El escritor alemán súperventas David Safier tiene la fórmula secreta para derribar estereotipos: el humor. El humor desengrasa, invita, sonríe, hace que fluya. Por eso es tan sencillo cuando él escribe -a golpe de verbo mordaz, a fuerza de guiño intelectual- que los roles tradicionales se subviertan y al lector le parezca normal, e incluso reciba el progresismo emocional con los brazos abiertos.
Así ocurre aquí, en Y colorín colorado… Tú (Seix Barral), un cuento de hadas moderno en el que no hay ninguna princesa que salvar, más bien al contrario: Nellie, la protagonista, es una hembra carismática que, aunque parte del fracaso vital, lo pelea duro para conseguir las cosas que ama y sortear los obstáculos que se le presenten, sin confiar en ningún beso de amor que la rescate del sueño, la muerte ni el tedio, sin limpiar la casa de los siete enanitos, sin perder el zapato de cristal en un baile de niños ricos.
La historia arranca cuando la heroína, una dibujante de cómics, encuentra un viejo cuaderno tibetano de cuero y le da por dibujar ahí a su príncipe azul, un tipo fuerte, noble y con barba de tres días. Pero, al despertar a la mañana siguiente, el percal acecha. El dibujo se ha vuelto de carne y hueso, incluso con su espada y su cota de malla. Es curioso: a pesar de tratarse de un cuento punk donde la que maneja el cotarro es Nellie, no acaba de ser un relato sobre la independencia femenina. ¡Y eso que el rescatado es él! Pero ya en las primeras páginas, la chica aclara que, a punto de cumplir 30 años, su sueño es encontrar a su gran amor, o, al menos, ¡pareja!
Es curioso: a pesar de tratarse de un cuento punk donde la que maneja el cotarro es Nellie, no acaba de ser un relato sobre la independencia femenina. ¡Y eso que el rescatado es él!
¿Cree el autor que, secretamente, incluso en estos tiempos de liberación sexual, las mujeres siguen tendiendo al matrimonio, al modelo de familia convencional? “No han cambiado suficientemente los roles”, reconoce a este periódico. “Pero lamentablemente, tampoco en el caso de los hombres. En Alemania lo que ocurre es que la gente tiene una pareja estable cada vez más tarde, se casa más tarde, tiene hijos más tarde… tengo un poco la impresión de que nos pasamos mucho más tiempo buscando antes de encontrar a la persona definitiva”, ríe. “La gente tiene muchas parejas y las van dejando porque dicen ¡no, esta no es!, y muchas otras la abandonan porque creen que van a encontrar algo mejor”.
El miedo al compromiso
¿El hombre de 2017 sigue siendo como el Capitán Miedo al Compromiso, uno de los personajes de cómic dibujados por Nellie? “Bueno, yo siempre miro estos fenómenos de reojo, porque conocí a mi mujer cuando tenía algo más de 20 años. Pero he observado que, a partir de los 30 años, en la mujer se pone en marcha otra forma de pensar: piensa en la familia, en casarse, etc. En todas las parejas que he conocido siempre es ella la que al final da ese paso adelante, sí o sí”.
El problema, sostiene, es que en el imaginario ciudadano resiste ese poso antiguo de que era el hombre el responsable de llevar el dinero al nido familiar. “Las mujeres jóvenes que veo están todas emancipadas, son capaces de ganarse solas la vida, no como antes que tenían que buscar a alguien que les aportase dinero. Sin embargo, los jóvenes sí que siguen pensando eso de ‘tengo que ganar el suficiente dinero para afrontar el sacar adelante a mi familia’”, reflexiona. “La idea que pervive en la mente de algunos hombres es esa, a pesar de que los gastos ahora se comparten. También es cierto que tengo algún amigo de 50 años que acaba de ser padre por primera vez, y en esos casos la biología juega a favor de los hombres”.
En esta novela, Safier hace lo mismo que en su éxito internacional Maldito karma (Seix Barral): vestirse de voz femenina. ¿Qué tal es? “Me siento igual que antes”, ríe. “Yo creo que hombres y mujeres no somos demasiado diferentes. Puede sorprender, pero los hombres incluso tenemos sentimientos”, ironiza. “Lo que pasa es que no somos capaces de expresarlos demasiado bien: pero conocemos lo que es estar defraudados, lo que es estar embebidos de amor… Es más fácil, y más divertido, escribir desde el punto de vista de una mujer, porque así las emociones que describo resultan más naturales”.
Cuentos clásicos contra la igualdad
Es consciente de que hay cuentos tradicionales que han hecho flaco favor a la igualdad. “En el mundo en el que vivimos hay demasiadas historias que no sacan el potencial del ser humano, todo lo contrario: criminales, torturadores, asesinos… cuántas series y películas sobre eso… yo creo que las historias deben ser narradas para que el lector saque su potencial positivo. Hablar de valor, de coraje. Hay muchos cuentos, por ejemplo, de los hermanos Grimm, que son brutales y provocan muchísimo miedo, pero hay suficientes tipo Disney que cumplen perfectamente con el cometido”.
¿Y qué hay de la literatura que incluya héroes gays y heroínas lesbianas y sus historias de amor? “Sí, hay que potenciarla, pero sin perder de vista que en una historia tienes que tratar algo que sea universal. No tienes que reducir al personaje a que sea gay o lesbiana, sino intentar narrar lo que ese personaje tiene en común contigo: que somos personas, que somos humanos. Y eso abre la mente de los niños, o incluso de los adultos, y cuando se acercan a su historia dicen ‘yo no soy gay ni lesbiana pero lo entiendo bien’”, sostiene.
Y ojo a la empatía: “Tenemos que valorar a las personas no por su orientación sexual, sino por cómo se comportan, y generar eso de ¿qué ocurriría si fuese yo…? Eso es algo que echo de menos en la sociedad, el ponerte en la piel del otro”.