Kate Bolick: "Hay mujeres que echan de menos el machismo"
La polémica periodista norteamericana presenta 'Solterona', un libro que pronostica la emancipación radical de la mujer.
13 mayo, 2016 02:48Noticias relacionadas
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Qué va a ser de uno mismo -de masturbarse con mimo, de pedir comida a domicilio para uno, de darse largos baños- en un mundo concebido para dos. Un planeta en el que está mal visto ir solo al cine, en el que las ofertas de viaje son para parejas, en el que los relojes y las tazas se fabrican en packs de dos. Se veía en The Lobster (Yorgos Lanthimos, 2015): aquí el que no es siamés es anacoreta.
Más inri si se es mujer: "La gente ve a los hombres solteros como tipos sexys al estilo James Bond, solitarios por elección. Las mujeres solteras son vistas como unas Bridget Jones: patéticas y desesperadas; o, en el mejor de los casos, como Carrie Bradshaw, un modelo irreal". Habla Kate Bolick, una de las periodistas norteamericanas más influyentes en la actualidad gracias a sus publicaciones en Cosmopolitan, Elle, Vogue, The New York Times o The Wall Street Journal. Toda una nueva voz clave en el feminismo: ahora embiste con Solterona (Malpaso), un libro que quiebra los mitos del matrimonio y plantea la soltería femenina como una elección que forma parte de la evolución natural de la lucha por la independencia.
"Con quien casarse y cuándo: estas dos preguntas definen la existencia de toda mujer, con independencia de dónde se haya criado o de qué religión practique o deje de practicar", reza el tomo ya al comienzo. "Quizá al final le gusten las mujeres en lugar de los hombres o quizá decida, lisa y llanamente, que no cree en el matrimonio. Da igual. Estas disyuntivas determinan su vida hasta que obtienen respuesta, aunque sea con un 'nadie' y un 'nunca'". Lo curioso es que los datos hablan de un cambio de modelo social: "Hoy día, el 53% de las mujeres norteamericanas son solteras. Los estudiosos del matrimonio dicen que este cambio demográfico es tan importante como la revolución industrial: está cambiando radicalmente la estructura familiar", explica.
Bodas lentas y menos hijos
"En los 50, las tasas matrimoniales de EEUU eran las más altas de la historia: el 80% de la población estaba casada, y sólo el 17% de la población femenina era soltera. Esto empezó a caer a lo largo de las décadas siguientes, pero cuando mi madre se casó, en los 60, la norma era el matrimonio y las mujeres sólo iban a la universidad para conseguir un marido". Mientras la edad del primer matrimonio está aumentando considerablemente, el número de hijos cae en picado: "Del siglo XVI al XVIII, la media de niños por familia era ocho, ¡y muchos tenían hasta 14!", exclama. "En el siglo XIX la media de hijos ya era tres, y esto, además de por la emancipación laboral, es porque empezaron a usar métodos anticonceptivos. Decían 'Mira, no quiero estar preñada todo el rato'".
El 53% de las mujeres norteamericanas son solteras. Los estudiosos del matrimonio dicen que este cambio demográfico es tan importante como la revolución industrial
Es, quizá, una revuelta por no seguir haciendo de la vida una cuenta atrás, una carrera de obstáculos. Siempre poniéndose uno las pilas por llegar a tiempo al amor -y siempre en una franja de edad, lo que lo vuelve aún más improbable-, por alcanzar el empleo estable, llegando exhausto a la boda, al primer hijo. Plantea Bolick que a la mujer, desde niña, se la enseña a concebirse como un ser que tiene que ser deseado. Y peor: alguien que calibra su propio valor según la hondura, la seriedad y la duración de sus relaciones afectivas. Se adoctrina a la mujer para que tenga claro que la dignidad completa sólo se alcanza al lado de un hombre. "Con las solteras hay una dicotomía: por un lado, se las hipersexualiza; por otro, se les tiene lástima".
En Solterona, la periodista parte de su caso personal -y de sus diez años sin pareja- para hablar de las mujeres que hicieron de sí mismas su opción preferida, que la inspiraron y la ayudaron a apasionarse hacia adentro: Edna St. Vincent Millay, Maeve Brennan, Edith Wharton, Neith Boyce y Charlotte Perkins Gilman. Referentes menos llorones, menos caricaturizados, menos plásticos que los que la tradición nos ha inyectado en vena: señoritas de nadie con dos ovarios a los hombros, hijas de su propia costilla, niñas que amaban dormir solas.
Mujeres machistas
Bolick cree que, igual que a finales de los 60 y comienzos de los 70 -en erupción, la revolución feminista-, los hombres se sentían amenazados; "ahora noto que a ellos les resultan atractivas las mujeres independientes, las mujeres ambiciosas": "En el 40% de los hogares estadounidenses, son las mujeres las que ganan el pan. Los hombres están teniendo suerte en este sentido", guiña.
En las mujeres, opina, se está generando el efecto contrario. Aunque considera que en Estados Unidos "el machismo se está reduciendo absolutamente", observa que "hay mujeres que lo echan de menos": "¿No es de locos?", bromea. "Ciertas mujeres extrañan a ese hombre tradicional, muy masculino... como el de la serie Mad men, ¿sabes? No es tanto una búsqueda de seguridad como una afición por el exotismo. Porque ese hombre se está perdiendo".
Ciertas mujeres extrañan a ese hombre tradicional, muy masculino... como el de la serie Mad men. No es tanto una búsqueda de seguridad como una afición por el exotismo
La experta alega que "ser soltera crea mejores profesionales" y que "es una buena noticia que a las mujeres que dedican mucho tiempo al trabajo -porque no quieren tener familia- se las valore", pero añade que "esto crea cierto prejuicio hacia las mujeres casadas y con niños": "Lo que está pasando aquí es que hay una competición entre unas y otras, a ver quién es capaz de dar el máximo rendimiento. Y lo que tendría que hacerse es acomodar los puestos de trabajo y aceptar a las madres trabajadoras, porque la sociedad te dice 've a la universidad', claro, pero también 'eh, ten niños'".
Un mundo sin géneros
La periodista predice -basándose en datos e investigación- que "el estigma de la soltería está desapareciendo" y cree que la obligatoriedad del núcleo familiar se está disipando. "Lo que vamos a ver en los próximos años es gente que cría hijos en común pero no viven juntos, incluso mujeres amigas que tienen niños juntas sin ser lesbianas. Antes lo consumíamos todo en uno: las relaciones sentimentales, la familia y los niños, y ahora las piezas están como sacándose y disfrutándose individualmente".
En 80 años, el rol de género también será algo extinto: "¿Qué significará en un tiempo ser un hombre o una mujer? Todo va a acabar centrándose simplemente en el individuo. Porque todo el mundo es más feliz cuanto menos separa la parte masculina y la femenina. Tanto hombres como mujeres somos capaces de mezclar esas dos partes, de vivir con ambas", reflexiona.
¿Qué significará en un tiempo ser un hombre o una mujer? Todo va a acabar centrándose simplemente en el individuo. Porque todo el mundo es más feliz cuanto menos separa la parte masculina y la femenina
"Uno de los cambios sociales que más me fascina es cómo se está aceptando en los Estados Unidos a las personas transgénero. Ellos son una prueba fehaciente de que no hay nada fijo en los roles de género. No vamos a ser presos de esto durante mucho tiempo más; nuestras vidas, en ochenta años, no van a estar dirigidas por el concepto de masculino o femenino", plantea, con aplomo. Pero entonces, ¿seremos todos bisexuales? Ella sonríe, melosa. "¿Por qué no?".