Visiones herméticas. Sintaxis tortuosa cuando no intransitable. Metáforas descabelladas o decapitadas. Alusiones enigmáticas. Oraciones truncadas. Zumbidos, equívocos, caprichos, extravagancias. Caminos sin retornos. Ambigüedades. El diagnóstico de esta relación que acaba de nacer es de vértigo: Bob Dylan es un revés poético contra las letras convencionales. La editorial Malpaso acaba de publicar el cancionero completo del Nobel de Literatura que no irá a recogerlo, pero no renunciará a la pasta. El genio.
Entre todas estas letras hay al menos 20 poemas que se sostienen magníficamente como poesía
Letras completas. 1962-2012 es la ampliación y la revisión que los traductores Miquel Izquierdo, José Moreno y Bernardo Domínguez hicieron en 2008, en la editorial extinta Global Rhythm. El agente de Dylan, Andrew Wylie, ha vendido la potestad para publicar la versión española de todas las canciones, alrededor de 500, a Malpaso. Sólo esta editorial podrá editarlas, a pesar de que circulan y se reeditan otras versiones.
En la nueva revisión se han añadido 35 nuevas canciones. Son transcripciones de lo que canta (no hay originales), cotejadas con la versión que el propio autor ha dado por buena, la publicada en el Reino Unido por Simon & Schuster. “El lector de las páginas que siguen hallará cumplidamente volcado en ellas el caudaloso y múltiple desconcierto que Bob Dylan ha depositado en sus letras”, advierten los traductores al inicio del volumen.
Artillería coloquial
José Moreno explica a EL ESPAÑOL que el trabajo más complicado, claro, ha sido adaptar la traducción de juegos de palabras y buscar sus equivalentes en castellano. “El lector juzgará si hemos conseguido obtener efectos similares cuando hemos intentado recrear esas pirotecnias sin recrearnos (al menos no demasiado) en la artillería del habla coloquial que teníamos más a mano”, advierten.
Y ponen como ejemplo el célebre tema Rainy day Women, donde se juega con el participio stoned (apedreado, lapidado y borracho, colgado). “Tras descartar una traducción literal que hubiera arruinado el juego, consideramos varias alternativas, la más convincente con el verbo colgar y su jergal participio. Finalmente, nos inclinamos por tomar una salida en la que todo el mundo acaba zumbado, pero seguimos dudando...”
Dylan es el campo de batalla, la pelea es entre la interpretación personal y el rigor resignado. “¿Dónde has estado, hijo de mis entrañas? / ¿Dónde has estado, niña de mis ojos? / Tropecé en la ladera de doce montes brumosos / Anduve y me arrastré por seis carreteras sinuosas / Llegué al corazón de siete bosques desolados”, es parte de la canción Será atroz la lluvia, que es como han traducido A Hard Rain's A-Gonna Fall. “Me detuve frente una docena de océanos muertos / Me adentré diez mil millas en la boca de un cementerio / Y será atroz y será atroz y será atroz / Será atroz la lluvia que caiga”, continúa la canción, una de las que más se atragantó a los traductores.
Reproducir el sin sentido
José Moreno cuenta que se han encontrado “muchísimos problemas de interpretación”, porque hay letras muy ambiguas, “con una sintaxis diabólica”. Además, han tratado de caminar como funambulistas entre el sentido y el sin sentido. Intervenir sobre el absurdo es forzar a un texto que no tiene sentido. “Sólo puedes reproducir el sin sentido”.
Los traductores de Dylan lo describen, ya saben, como un tipo esquivo, que evita las etiquetas y se contradice en cada una de las escasas entrevistas que concede para ampliar el despiste. A pesar de ello, ha conseguido una síntesis muy difícil entre tradiciones musicales y literarias. “Entre todas estas letras hay al menos 20 poemas que se sostienen magníficamente como poesía. Es habitual que la música popular, cuando pierde la música las canciones se hacen mediocres. A Dylan no le ocurre en unas 20”, dice Moreno.
Bob Dylan le preguntó a Leonard Cohen cuánto tiempo había tardado en escribir Hallelujah
El traductor cuenta que en las letras se descubre a un autor que absorbe de todo lo que le rodea, desde la Biblia a Shakespeare, Poe pasando por una novela de serie B. Frente a él, Cohen. Un hombre con una cultura literaria más sólida y sofisticada. “Cohen habría sido un gran premio Nobel. Lo de Dylan no me cabe duda de que es literatura, cantada. Ahora, si Dylan se lo merece Cohen también”.
Por cierto, en el libro se cuenta el mítico encuentro entre ambos, en una cena en París. Bob Dylan le preguntó a Leonard Cohen cuánto tiempo había tardado en escribir Hallelujah. “Mentí —cuenta Cohen— y le dije que dos años, pero fueron tres o quizá cuatro; luego le pregunté cuánto había tardado él en escribir I and I y me contestó que quince minutos, aunque sin duda mentía: seguramente no había tardado ni diez”.