Corría la Feria del Libro 2015: los políticos mutaron en escritores y se aglomeraban dentro de las casetas, todo sonrisa panfletaria y firmita en un guirigay de besos y selfies -de Errejón a Monedero pasando por Carmena y Rivera-. El Retiro era una fiesta en año electoral. En 2016 se desinflaron los ánimos. Segunda vuelta y hastío. Algunos representantes, más fúnebres ya y sin garbo para afrontar de nuevo ese proceso parturiento de escribir y editar un título -a modo de entrañable cebo- se limitaron a convocar cámaras y focos y a hacerse perseguir por los caminitos de árboles.
Está claro que la afluencia y el entusiasmo político hacia la Feria del Libro pende del rédito y sólo sueña con canjearse en escaños. Suerte si en esta edición alguno de nuestros líderes pasea por allí con aires de espontáneo, sin telefonazo papparazzi previo. Mientras, EL ESPAÑOL les recomienda algunos títulos para que no se alejen demasiado de ese papel impreso que sirve y no es burocrático.
Mariano Rajoy, Votar y cobrar
Amén de la fidelidad del presidente al Marca -y de sus escarceos con Aramburu o Mendoza-, sería interesante que leyese Votar y cobrar. La impunidad como forma de gobierno (Capitán Swing), que desentraña la historia del caso Bankia, la filtración de los correos de Blesa y las tarjetas black. Lo firman la autora, directora de teatro y activista Simona Levi (Xnet, 15M pa Rato)y el politólogo Sergio Delgado.
El libro cuenta con detalle y humor cómo estos dos colectivos ciudadanos sacaron a la luz pública miles de correos electrónicos y destaparon escándalos de corrupción tan importantes como el de las tarjetas black. Es un guiño -para que haga memoria- y también una amable advertencia: ahí fuera hay quien está atento a los pasos de la corrupción. ¿Vendrán más sorpresas?
Cristina Cifuentes, Una habitación propia
Teniendo en cuenta que la presidenta de la Comunidad de Madrid se desvincula del movimiento por la igualdad -”eso ya está superado”-, se jacta de “hacerse la rubia” a la hora de “reunirse con hombres” para “conseguir muchísimo más” y añade que tiene “amigas feministas que van perfectamente arregladas”, sería bueno que le dedicase una lectura al celebérrimo ensayo de Virginia Woolf Una habitación propia -también en el Teatro Español protagonizado por Clara Sanchís-.
En esta obra, la brillante autora reivindica la independencia económica como motor de la libertad intelectual y desgrana las brechas de género que hubo -y sigue habiendo; para empezar, la salarial-. Seguro que muchos de los sesgos y las reflexiones que plantea le resultan familiares a la presidenta. Quizá así Cifuentes, que ha alcanzado su gran puesto de responsabilidad también gracias a las conquistas sociales del feminismo, le pierda el miedo al concepto y deje de dejarlo sólo para sus “amigas”.
Pedro Sánchez, El Príncipe
Ahora que Sánchez ha recuperado la secretaría general del partido que ya hundió una vez, más le valdría ponerse las pilas. Recordemos que este mítico tratado político de Maquiavelo tiene como objetivo mostrar cómo se debe gobernar un Estado y mantenerse a uno mismo, como líder, exitosamente en el poder -esto último también es capital después de su marginación por parte de los barones del PSOE-.
Propone dejar de idealizar gobiernos y ciudades utópicas para inclinarse por los hombres reales y los pueblos reales; analizar sus circunstancias concretas y buscar actuaciones efectivas. Es cierto que lo verdaderamente revolucionario de El Príncipe es que no tiene escrúpulos y que es consciente de que la política contradice, con frecuencia, la moral -además invita a no dejarse guiar por ella-, pero podría darle a Sánchez unas nociones para reforzar su débil liderazgo y que parezca, por fin, que quiere vender socialismo y no una thermomix.
