Entre el tonelaje adulatorio con el que se festeja el recuerdo de Lorca, debajo de la montaña retórica que desfigura la identidad del ser, hay una línea suelta, breve y casi invisible que da a entender que al poeta le gustaban los hombres. Como una nota a pie de página dopada con sobredosis de eufemismos para esquivar un asunto capital en su vida, en su obra y en su muerte. Lorca era homosexual, pero se prefiere dibujar con encuentros fortuitos, escamoteos amorosos, noches locas.
Ochenta años de silencio han convertido la homosexualidad de Federico en un souvenir biográfico. “A Lorca no se le ha dejado ser homosexual”, dice el novelista Rafael Reig (Cangas de Onís, 1963). “Tampoco se le ha dejado ser rico, ni ser inculto. La derecha ha defendido que se le mató por su condición sexual para no reconocer un crimen político. Y la izquierda ha sido homofóbica hasta hace dos telediarios. La misma corrección política que ha ocultado su condición sexual es la que no quiere decir que era un señorito forrado que estudiaba en el colegio más caro de Madrid, la Residencia de Estudiantes, o que era un inculto sin lecturas”, añade el escritor, cuya última novela, Señales de humo. Manual de literatura para caníbales I (Tusquets), es una historia de amor por la historia de la literatura.
“El silencio era el mejor de mis máscaras”, escribe Luisgé Martín (Madrid, 1962) en la que sin duda es una de las novedades más esperada del arranque del curso literario: El amor del revés (Anagrama), donde el novelista sale del armario con espantá. La novela autobiográfica que firma con valentía Martín es el retrato detallado de uno de los tabúes más sangrantes, que respira sin problemas en un país como el nuestro, pero recuerda a uno como el de ellos, aquel de la generación que murió con la guerra civil.
Luisgé arranca su memoria en una declaración que desvela la dictadura de la normalidad y sus cómplices: “Nadie me dio la espalda al enterarse de que estaba contagiado por la peste de la homosexualidad. A pesar de ello, sentí enseguida el espanto de la enfermedad y durante muchos años hice todo lo que estuvo en mi mano para ocultársela a los demás. Esa condición patógena era una amenaza social irremediable, una anomalía extraña y virulenta que me convertía en un monstruo”.
Hay un tipo de homofobia que consiste en subrayar que la sexualidad es una característica más del ser humano. Desde ese punto de vista habría que analizar su obra como si hubiera sido escrita en un limbo
¿A santo de qué las anteojeras ante la condición sexual de Lorca? Martín asegura a este periódico que “un icono como él no podía ser maricón”. Recuerda que la familia silenció su sexualidad hasta los años setenta, que su hermano Paco la negó siempre y su hermana Isabel no quería oír hablar del asunto. “Hay un tipo pintoresco de homofobia que consiste en subrayar que la sexualidad es una característica más del ser humano, que ser homosexual es como ser pelirrojo o tener las espaldas anchas. Desde ese punto de vista tan imbécil, no habría razón para poner énfasis en la condición sexual de Lorca, habría que analizar su obra como si hubiera sido escrita en un limbo”, añade Luisgé.
“Lo que en otros no envidiaban, / ya lo envidiaban en mí. / Zapatos de color corinto, / medallones de marfil / y ese cutis amasado / con aceituna y jazmín. / ¡Ay Antonio el Camborio / digno de una Emperatriz!”, poema incluido en Romancero gitano, donde Lorca convierte a Antonio en el arquetipo de la raza gitana y celebra la virilidad de la belleza masculina. “Queda mucho Lorca por dirimir y tanto la altura del hombre y del poeta, como la claridad y normalidad de la vida homosexual (sometida a tanto maltrato y tapujo) lo precisan y lo merecen”, escribió hace años Luis Antonio de Villena, quien fue testigo de las experiencias sexuales lorquianas gracias a los recuerdos de Vicente Aleixandre, Rafael Martínez Nadal y Eduardo Blanco-Amor. Fruto de la amenaza social, el círculo utilizaba el término “epentismo” para referirse a la homosexualidad, un invento para huir de la palabra en los años treinta.
Ser homosexual era en aquella época un hecho determinante que determinaba todos los demás rasgos de la personalidad: el sigilo, el fingimiento, la feminidad
Luisgé Martín explica que no hay razón para silenciar el amor homosexual de Lorca, sino todo lo contrario, “enfatizarlo”. “Porque el objeto de su amor es homosexual y porque ser homosexual era en aquella época un hecho determinante que determinaba todos los demás rasgos de la personalidad: el sigilo, el fingimiento, la feminidad”. Para el novelista, Lorca es homosexual cuando habla del amor en Poeta en Nueva York o escribe Yerma o la Bernarda Alba. “Silenciarlo, aunque sea sin negarlo, es casi una ofensa”.
“Moreno de verde luna / anda despacio y garboso. / Sus empavonados bucles / le brillan entre los ojos”. De nuevo, Romancero gitano.
Marta Sanz (Madrid, 1967), autora de Farándula (Anagrama), llama la atención ante la ausencia de la homosexualidad en la definición poética del escritor. “Los últimos silencios sobre la homosexualidad del poeta granadino ponen de manifiesto que nuestra aproximación a conductas y condiciones sexuales que no respondan exactamente a eso que se llama heteronorma, no están verdaderamente naturalizadas en nuestras sociedades”, cuenta a EL ESPAÑOL.
