Después de los años del silencio, la ebullición literaria. Tras el pánico, la palabra respira hondo y ataca. Describe. Llora. Cuestiona. Se hace fuerte. Lo gritaban las calles -"Por la libertad, para derrotar a ETA”- y ahora lo escupen las páginas de los libros que tenemos en las manos. Patria (Tusquets), de Fernando Aramburu, es el ejemplo paradigmático: 20 ediciones, más de 400.000 ejemplares vendidos. La gran novela ibérica de 2016 -alimento del lector y también del ciudadano- no sólo ha dejado huella, sino que ha creado estela.

La industria le toma el pulso al público y aquí está el diagnóstico: en 2017 se han publicado obras como Misivas del terror (Marcial Pons-Deusto), de Izaskun Sáez de la Fuente, La estrategia del miedo. ETA y la espiral del silencio en el País Vasco (Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo), de Francisco J. Llera y Rafael Leonisio, Creadores de sombras (Tecnos), de Santiago de Pablo o El fin de ETA, Así derrotó la democracia al terror (Espasa), de José María Izquierdo y Luis R. Aizpeolea, pero en otoño vienen más.

Dijo Aramburu en una ocasión que “la derrota literaria de ETA sigue pendiente” -y puede ser así en el ámbito novelístico-, pero es obvio que la producción literaria está peleando fuerte

La editorial Península se prepara para el frío con Sangre, sudor y paz. La guardia civil contra ETA, firmado por Lorenzo Silva, Gonzalo Araluce y Manuel Sánchez; también con Historia de un desafío. Cinco décadas de lucha sin cuartel de la Guardia Civil contra ETA, de Manuel Sánchez y Manuela Simón, en dos volúmenes. Dijo Aramburu en una ocasión que “la derrota literaria de ETA sigue pendiente” -y puede ser así en el ámbito novelístico-, pero es obvio que la producción literaria está peleando fuerte. ¿Por qué ahora este 'boom'? ¿Qué ha desencadenado Patria?

Un buen momento para reflexionar

La escritora Gabriela Ybarra (El Comensal, Caballo de Troya, 2015), víctima del terrorismo, cuenta a este periódico que cree que Patria “es un libro que la gente necesitaba que se escribiese de alguna manera”: “A mucha gente le ha calmado porque han sentido que le han explicado todo. Muchas personas no habían sido capaces, como es lógico, de construirse su propio relato y se han apoyado en Patria para hacerlo”, explica. Sostiene que ahora es un buen momento para empezar a reflexionar porque “cuando lo estás intentando combatir día a día, cuando estás amenazado, no eres muy consciente de lo que está ocurriendo, es después cuando puedes comenzar a construirte un relato”.

Gabriela Ybarra, autora de El comensal.

¿Se está perdiendo el miedo? “Desde luego”, afirma, rotunda. “Antes cualquier persona que escribiese sobre este tema estaba marcada. No se escribe con la misma libertad con una banda terrorista en activo que sin ella. No sabes qué repercusiones va a tener sobre ti y sobre tu familia. En el caso de mi libro, no sé si me hubiese atrevido a escribirlo antes, porque no sólo me ponía en el punto de mira a mí, sino a mi familia, a mi padre… no hubiese publicado El Comensal en 2005”. Su abuelo fue asesinado por ETA. A su padre le explotó una bomba del terrorismo vasco. Recuerda que en aquellos años “sólo estábamos preocupados por pasar desapercibidos, porque no se hablase de nosotros”.

Ella misma relata que en su obra se esforzó en que “no sonase a telediario”, en “eliminar adjetivos”, en “encontrar un lenguaje propio”: “En el tema de ETA el lenguaje está muy viciado. Por ejemplo, hasta en la forma en la que uno tiene de llamar al País Vasco. Si lo llamas Euskadi o Euskal Herría se te posiciona en el eje nacionalista o no nacionalista… aunque considero que ETA es un grupo terrorista, la palabra “terrorismo” no aparece en la novela. Sí “asesinato”. Yo quería hablar de hechos, no quería que el lector se sintiese condicionado a pensar nada”.

