo por los aires:

Coma entre sujeto y verbo

Dada la, más o menos, aceptada subjetividad que envuelve al uso de la coma, es necesario aclarar que nuestra lengua sí castiga con la incorrección algunos usos que a continuación explicaremos. El primero es, precisamente, aquel que incluye a nuestro querido signo como separador entre un sujeto y un verbo. 

Como en el ejemplo que nos ilustra, hay veces que el sujeto de la oración es demasiado largo y la lectura exige una ligera pausa antes de embarcarse en el predicado. Sin embargo, esta pausa no ha de marcarse con una coma.

Ejemplo:

El socialista amante de Karl Marx y el ciudadano criado en London School of Economics tienen que respetar el uso de la coma.

*El socialista amante de Karl Marx y el ciudadano criado en London School of Economics, tienen que respetar el uso de la coma.

Pero aquí la Academia nos regala dos excepciones para que no nos descuidemos. La primera tiene que ver con la aparición de la expresión latina “etcétera”. Detrás de ella siempre incluiremos la tan temida coma.

Ejemplo:

El socialista amante de Karl Marx, el ciudadano criado en London School of Economics, etc., tienen que respetar el uso de la coma.

La segunda excepción, todavía más extendida y traicionera que la primera, tiene que ver con el uso de acotaciones e incisos inmediatamente antes de la aparición del famoso verbo. Cuidado, esta regla suele ser utilizada como excusa entre aquellos que se han dejado seducir por este error gramatical, pero no debemos olvidar que para que el inciso sea inciso debe contar, a su vez, con una coma de apertura.

Ejemplo:

El socialista, tan amante de Karl Marx, tiene que respetar el uso de la coma.

Ejemplo:

*El socialista tan amante de Karl Marx, tiene que respetar el uso de la coma.

La famosa "coma tanque".

Otro de los usos que el panhispánico de dudas declara como incorrección y que suele traer de cabeza a más de un redactor en castellano. Aquí, el problema aparece por culpa de la conjunción “que”. Cuando este término funciona como pronombre, suele servir de introducción a las oraciones relativas, y en ese caso sí podría ser necesaria la coma:

Ejemplo:

El ciudadano, que tanto presume de su London School of Economics, tiene que respetar el uso de la coma.

Este escenario puede ser el origen de la famosa “coma tanque”. Este fenómeno se produce cuando el redactor coloca una coma antes de la conjunción “pero” cuando ésta completa una expresión del tipo “tan... que”, “tanto… que” o “tal… que”.

Ejemplo:

*El ciudadano presume tanto de su London School of Economics, que tiene que respetar el uso de la coma.

Coma entre pero e interrogación

El tercer uso incorrecto también parte de una situación traicionera. Por lo general, podemos colocar una coma delante de un signo de interrogación o exclamación de apertura sin que esto revista mayor problema. Esto hace, obviamente, que el redactor se confíe.

Ejemplo:

El socialista amante de Karl Marx, ¿respeta el uso de la coma?

Esta construcción es absolutamente válida y, como ya hemos dicho, permite que el redactor se confíe olvidando que, según limpia, fija y da esplendor la Academia, hay una excepción. Ésta se produce cuando a la oración interrogativa o exclamativa le precede la conjunción “pero”. En este caso, no incluiremos la coma.

Ejemplo:

El socialista ama a Karl Marx, pero ¿respeta el uso de la coma?

La coma anglicista

Por último, no debemos olvidarnos de una coma que últimamente recorre los páramos del castellano destruyendo todo a su paso. Suele aparecer en cartas, correos electrónicos y toda clase de correspondencias escritas. Se coloca después de la fórmula de saludo elegida, imitando así el modelo anglosajón.

Ejemplo:

*Querido ciudadano,

Usted que presume tanto de su London School of Economics, ¿respeta el uso de la coma?

En este caso, debemos olvidarnos del esnobismo reinante y acudir a la hispánica forma, con sus dos puntos de rigor.

Ejemplo:

Querido ciudadano:

Usted que presume tanto de su London School of Economics, ¿respeta el uso de la coma?

Y aquí finalizamos nuestro alegato en favor de la coma, esa arma de destrucción masiva que ya entró en política en tiempos de Carlos I, cuando el monarca quiso, para demostrar su magnanimidad, modificar una sentencia que rezaba: “Perdón imposible, que el reo cumpla su condena”, por otra que, coma mediante, dictaba: “Perdón, imposible que cumpla su condena”. Que esta célebre anécdota sirva como aviso para nuestros políticos y su escasa atención gramatical.

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