El libro en catalán avanza lento pero seguro. Sus ventas aumentan tímidamente cada año, aunque no a pasos tan agigantados como para competir con el potente castellano: si el libro catalán representa ahora mismo en Cataluña un 45,5% del mercado -presentando una subida del 3,6% respecto al año anterior- es porque un 25,4 % de este dato se refiere a libros de texto, que “son venda cautiva en la que el usuario no puede elegir la lengua”, como explica a este periódico Montse Ayats, presidenta de la Associació d'Editors en Llengua Catalana. Es decir, los ciudadanos catalanes sólo compran un 20,1% de los libros en catalán en lo que respecta a lectura por placer, ficción y no ficción; no imperativa ni académica.
En 2012, año en el que comenzó el proceso independentista de Cataluña, la venta de libros en la Comunidad llevaba tres años cayendo en un 20%. Las editoriales en catalán disminuyeron tanto títulos como tiradas. El feroz embate de la crisis, que arrasó con el sector editorial con más fuerza que nunca a comienzos de 2010, empezó a suavizarse en 2012, cuando se recaudaron 220 millones de euros en libros en catalán. 2013 fue un año devastador, de nuevo, para todo el sector, e igual que los títulos en castellano se vieron afectados, también los catalanes lo hicieron, y sus ventas bajaron a los 204 millones de euros, un 8% menos que en 2012.
El interés creciente hacia el libro catalán
Pero a partir de ahí, la situación del libro en catalán no ha hecho más que mejorar: sus ventas han ido creciendo año tras año: en 2014, fueron de 222,2 millones de euros; en 2015, de 229,5; y en 2016 -los últimos datos disponibles del Estudio del Comercio Interior del Libro en España-, de 238, 65.
El pulso al interés lector en catalán también se toma de otras formas: por ejemplo, las ventas del Sant Jordi 2017 subieron un 3% respecto al año pasado, y el libro en catalán alcanza el 54% del mercado, dejando en minoría al título en otras lenguas, incluida el castellano. Este refuerzo también está avalado por el surgimiento de editoriales independientes como Males Herbes, Rayo Verde, Periscopi o LaBreu Edicions; o librerías como Nollegiu, Cal Librero, Calders o La Impossible, que junto con las más clásicas tejen una poderosa red social y cultural que cose todo el territorio catalanoparlante.
Hay muchísimos libros en español que no se traducen al catalán. Pienso ahora en Belén Gopegui o Ricardo Piglia: yo no los traduciría, porque no hace falta. Nos apoyamos en el bilingüismo
Es importante matizar que la no tan boyante proliferación del libro en catalán está condicionada por el éxito comercial: es decir, muchas editoriales no se atreven a apostar por la traducción porque las ventas de un libro no sean las suficientes como para sufragar los derechos del autor y los derechos del traductor. Lo explica Isabel, de la librería Calders: “Hay muchísimos libros en español que no se traducen al catalán. Pienso ahora en Belén Gopegui o Ricardo Piglia: yo no los traduciría, porque no hace falta. Nos apoyamos en el bilingüismo”, reconoce.
El lector catalán prefiere leer en castellano
Cuenta la librera que si vemos una evolución más acusada es “porque hasta hace 30 años no había traducción en catalán, fue interrumpida”, pero apostilla que “el catalán se compra la mayoría de libros en castellano, pero al revés no sucede, el lector español no compra nada en catalán”.
Laura Huerga, de la editorial El Rayo Verde, está de acuerdo: “Muchas generaciones se han acostumbrado a leer en castellano, y ahora da igual que la educación sea en catalán, porque aunque hablen catalán no consiguen adquirir el mismo nivel de lectura, esa concentración concreta… sobre todo si es por ocio”, reflexiona. “Muchas veces la gente ni busca el libro en catalán, ¡sabes?, porque ni en los medios de comunicación se menciona que existe edición en catalán. Por ejemplo en nuestra editorial hemos traducido libros al catalán y en TV3 ha salido la portada anunciada en castellano. Incluso en Ara.cat, libros de los que existe edición en catalán se presentan en español”.
Traducir del castellano al catalán me parece una pena, porque si puedes leerlo en la lengua original, ¿para qué traducir? Si yo pudiera leer a Dostoievski en ruso, lo leería en ruso, no en catalán
Se refiere a que “hay muy poquitos medios de comunicación que difundan los libros en catalán” y a que “no hay programas específicos para libros en catalán, han ido desapareciendo en los últimos años”. ¿Por qué? “Bueno, supongo que por lo mismo que por lo que han desaparecido en el resto de España. La sección de Cultura en Cataluña Radio dura dos minutos. Es el mismo fenómeno”.
También señala algo fundamental: “Traducir del castellano al catalán me parece una pena, porque si puedes leerlo en la lengua original, ¿para qué traducir? Cierto es que habrá lectores catalanes que quieran leerlo en catalán, pero si yo pudiera leer a Dostoievski en ruso, lo leería en ruso, no en catalán. Yo defiendo la política lingüística y la cultura propia a través de la lengua propia, pero difícilmente va a ser más enriquecedor leer un libro en una lengua que no sea en la que fue escrito” sonríe.
