Independencia o autonomía. Un debate propio de las literaturas surgidas en sociedades que reivindican la identidad de una cultura propia y distinta. Entre la sociedad y la resistencia, el escritor, el artista, el músico, los creadores que deben elegir entre comprometerse con su nación o con su arte; entre crear su propio país, independiente de las demandas que le exige la sociedad, o ser el altavoz de una comunidad. La tensión entre estética y compromiso político, entre autonomía e ideología en las “literaturas minoritarias” es material de debate de los especialistas.
El profesor de Filología francesa en la Universidad de Santiago de Compostela y catedrático, Antón Figueroa, asegura que los autores de las “literaturas pequeñas” como la gallega, la catalana y la vasca no son tan libres como los escritores en “literaturas grandes”. “El escritor es menos libre en las pequeñas literaturas. Compromete su autonomía porque debe responder a un deber ético de grupo. Es un factor negativo sobre el que no se suele hablar. Y es algo muy importante, porque la literatura tiene un poder muy importante, el poder de revelarse como autónomo”, cuenta el experto a este periódico.
Cuenta que la censura franquista prohibió La peste de Albert Camus porque no querían que los lectores asociaran la peste a Franco. “El que escribe se siente obligado a escribir por presiones políticas, pero el que lee tiende a hacer interpretaciones políticas”, añade Figueroa. “Las literaturas pequeñas nacen bajo el signo de la intención política”, dice, por eso el fenómeno de la autocensura y censura en ellas tiende a desaparecer según se consolida.
El ensayo Autonomía e ideología. Tensiones en el campo cultural vasco (publicado por La casa de la riqueza) analiza la relación entre los deberes políticos y la libertad creativa en once artículos de profesores, doctores y catedráticos. “El nacionalismo no es una trampa, pero uno debe escoger antes de ponerse a escribir. Las culturas que buscan ser naciones demandan a los escritores que escriban a favor, frente a los escritores que prefieren la autonomía propia”, cuenta Jon Kortazar, editor del volumen que plantea un debate abierto. Al contrario de la visión de Figeroa, cree que los escritores vascos a veces son más libres porque “como venden poco pueden decir lo que quieran”.
Beneficios económicos
Pero reconoce que los escritores “tienen presiones nacionalistas” y que éstas abren o cierran las puertas a un escritor en el campo literario. La prosperidad depende del lado en el que se sitúe. “La ideología puede beneficiar mucho en la carrera de un escritor, porque hay menos recursos económicos a repartir. Por eso los debates políticos en las culturas minoritarias son más fuertes”, añade Kortazar. Apunta que Patria, de Fernando Aramburu, juega en el campo de la gran literatura, en el de las estructuras bien establecidas.
Un escritor puede hacer política siempre y cuando sus reglas sean literarias, no reglas políticas
Figueroa es contundente: el escritor debe ser libre al elegir si comprometerse políticamente o no, pero al hacerlo el campo político no puede imponerle sus reglas. “Un escritor puede hacer política siempre y cuando sus reglas sean literarias, no reglas políticas”, dice a EL ESPAÑOL. En su artículo cuenta cómo la política y la sociedad tiende a presionar al creador, como el mercado. En este caso son los criterios económicos los que priman y el escritor cede ante las cuestiones económicas.
La tensión entre lo que piden al autor que debe escribir y lo que el autor quiere escribir es más cruda en la literatura que en el arte, cuenta Ismael Manterola. “Las artes plásticas no tienen idioma y la literatura sí. En el momento que te decantas por un idioma, debes asumir las implicaciones sociales que conlleva. En las artes plásticas la libertad es mayor, porque el peso de la opción no es tan grande”.
En el momento que te decantas por un idioma, debes asumir las implicaciones sociales que conlleva
No se puede entender nada en el País Vasco sin la sensibilidad de nación, y ni la cultura ni el arte están eximidos de esta implicación. Y a pesar de todo, Manterola cree que los creadores de culturas minoritarias tienen más libertad de tratar asuntos que en literaturas más grandes “no hay sensibilidad”, temas minoritarios: “Se puede conectar de manera más fácil con el feminismo. Es posible que exista una mayor sensibilidad hacia sectores marginados”.
El éxito de la autonomía
Miren Billelabeitia investiga sobre el enfrentamiento en 1985 entre Bernardo Atxaga y José Luis Álvares Enparanza, Txillardegi. “Uno planteaba una visión a favor de la independencia propia y el el otro veía la literatura como transmisora de ideas, unida a una ideología y comprometida políticamente. Se ha visto que la postura independiente ha tenido mayor recorrido, evolución y éxito. Es el caso de Atxaga”, cuenta la especialista. Para Billelabeitia la autonomía es muy importante, pero llega un momento en el que el creador debe decidir cómo expresar sus ideas y el tema que debe tratar.
“Hay que ser muy valiente para apostar por una literatura que como máximo tiene 2.000 lectores. Si es un éxito de ventas, 8.000 lectores. Cuando haces la elección por una lengua minoritaria restringes la interacción de la obra. Esto obliga a tener otro trabajo”, relata. “En Bilbao uno tiene que decidir si escribe en euskera o en castellano. La apuesta te posiciona políticamente en un bando o en otro. No se vería bien que un escritor como Atxaga decidiera no escribir en euskera. Si hubiera abandonado su lengua, la comunidad vasca no se lo habría tomado bien. No sentir que traiciona a una de las dos culturas por elegir a la otra”.
La autonomía es relativa, pero es imposible que no hagas política. Siempre lo harás, siempre hay incidencia política
Billelabeitia no tiene claro si un autor es más libre en Euskadi o en Madrid, pero reconoce haber oído a sus amigos escritores decir que es muy cansado pelearte constantemente con el entorno, con las decisiones propias, etc. Aunque aclara que todo escritor está comprometido. “Si no está comprometido, no es literatura”.
“La cultura no se puede deslindar de la política”, apunta Antón Figueroa. “La autonomía es relativa, pero es imposible que no hagas política. Siempre lo harás, siempre hay incidencia política. Pero la política no se puede imponer a lo literario. Mira el Guernica, es un cuadro propagandístico pero con las reglas más innovadoras de Picasso”. Por eso cree que la valentía más complicada hoy es escribir de política pero con las reglas literarias. No con reglas impuestas.