Recuerda la escritora a Camarón decir que no entendía los versos de Lorca que cantaba, pero que le ponían los pelos de punta. El músico vinculaba sus emociones con las represiones de ciertos sentimientos. Frustración y dolor. “Esta nueva mordaza es curiosa cuando, justo ahora se visualiza la sexualidad prohibida de autores como Aleixandre o Bousoño”. Explica que es importante reconocer la condición homosexual de Lorca porque, como señalaba la poeta Adrienne Riech, tomamos la palabra desde las geografías de nuestra escritura, “desde nuestra clase social, raza, sexo, nacionalidad, también desde nuestras preferencias sexuales”.
Libros como el de Martín empoderarán a mucha gente desde la conciencia de la absoluta normalidad, pero ello no impide que a los homosexuales se les sigan dando palizas si les sorprenden dándose un beso de noche por la calle
No es difícil encontrar muestras de prejuicios transformados en sospechas de los que hablan Martín y Sanz. Para el escritor y crítico literario Mario Castro Arenas hay que distinguir la condición sexual de Lorca “entre una homosexualidad de raíz genética, una desviación cultivada por la educación feminoide recibida en el seno familiar o una homosexualidad adquirida por depravación dionisíaca”. Así es, depravación dionisíaca.
Precisamente, Marta Sanz apunta cómo la nueva novela de Luisgé Martín cuenta muy bien cómo los chavales homosexuales de clase media en la transformadora década de los setenta se sentían niños cucaracha y se sometían a tratamientos psiquiátricos porque pensaban que lo suyo “se curaba”. “Libros como el de Martín empoderarán a mucha gente desde la conciencia de la absoluta normalidad, pero ello no impide que a los homosexuales se les sigan dando palizas si les sorprenden dándose un beso de noche por la calle. Creo que todo es un problema de educación que pasa por la necesidad de que el tema no se banalice en los medios”, añade Marta.
“No hay ley del silencio”, dice al respecto Martín. “Se han publicado bastantes libros gays en los últimos años. Lo que sí hay, sorprendentemente, es una pacatería cada vez más acentuada en la sociedad que sólo habla de sexo Disney y de amor romántico. El amor del revés no rompe la omertá, pero sí trata de poner un marco a la discusión. Porque muchas veces, cuando oigo hablar de homosexualidad, me digo que el que lo hace no sabe de lo que habla. En ocasiones con buen rollo, pero sin mucho conocimiento. Yo sí sé de qué hablo”.
Para el periodista y escritor Paco Tomás (Palma de Mallorca, 1967) el silencio empieza en la escuela. Cuenta que somos generaciones de españoles que hemos estudiado sin que la orientación sexual de las personas fuese importante. “Imagina que obviásemos el proceso por homosexual contra el matemático Alan Turing. Estudié en el colegio y en la universidad a Lorca y nunca se habló de su orientación sexual. Parece que sólo de Jean Genet se puede hablar desde ese punto de vista. ¿Cómo vamos a explicar los Sonetos del amor oscuro sin hablar de sus amantes y de su relación tormentosa con ellos? ¿Cómo obviar que la orientación sexual es un conflicto en Poeta en Nueva York?”, se pregunta el director del programa Wisteria Lane (de Radio 5).
¿Cómo vamos a explicar los Sonetos del amor oscuro sin hablar de sus amantes y de su relación tormentosa con ellos? ¿Cómo obviar que la orientación sexual es un conflicto en Poeta en Nueva York?
Tomás asegura que “somos un producto del silencio”. “Esto no tiene que ver con una causa, sino con la verdad y el conflicto que generaba en Lorca. Pero no se consiente, les molesta que se le reivindique como homosexual”, añade el autor de Los lugares pequeños. “La homofobia no es patrimonio de la derecha, aunque parece que la tienen naturalizada”, y recuerda la película de Eloy de la Iglesia, El diputado (1978), interpretada por José Sacristán, en la que descubre a la izquierda más homófoba.
El poeta Miguel Rual (Oviedo, 1992), especialista en la vida y obra de Lorca, coincide con Paco Tomás en la definición de España como un país homófobo, “a pesar de las libertades”. “Han conseguido asexualizar a Lorca. Escriben que escribe tan bien y tan bonito para evitar hablar de que le gustan los hombres. Piensan que reconocer su homosexualidad es restarle valor a su obra”, cuenta el escritor.
Recuerda cómo en El público Lorca reivindica su condición, con escenas sobre la normalización del enamoramiento entre hombres. “El deseo de Lorca afecta a su obra. Su deseo frustrado le hace empatizar con las mujeres por su marginación. Habla desde las minorías, como en Yerma, Bodas de sangre o La casa de Bernarda Alba”. Rual señala “silencio institucional” sobre la homosexualidad de Lorca. “La homosexualidad tiene muchas de las llaves de sus poemarios y de su teatro -dice Luisgé- y de su vida, por supuesto. El amor no es amor a secas: el suyo era oscuro”.
La Academia tiene problemas con la homosexualidad. Son viejos carcamales. La obra de Lorca goza de más favor popular que del favor académico
Rafael Reig comparte la imagen del silencio institucional: “La Academia tiene problemas con la homosexualidad. Son viejos carcamales. La obra de Lorca goza de más favor popular que del favor académico”. Un autor que desmonta el mito de la normalidad. El autor reconoce en Lorca un escritor modernísimo, un poeta que hay que enseñar y contar de otra manera. “Lo mejor que se puede decir de un poeta es que pone en dificultades a todo el mundo. Eso es Lorca”, dice Reig. Puedes definir a Federico García Lorca con 10 o con 100 palabras y ninguna será esa, “homosexual”.