Susana Díaz, Trincheras permanentes
Hace poco Díaz manifestó su particular versión de por qué protestaron los indignados: “Muchos de los que se cabrearon con nosotros se pensaban que iban a tener su casita en la playa o que sus nietos iban a poder ir a la Universidad, y encima tener un máster". En pocas líneas, resumiendo el espíritu y los entresijos del 15-M: niños caprichosos que fantaseaban con que sus descendientes pudiesen, dios mío, ¡estudiar!, formarse en base al máster que el sistema exige y encontrar un puesto de trabajo digno.
Sería interesante que la socialista andaluza leyese Trincheras permanentes (Pepitas de Calabaza), de Carolina León, que revisa el activismo del fenómeno 15-M y cuenta cómo ahora muchos de aquellos indignados se encuentran desamparados políticamente. No sólo por la decepción que sienten hacia Manuela Carmena -ni por el fracaso del ansia revolucionaria canjeada en un fragmentado Podemos, surgido por la inutilidad del PSOE- sino porque lo único permanente, al final, no es la trinchera. Sino la precariedad.
Albert Rivera, Biografías de Adolfo Suárez
Adolfo Suárez resucita recurrentemente en citas de los discursos del líder de Ciudadanos, quien le tiene por referente político por aquello de ser bisagra entre la izquierda y la derecha, lograr el consenso y limar asperezas para persistir en la senda de la democracia, sin guerracivilismos. Por eso sería interesante que consultara los dos títulos del periodista Gregorio Morán sobre su icono, escritos en dos momentos históricos completamente diferentes: Adolfo Suárez. Historia de una ambición (Planeta, 1979) y Adolfo Suárez. Ambición y destino (Debate, 2009). Morán es el único biógrafo que escribió durante la presidencia de Suárez y que revisó críticamente la Transición in situ.
El periodista ahonda en los claroscuros de Suárez y lo dibuja como un hombre audaz y osado, necesario para el momento al que se enfrentaba el país, pero también como un político en el que su incultura contrastaba con su ambición. Fundamental: revela que la terna de su elección estuvo -presuntamente- manipulada. ¿Lo más curioso? Que el propio Suárez acabó dándole las gracias a Morán, al pasar los años, por su retrato más fiel.
Pablo Iglesias, De la hegemonía a la autodestrucción
Los historiadores Carme Molinero y Pere Ysàs publicaron hace pocos meses De la hegemonía a la autodestrucción. El Partido Comunista de España (1956-1982), publicado por Crítica, un ensayo que analiza el auge y posterior caída del partido de Santiago Carrillo. Una situación que se repite ahora con la formación de Pablo Iglesias, en decadencia por el absolutismo de su liderazgo.
Sostienen que la crisis del PCE no se hubiese producido con Carrillo fuera y dibujan la figura del líder que lo engulle todo, que asfixia la evolución de una propuesta política y que acaba con las expectativas ilusionantes que llevaron a las alcaldías de las principales ciudades españolas al PCE, en gobierno con el PSOE. Critican, además, que las propuestas de la izquierda actual no son de avance, sino de resistencia; y que en realidad no creen en el cambio, sólo en aguantar. Para hacérselo mirar.
Pablo Echenique, La mano invisible
La sanción de entre 10.001 y 25.000 euros que tendrá que pagar Echenique por mantener sin contrato a su asistente, impuesta por la Inspección de Trabajo, además de defraudar al Estado y de dejar en paños menores su credibilidad como político del cambio a ojos de España, también tambalea el cumplimiento de los principios rectores recogidos en el código ético del partido. La mano invisible, de Isaac Rosa, le será de interesante lectura, ya que reflexiona sobre el trabajo como espectáculo del dolor, ahonda en la competitividad laboral y social y muestra a sus personajes cuestionándose en los descansos la intención de sus superiores de tratarlos como conejillos de indias. La rueda no para.