Si El Vaticano tiene un enemigo íntimo, ese es Emiliano Fittipaldi. En Avaricia (Foca, 2015), el respetado y controvertido periodista de investigación sacó a la luz un buen número de negocios sucios de la Iglesia: desde los lujos que se conceden a los cardenales a los fraudes millonarios, de las fabulosas inversiones en todo el mundo al gigantesco negocio de los hospitales, de las tramas del Instituto para las Obras de Religión a la realidad del tesoro del Papa. Fittipaldi, gracias a fuentes confidenciales, puso sobre la mesa los documentos internos vaticanos que dibujaron, por fin, el primer mapa del imperio financiero de la Iglesia. Esas revelaciones pueden costarle ocho años de cárcel por un proceso abierto en su contra.
El periodista no se achanta. Ayer presentó Lujuria. Pecados, escándalos y traiciones de una Iglesia hecha de hombres (Foca) en el Centro Pastoral de San Carlos Borromeo de Entrevías, con intención de trazar para el mundo otro mapa vaticano: el de la pederastia y su impunidad. Apunte romántico: este Centro de barrio humilde fue una mítica iglesia 'roja' hasta 2007, cuando Rouco Varela la cerró por no ceñirse a los cánones. Sus sacerdotes vestían de calle, acogían a ex presidiarios y drogadictos, admitían ateos y musulmanes en misa y, en la eucaristía, en vez de hostias, repartían rosquillas. Para que los niños se animaran.
Fittipaldi llega al Centro Pastoral de San Carlos Borromeo de Entrevías con intención de trazar para el mundo otro mapa vaticano: el de la pederastia de la Iglesia y su impunidad
Iban a dar las seis de la tarde y la San Carlos Borromeo resistía híbrida, con su fachada henchida de graffitis y su Cristo crucificado dentro. Por qué no. Allí Fittipaldi, apoyado en una suerte de altar de andar por casa, comienza a explicar que si Lujuria ha salido adelante, ha sido gracias al proceso que le abrió el Vaticano por Avaricia. "Gracias a su denuncia, han acudido a mí más y más fuentes", relata.
"Fue curioso. Las fuentes que se acercaban a mí me decían 'oye, has hecho una investigación increíble, pero las cosas más graves de esta revolución fallida del Papa Francisco no están relacionadas sólo con el aspecto financiero, sino con los abusos sexuales'. Todos subrayaban que en El Vaticano nada ha cambiado desde su llegada", cuenta. Al periodista no le valen las palabras del Papa. No le basta que diga públicamente que la cuestión de los curas pedófilos es una "tragedia" ni que ese horror es como "el mismo diablo". "Es un Papa, es lo que tiene que decir y es normal que lo diga. Pero mis fuentes me llevaron a analizar a los cardenales que el Papa ha ascendido, y ahí encontré a varios que han encubierto delitos de abusos sexuales, casos de pederastia. Ahora son sus consejeros".
Denuncias duplicadas con el Papa Francisco
Cuenta que también le guiaron a estudiar los números de las denuncias que habían llegado a la Congregación para la Doctrina de la Fe. "Si se hace esta operación, se puede ver cómo las denuncias se han duplicado durante el pontificado del Papa Francisco, en comparación con el período de Benedicto XVI, en la era Spotlight", resopla. "Se puede ver que tres de los nueve cardenales -los nueve cardenales que forman el C9, el pequeño consejo que está ahí para ayudar al Papa en sus decisiones- están dentro de estos números".
Se puede ver que tres de los nueve cardenales -los nueve cardenales que forman el C9, el pequeño consejo que está ahí para ayudar al Papa en sus decisiones- están dentro de los números de las denuncias
Fittipaldi aclara que el aumento de las denuncias puede ser positivo porque significa "que hay menos miedo a denunciar", pero señala que las alarmantes cifras confirman, igualmente, "que la pedofilia en El Vaticano es muy fuerte" y que "no han conseguido pararla de ninguna forma". Critica el poco compromiso del Papa Francisco con esa transparencia que prometió. "Dijo que la Iglesia tenía que ser como una casa de cristal en cuanto a aspectos financieros y abusos sexuales, pero no lo ha llevado a cabo. Por ejemplo, yo intenté acceder a los datos de la Congregración para la Doctrina de la Fe... intenté estudiar los datos de esas 400 denuncias que llegan cada año y ha sido imposible. No hay información de los nombres de las personas ni de los procesos".
