Los políticos se olvidan del libro y se quedan con la Feria
Su interés no se crea ni se destruye, sólo cambia de lugar en la caseta: han pasado de firmar sus tomos dentro a hacerse la foto fuera.
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El fervor político de la pasada edición de la Feria del Libro se ha disipado este año: quedan lejos esas largas y febriles colas en las que lectores -y votantes- esperaban que Manuela Carmena les firmase Por qué las cosas pueden ser diferentes (editorial Clave intelectual). La alcaldesa de Madrid fue acogida como una Rolling, como una Beatle -¡como un Marwan, como un Blue Jeans!-, arrambló con el fenómeno fan y su libro no tardó en agotarse en las casetas del Retiro. Aquel guirigay de selfies, besos y autógrafos ya no existe.
Queda el poso de las firmas de Íñigo Errejón, Albert Rivera, Juan Carlos Monedero, Luis García Montero y Ángel Gabilondo. Sus sonrisas panfleteras, su campaña dulce y latente. Lo que rubricaban no eran libros: era entusiasmo canjeable en escaños. Era año electoral y los ciudadanos, optimistas, les daban coba a esos autores-políticos -entre los que, curiosamente, no se encontraba ninguno del PP-. Había ganas, había despliegue. Había una amable conspiración medio a espaldas del que en diciembre volvería a ser el partido más votado.
Caída de Pablo Iglesias
Este año, nada. Ni las águilas. Sólo una ex de la política, Rosa Díez, fue el otro día a firmar Los aventureros cuerdos: ocho años de rebelión magenta (Península), sin mucho bombo. Los principales candidatos no han hecho uso del nicho cultural que es la Feria del Libro -y su momentito íntimo de firmas- para calentar a las masas a sólo un mes de las elecciones. "La primera razón para este vacío de libros y firmas de políticos es, seguramente, que no les ha dado tiempo a montar nada. No podían saber que iba a haber esta segunda vuelta", explica Carlos Rubio, encargado de la caseta de Penguin Random House.
"Por otra parte, creo también que ha habido cierto desgaste que les ha llevado a no querer demasiada exposición mediática con vistas a las elecciones. Va a ser una campaña muy light". Rubio opina que "los políticos han debido de notar que las editoriales no tienen interés en contratar a ciertos personajes ya... porque no venden o no gustan".
Pablo Iglesias se vendía un montón el año pasado, había un goteo constante. Este año ya no se vende nada
Jorge Acero, de la editorial Akal, se expresa en la misma línea. "Pablo Iglesias se vendía un montón el año pasado, había un goteo constante. Este año ya no se vende nada", explica. "Yo creo que la gente está ya un poco agotada. El libro político sigue funcionando bien, pero a nivel más general, sin personalismos: temas de pensamiento crítico, neoliberalismo, hegemonías, movimientos de resistencia...".
Cuenta Acero que tenían previsto que fuese Pablo Iglesias a firmar alguno de sus libros, pero que a última hora no ha salido, "porque está en campaña y no tiene tiempo". El excoordinador general de IU Julio Anguita también ha publicado con Akal Atraco a la memoria. Sin embargo, en ningún momento se planteó ir a firmarlo a la Feria. Esperanza Aguirre, según cuenta la encargada de la caseta de Espasa, irá a firmar su libro -Yo no me callo- hoy domingo.
Libros ante las cámaras
"Esta es mi decimocuarta Feria y te puedo decir que sí, que puede parecer sorprendente que los políticos no hayan intentado firmar ni presentar libros... pero es porque están haciendo la campaña contraria", reflexiona Álex, de la editorial Errata Naturae.
"Han venido directamente como visitantes y siempre acompañados de cámaras, una cosa que yo nunca había visto, porque lo normal es que vengan con sus familias, intentando pasar algo desapercibidos. Esta vez han sido mucho más descarados con el electoralismo: Albert Rivera y Pedro Sánchez han estado por aquí, pero, eso sí, con todo el aparato y con toda la tropa detrás. Lo traen todo preparado y hacen como que se han encontrado con un montón de prensa...", evoca Álex. Efectivamente: el interés político en la Feria del Libro no se crea ni se destruye, sólo cambia de lugar en la caseta. Antes lo gestionaban firmando, ahora haciéndose la fotito.
"Además, que calculan perfectamente dónde se paran: Pedro Sánchez en Alberti, que es una librería muy tradicional y con un fondo estupendo; y Albert Rivera, en Random House".
El interés político en la Feria del Libro no se crea ni se destruye, sólo cambia de lugar en la caseta. Antes lo gestionaban firmando, ahora haciéndose la fotito
Álex cree que ellos han entendido que, en este momento de hartazgo general, "pueden sacar más rédito de votos como paseantes que firmando libros": "En realidad, mi experiencia me dice que la gente se interesa más por libros de políticos retirados o esta gente que es considerada como sabios del país... hoy Albert Rivera saca un libro y y no tiene un impacto tan directo. Ya está todo el mundo cansado de escuchar lo mismo".
Marisa, librera de la caseta de Alfaguara y Lumen, está de acuerdo con Álex en lo del postureo político: "Es mucho más campechano y popular pasear por aquí, como si esto fuera una verbena, que tomarse el tiempo en escribir un libro y acercarse a firmarlo. Mejor publicidad y más fácil", sonríe. "Aquí al lado estuvo Rivera, con su séquito de cámaras y acompañado de bastantes personas, comprando un libro sobre Chernobyl. Está todo muy estudiado".
Fricción entre cultura y política
Diego, que regenta la caseta de la Fundación Pablo Iglesias y lleva 13 años acudiendo a la Feria del Libro, sostiene que "este año, con lo revueltas que están las cosas" entiende que los políticos decidan utilizar "otros medios más amplios, como la televisión o la radio, para aplicar su propaganda política": "Este es un sitio que parece pequeñito pero es muy importante para el pueblo; sin embargo, se ve que a los políticos, este año, no les resulta lo suficientemente atractivo... o mejor, práctico. No les conviene".
Enrique Maldonado, que es traductor y trabaja como librero con editoriales como Automático y Capitán Swing, tiene muy claro por qué esta edición hay vacío político en las colas de firmas y en los estantes: "Porque la cultura no les importa lo más mínimo. Vinieron el año pasado a hacer el paripé y ya. ¿Para qué van a volver? Mentirían. No les interesa esto. Pero espera, ya no hablemos de escribir, ¿estamos seguros de que leen algún libro?", pregunta, divertido. "Está claro que un país que no atiende a las Humanidades en unas circunstancias políticas tan complejas como las que estamos viviendo, está abocado a no comprenderse a sí mismo. Vamos a repetir fracasos", zanja.
La cultura no les importa lo más mínimo. Vinieron el año pasado a hacer el paripé y ya. ¿Para qué van a volver? Mentirían. No les interesa esto
El año pasado los políticos dieron mucho juego a las editoriales a los votantes que se acercaron a la Feria, pero esta edición no han corrido la misma suerte. "Posiblemente, sus equipos, sus staffs, han decidido que los 150 votos que pueden conseguir con la parafernalia de venir a firmar el libro... no son muy rentables. Les sale mejor un viaje a Salamanca", sostiene Juan Marqués, de Asteroide. Carlos, de La uña rota, concluye: "Es que la cultura y la política nunca se han llevado bien. Porque la cultura, en realidad, también es política. Y tengo la sensación de que los políticos tienen miedo a la cultura, en cuanto ésta debe ser crítica. Hay una fricción imposible".