Entre las moles de hormigón resiste en una esquina de la ciudad un edificio de ladrillo, que emerge como un grito bello rodeado por toneladas de homogeneidad. Es la Escuela Franklin, constuida en 1869, en Washington, abandonada hasta la llegada de Ann Friedman, mecenas, heredera de la fortuna de su padre Matthew Bucksbaum y ex profesora de lectura en una escuela de primaria.
Friedman se convertirá en 2019 en la fundadora y CEO de un museo pionero: Planet Word, dedicado a reivindicar la palabra, explorar el habla, la literatura, el periodismo, la poesía y su conexión tecnológica. En dos años restaurará el inmueble con 20 millones de dólares de su bolsillo y abrirá las puertas del primer museo del mundo dedicado a la lengua y la lingüística. Será gratuito.
Necesitamos valorar todos los idiomas usados por una sociedad, porque ese respeto mutuo construye confianza. Es un ingrediente clave para crear una comunidad fuerte
El diseño final del museo no se ha cerrado y determinará el potencial de ingresos que pueda recaudar para subsistir. Por ejemplo, no está claro todavía la magnitud de los espacios de alquiler para eventos o el tamaño del restaurante. “Planet Word obtendrá ingresos a partir de la venta de entradas de eventos, reuniones, patrocinadores, clases, cursos y talleres, tienda, regalos, una fundación y subvenciones”, asegura a EL ESPAÑOL, Ann Friedman.
“Planet Word nace para aumentar la conciencia de la diversidad, la belleza, el poder de las palabras y el lenguaje en nuestras vidas. Hemos menospreciado a las palabras y al lenguaje demasiado tiempo y merecen un lugar en un museo, en la capital de nuestra nación, donde las palabras son el fundamento de nuestra propia democracia”, explica Friedman.
Lectores, votantes
Para la experta la salud de la democracia depende de la capacidad de sus ciudadanos para asumir y aceptar las cuestiones sobre las que son preguntados. “Necesitamos votantes que puedan leer y entender los asuntos políticos, que tengan el vocabulario avanzado necesario, que puedan entender los matices de los debates y que sean estudiantes de retórica y técnicas persuasivas. Necesitan participar en el diálogo civil y aprender a analizar las noticias y la información que reciben”, añade. Esto es mucho más que un museo.
Necesitamos votantes que puedan leer y entender los asuntos políticos, que tengan el vocabulario avanzado necesario
Cuenta que hay estudios que desvelan que los lectores son más propensos a ser voluntarios, a ser activos en sus comunidades y a votar. “Todos los ingredientes de una democracia saludable”. El nombre del museo hace referencia al lugar en el que las palabras son valoradas en su justa medida, como un elemento inevitable que nos definen como humanos y moldean nuestro mundo. “Están en todas partes, rodean nuestras vidas”.
Desde la azotea de la Escuela Franklin, el 21 de junio de 1880, Graham Bell probó el primer teléfono inalámbrico, el fotófono (precursor de los sistemas de comunicaciones por fibra óptica). De escuela se convirtió en albergue y los últimos tres alcaldes han intentado restaurarlo y encontrarle una nueva función. En 2015, estuvo a punto de convertirse en un museo de arte contemporáneo del coleccionista local Dani Levinas. El proyecto se paralizó por las dudas sobre su viabilidad financiera.
El poder de la palabra
Cree Friedman que las palabras han sido subestimadas como artefactos de nuestro mundo y de nuestros museos. El proyecto inédito en el panorama museográfico internacional hace especial atención a la tecnología de las comunicaciones, para analizar cómo funciona el lenguaje, cómo afecta a todas las partes de nuestras vidas. El museo contará con exposiciones sobre esto, pero también habrá actividades como concursos, retos y ofertas de interacción en el museo, que recompensarán la lectura.
“Esperamos asociarnos con organizaciones de alfabetización para poner los libros en manos de los visitantes más jóvenes”, dice. Los visitantes verán y oirán palabras a su alrededor, participarán en exposiciones interactivas, se animarán a dialogar con otros, y se les presentará aspectos del lenguaje “sorprendentes y memorables”.
Un museo de la lengua española sería muy beneficioso para el castellano, porque hay varias versiones del idioma hablado en todo el mundo
¿Por qué es importante proteger todos los idiomas en una sociedad? “Necesitamos valorar todos los idiomas usados por una sociedad, porque ese respeto mutuo construye confianza. Es un ingrediente clave para crear una comunidad fuerte”, responde Friedman. “Toda la cultura está incrustada en una comunidad lingüística tan rica que no podemos permitirnos perderla”, comenta. Las propuestas del museo chocan directamente con el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
“Un museo de la lengua española sería muy beneficioso para el castellano, porque hay varias versiones del idioma hablado en todo el mundo. Creo que todo el mundo estaría interesado en sus orígenes, en las diferencias, en cómo las palabras han cambiado y evolucionado. También sobre la historia y la política de su uso, desde las raíces latinas hasta nuestros días”.
“Conocer el idioma de un país no es la única o más importante clave para la integración”, asegura Friedman sobre la llegada de migrantes a la sociedad norteamericana y las trabas que ha instaurado Donald Trump. El Planet Word no es un Instituto Cervantes, ni una RAE, no prescribirán ni dictarán qué está bien o qué está mal. Su intención no es crear fórmulas gramaticales: “Queremos exponer las pruebas sobre cuestiones relacionadas con el lenguaje y dejar que el visitante decida por sí mismo. Por ejemplo, ¿tienen los animales lenguaje? O por qué la ciencia nos dice que el bilingüismo es beneficioso para el desarrollo del cerebro”.