Recuerda que la misma ONU pidió al Vaticano más transparencia, y que en uno de sus informes llegó a asegurar "que hay muchos hijos de curas que siguen sin tener ningún derecho porque la Iglesia ha comprado el silencio de las madres con salarios mensuales". "Eso lo dijo la ONU en 2014, no yo", dice, con aplomo, mientras asegura que "el ambiente de silencio instaurado es el mismo que hace 50 o 60 años". Lujuria, a pesar de lo que pueda parecer por su título, no es un libro que hable de sexo, sino de relaciones de poder, de protecciones y de impunidad.
Imagen y dinero
"No hay en el libro ningún detalle relacionado con el sexo, no me interesa. Mi intención era describir un sistema, el de la Iglesia, apoyándome en documentación internacional, y tratar de entender por qué la institución está haciendo lo que está haciendo". En su opinión, hay dos razones principales. La primera, por defender su imagen. "Tiene miedo de que la transparencia total pueda llevar a una derrota, a una desaparición de la Iglesia, pero yo pienso lo contrario. Esta falta de transparencia hace que se filtran escándalos y que los fieles vayan perdiendo la confianza".
Fittipaldi cuenta que, hasta ahora, en Italia no se ha indemnizado de ningún modo a las familias dañadas por la pederastia de la Iglesia, "mientras que en EEUU la Iglesia tuvo que vender palacios para hacer frente a las indemnizaciones"
La segunda, por el dinero. "Durante Spotlight en EEUU, así como en Holanda y Australia, la Iglesia perdió muchísimo dinero. Ese escándalo les costó mucho. Pero, ¿por qué en España, en Italia o en países de Latinoamérica no pasa? No es porque los curas sean mejores, sino porque hay una ley del silencio más extendida y que se apoya en una responsabilidad colectiva", reflexiona. "De los periodistas y de las familias católicas -que a menudo ceden a la autoridad del cura y no creen a sus hijos-".
Fittipaldi cuenta que, hasta ahora, en Italia no se ha indemnizado de ningún modo a las familias dañadas por la pederastia de la Iglesia, "mientras que en EEUU la Iglesia tuvo que vender palacios para hacer frente a las indemnizaciones". Lujuria no es el libro de un charlatán.
El Papa ha elegido como consejeros a George Pell, Óscar Andrés Rodríguez Madariaga o Errázuriz, encubridores de delitos de pederastia en el pasado
El periodista sabe que una labor digna y valiente conlleva dar nombres, y los ha dado: "En Avaricia, según mis informaciones, el Papa Francisco salía como el Papa bueno, el que intentaba hacer algo y no lo conseguía. Pero en este libro, el Papa sí que tiene un papel de responsabilidad muy importante, porque puede hacer cosas y no las está haciendo, o está cometiendo errores muy graves, como elegir como consejeros a George Pell, Óscar Andrés Rodríguez Madariaga o Errázuriz, encubridores, cómplices de delitos de pederastia en el pasado".
George Pell, el amigo de los pederastas
En el primer capítulo del libro habla de George Pell, número 3 del Vaticano. "Es una de las personas que el Papa Francisco llamó y ascendió, y, aunque en España e Italia, su nombre no decía nada a nadie, en Australia sí era muy conocido, porque no sólo había encubierto abusos, sino que había defendido a curas pedófilos y les había ayudado", relata.
"Gracias a dos periodistas australianos, recibí unas 30.000 páginas de documentación de la Comisión de Investigación que se ocupó de esos casos, y ahí encontré información que nunca había sido publicada anteriormente: aparte de las cartas que se conocían, había un documento en el que George Pell pedía a sus curas que ayudaran económicamente a los curas que salían de la cárcel. Les daban un salario mensual, les compraban un coche, les pagaban la sanidad, etc".
Encontré un documento en el que George Pell pedía a sus curas que ayudaran económicamente a los curas que salían de la cárcel. Les daban un salario mensual, les compraban un coche, les pagaban la sanidad
A Fittipaldi le parecen absurdas las modificaciones del derecho canónico: el hecho de que la prescripción de estos delitos haya aumentado de 10 a 20 años y que las penas se hayan alargado -esto se estipuló durante el pontificado del Papa Benedicto-. "Qué sentido tiene, si estas penas sólo tienen validez dentro del Estado del Vaticano, y allí no hay niños y no se desarrolla el delito. Lo que nos esperábamos eran nuevas reglas de transparencia que se aplicaran en conferencias episcopales. Hace tres años se creó la comisión de investigación, pero en un año se reúnen 3 o 4 veces máximo y no tienen poder investigativo. El único poder que tienen es el de escribir y dar consejos sobre qué hacer en caso de abuso y hacer jornadas de oración para las víctimas". Durante el pontificado del Papa Francisco, han llegado a la Congregación más de 1.200 denuncias de abuso sexual a menores.