A Ybarra no le interesa tanto “el análisis político y sesudo” de ETA como las visiones más personales, “historias, en apariencia, pequeñas”

A Ybarra no le interesa tanto “el análisis político y sesudo” de ETA como las visiones más personales, “historias, en apariencia, pequeñas”, como, en lo que respecta a la Segunda Guerra Mundial, Cuando Hitler robó el conejo rosa (Puffin Books), “que cuenta la vida de una niña que tiene que irse de Berlín porque lo están bombardeando y tiene que elegir entre un juguete y otro, entonces decide llevarse uno nuevo y no el de toda la vida, su conejo rosa”. Así atraviesa la violencia y el horror la vida del ser humano: desde lo pequeño a lo incomensurable

Ya no hay cansancio

El socialista Eduardo Madina -que acaba de dejar la política- también conoce bien este dolor. Explica que a él le ha “sorprendido el éxito de Patria, porque siempre tenía la sensación de que el tema terrorismo, víctimas, Euskadi, era recibido con cansancio por parte de la sociedad española”. Ahora le ha quedado claro que no es así, o que, al menos, Aramburu ha sabido romper con eso. Sostiene que “han pasado algunos años ya desde el fin de ETA, cinco o seis años de relajación posterior a todo lo que eso era y lo que significó, y parece que hay espacios que la literatura o el cine van a empezar a cubrir; no sé si son espacios que las instituciones no han cubierto del todo, sobre todo en el País Vasco, a nivel de narrativa o de reivindicación”.

Eduardo Madina. EFE.

No cree que la literatura “deba tener” ninguna relación con ETA: “Sólo tiene que ser libre, como lo es ahora, y que cada autor decida si escribe o no y cómo enfoca 50 años de totalitarismo, de terrorismo en la sociedad vasca. Cuanto más se haga mejor, claro, cuantos más esfuerzos hagamos en términos de memoria, más se autoprotegerá la sociedad para que un fenómeno como este no se vuelva a repetir en el futuro”. Borja Sémper -portavoz del PP en el Parlamento Vasco y escritor- también se encuentra fascinado con Patria. “Aramburu intenta mantener, y lo consigue, cierta distancia, es una especie de notario de los hechos, y eso ha permitido que mucha gente se sienta identificada, especialmente, con la vida de la familia acosada”.

Explica Sémper que para esto ha ayudado “que se centre en una familia normal, entendiendo como ‘normal’ que no es una familia con un sesgo político determinado, o partidista; y que retrate tan bien el acoso cotidiano, ese terrorismo diario de portal que muchos quizá no sabían que existía y que el libro ha hecho aflorar”.

Borja Sémper. EFE.

El escritor sostiene que tal vez sea “el momento adecuado” para escribir, “porque que ETA haya dejado de asesinar ensancha la libertad creativa y también la del lector, y probablemente ahora, en un momento en el que hay intentos de manosear partidistamente lo que ha sucedido en Euskadi, o de diluirlo, o de relativizarlo, los libros son necesarios para abordar el tema con la mente abierta”.

La cara 'b': extorsión y torturas

Borja Ventura, autor de Guztiak (Libros.com, 2015, donde se apoya en distintas voces para explicar los hechos que condujeron al fin de la violencia de ETA), cree que el éxito de Patria también radica en que “es el único libro mainstream que toca muchos palos que normalmente no se tocan y por el que éste pasa al menos de puntillas, como la extorsión o las torturas”.

¿Por qué no se habla de ello? “Porque es desagradable, porque hay sentencias del Supremo y del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos que hablan del abuso de poder en comisarías, pero si eso se dice fuera de Euskadi te genera un problema, porque poco más que te sitúa al lado de ellos, cuando no tiene nada que ver”.

Borja Ventura. Libros.com.

Cita a Julio Médem con La pelota vasca. “Fue la primera persona que habló del tema desde otro prisma y le acusaron de todo por hacerlo”, recuerda. “Pero yo creo que ahora Euskadi ha cambiado. Se nos olvida que la realidad está en medio de los mensajes de las trincheras”. Él también tiene esa sensación de que entre el público lector ha reinado “el hastío, el hartazgo”. “Es una historia que ha durado 52 años, que hemos visto en portada de los medios todos los días, es un tema doloroso sobre el que a la gente no le apetece leer en ciertos contextos…”, se detiene. “La crisis ha sido una realidad dura para mucha gente, y a España no le apetecía sufrir más. Es un país que está acostumbrado a pasar de puntillas por sus problemas”.

¿Nos espera una larga producción literaria de obras de ETA, igual que se siguen publicando hoy, con inusitada pasión e interés, libros sobre la guerra civil -por supuesto, salvando todas las distancias-? ¿Se necesita más literatura para curar nuestros traumas históricos?

¿Se necesita más literatura para curar nuestros traumas históricos? Todos los entrevistados para este reportaje están de acuerdo en que sí. Piensan que siempre hay “un enfoque nuevo, una nueva mirada”.

Todos los entrevistados para este reportaje están de acuerdo en que sí. Piensan que siempre hay “un enfoque nuevo, una nueva mirada”. Sémper puntualiza que “como la guerra civil dividió un país pero ETA no -sino que hizo que una minoría acosase a una mayoría-, la cuestión ETA no será tan controvertida y será más fácil de abordar”. Bienvenidos sean los libros que estén en camino. Como decían las pancartas, “por la libertad”. Y por la salud de la memoria.