Otro dato del Estudio de Comercio Interior del Libro en España apunta a que, tras los libros de texto, lo que mejor se vende en catalán es la no ficción -este último año ha crecido un 4,5%-. La editora dice que “está creciendo la oferta”, aunque haya “mucha menos que en castellano”: “Si se está amplificando la oferta es porque están naciendo editoriales independientes catalán: es el mismo fenómeno que hubo en el resto de España hace 10 o 12 años, el de las editoriales independientes… pues bien, aquí pasó hace 5 o 7 años. Se repitió ese fenómeno en lengua catalana, y eso provoca diversidad de la oferta. Es enriquecedor y para los lectores resulta atractivo”.
Se traduce más del inglés que del castellano (al catalán)
Del total de libros en catalán vendidos el año pasado, 1.800 corresponden a traducciones, que han sido mayoritariamente del inglés (en un 31%), seguido por el castellano (20%) y el francés (15%), con traducciones desde 39 lenguas distintas. ¿Por qué sucede esto? Huerga no conocía este dato, pero está en contra: “Esto lo denunciamos mucho desde la editorial: la invasión de la cultura anglosajona. Me parece interesante descubrir en qué punto estamos apoyando al resto de culturas… yo creo que en 20 o 30 años hemos ganado en diversidad de lenguas traducidas, y eso es enriquecedor, eso de llegar a todas las culturas posibles. Lo que quiero decir es que es mejor llegar a tres voces polacas potentes que a la número 359 inglesa”.
Antonio María Ávila, de la Federación de Gremios de Editores de España, explica a este periódico que “las ediciones en lenguas cooficiales sólo son factibles porque la edición española es fuerte y potente, eso es lo único que tengo claro”: “Si no, editar en catalán no sería sostenible, a no ser que hubiese muchísimos recursos públicos. Las grandes editoriales tienen su sección en catalán, y eso es factible porque son mercados demográficamente más reducidos. Como te digo, sólo es factible porque hay una edición muy fuerte en español”.
Las ediciones en lenguas cooficiales sólo son factibles porque la edición española es fuerte y potente, eso es lo único que tengo claro. Si no, editar en catalán no sería sostenible
Ávila no cree que haya una especial implicación emocional del lector catalán en los últimos años, impulsado por el procés. “Más que cualquier circunstancia política y lingüística, influye la economía”, relata. “Es cierto, sin embargo, que el gobierno catalán ha sido capaz, y eso le honra, de mantener las ayudas a las bibliotecas, y las ayudas a la lengua catalana en concreto, más que otros gobiernos. Eso es importante y puede explicar que su caída en la crisis haya sido un poquito menor”. El secretario de la FGEE sostiene que los datos de crecimiento del catalán “sólo demuestran el liberalismo que tiene el sector editorial: somos gente que apuesta por la cultura en los diversos idiomas oficiales de España, porque en otras naciones bien que se edita sólo en un idioma… esto dice mucho del buen hacer de los editores españoles”.
(Poca) oferta yefectividad de la política lingüística
Montse Ayats, presidenta de la Associació d'Editors en Llengua Catalana, pone el foco en la oferta: “Desde el 84, 85, todos aprendemos a leer en catalán independientemente de la lengua materna, pero cuando consumimos, sólo un 27% de los lectores catalanes dicen que leen habitualmente en catalán, por lo tanto hay una diferencia importante. La política lingüística de la escuela no se traduce en el consumo de literatura en catalán”, afirma, tajante. “Esto tiene que ver con la oferta. Sacando el libro de texto, el 75% de los libros son en castellano y el 25% en catalán. Como en todos los productos, la oferta y la demanda van muy asociadas, y las políticas lingüísticas se centran en la escuela, pero no en la calle y en el mundo de más allá”.
Sacando el libro de texto, el 75% de los libros son en castellano y el 25% en catalán. Como en todos los productos, la oferta y la demanda van muy asociadas, y las políticas lingüísticas se centran en la escuela, pero no en la calle
Ayats celebra que “el catalán vaya creciendo poco a poco” y aplaude el trabajo de las pequeñas editoriales, pero a la vez mantiene “que la producción de una pequeña editorial, que puede ser de siete títulos al año, no puede cambiar ninguna tendencia”: “Lo importante es la suma de proyectos editoriales en los que se lleva picando piedra muchos años… y luego, eventos como la Semana del Libro en Catalán, que es una oportunidad para que el lector poco habituado a leer en catalán descubra que en catalán también tenemos sellos excelentes de novela policíaca, novela rosa… hay gente que piensa que hay géneros que no se publican en catalán o que en catalán serán más caros que en castellano. Es una serie de tópicos que son mentira y que hay que ir derribando”.
Tampoco ella cree en el sentimentalismo catalán a la hora de elegir un libro: “No veo a nadie diciendo ‘ay, me compro un libro en catalán porque soy muy catalán’. No hay ese patriotismo”, ríe. “Es difícil de medir eso. No creo que el libro sea un valor para demostrar tu estima hacia una lengua o un país. En cualquier caso, si existe esta tendencia, no es decisiva”.