Risas garantizadas: así se arruinan en público las ilusiones de los escritores mediocres, que aspiran a ganarse el salario con la literatura. “Lo que vamos a decir a continuación suena muy desmoralizador: es usted una persona demasiado franca y cándida para escribir bien". Disparo mortal en el centro de la diana de la esperanza. En otra de las contestaciones a un bisoño autor, recopiladas en Correo literario (Nórdica), de Wislawa Szymborska (1923-2012): “En nuestros días, en cuanto alguien escribe un par de páginas, empieza a plantearse si merecen la pena y a darle vueltas a la idea de su posible publicación…”
En otra carta: “Sigue escribiendo, piensa en la poesía, lee poesía, pero preocúpate también de conseguir un oficio de provecho, al margen de la protección de las musas”. No se andan con paños calientes, prefieren la sátira: “En 95% de los casos nuestro diagnóstico se ve confirmado: los textos que acompañan a la carta muestran esos mismos defectos. Sin embargo, los leemos con atención, porque el 5% restante deja lugar a la esperanza. Y con estas palabras nos gustaría dar por finalizada la revisión de hoy”.
Contra el talentillo
Es la flema polaca. En 1960, la revista polaca Vida literaria anuncia que incluirán una sección llamada Correo literario, donde aparecerán las respuestas de la redacción a los autores que envían sus obras para darse a conocer. Se encargarán de las contestaciones Wlodzimierz Maciag y Wislawa Szymborska. Durante casi 21 años atendieron las creaciones de los nuevos talentos o talentillos con la suficiente acritud como para enterrar cualquier expectativa. Y lo hacen desde lo erudito y lo coloquial, desde lo cotidiano y lo académico, sin faltar al respeto ni al humor.
Uno de los lectores-escritores, les acusa de ofensa personal en la respuesta. No sabemos qué le han dicho, pero sí lo que replican y cómo se defienden, con toda esa retranca: “¿Acaso es una afrenta decirle a un rubio que no es moreno, si encima es él mismo quien lo pregunta? Persiste todavía la romántica idea de que ser poeta es el mayor de los honores y un gran prestigio. En realidad, el mayor honor y el mayor prestigio es hacer de forma intachable lo que uno sabe hacer”. He aquí la gran enseñanza de este libro. Sueña, pero sobre todo con lo que sepas hacer, no pongas en riesgo tu autoestima.
Lectores malogrados
En este Correo hay más diversión que valores didácticos y, a pesar de ello, se deslizan lecciones a tener en cuenta. Por ejemplo, “la literatura no tiene ningún misterio técnico; en todo caso, ningún misterio que no pueda descifrar un profano con algo de talento. Es el oficio menos profesional de todas las actividades artísticas”, escribe Szymborska. En otro momento, les explican a un autor burlado que sólo de lejos todas las personas parecen iguales y que “un escritor, sin embargo, tiene que observar de cerca”. La Premio Nobel de la Literatura 1996 lamenta que sigamos hablando de escritores malogrados y no de lectores malogrados, una desaparición mucho más grave.
La falta de talento literario no es ninguna deshonra. Es algo que les sucede a muchas personas inteligentes, ilustradas, nobles y extraordinariamente dotadas en otros campos
Muchos de los aspirantes piden consuelo a Szymborska. Y ella, claro, no se lo ofrece. O lo hace a su manera: “La falta de talento literario no es ninguna deshonra. Es algo que les sucede a muchas personas inteligentes, ilustradas, nobles y extraordinariamente dotadas en otros campos”. No hay amparo, no hay bálsamo, no hay “amabilidad china”, ni falsa corrección.
Aspirantes sobreexcitados
La edición de estas 236 respuestas a cartas de lectores insisten en descubrir talento, a partir de la negligencia. “Al talento no le basta con la “inspiración”. De vez en cuando, todos nos sentimos inspirados, pero sólo los que tienen talento son capaces de pasar horas frente a la hoja de papel y perfeccionar los dictados del espíritu. Si a alguien no le apetece hacer eso, quizás es que no ha nacido para poesía...” Szymborska se empeña en reconducir la sobreexcitación escritora en otras direcciones. Vías de escape a la escritura profesional, como mal menor.
Tenemos un principio. Todos los poemas sobre la primavera quedan descalificados automáticamente
También se les acusa a los redactores de Correo de cortar las alas a los jóvenes talentos literarios, de no criarlos entre algodones, de criticar sin cuidado su debilidad, de mofarse de su incapacidad para dar un fruto maduro. A lo que la escritora polaca responde que no son partidarios de “la cría en invernaderos de retoños literarios”, porque es necesario que crezcan en su ambiente natural. Para que se adapten a sus condiciones. Otra máxima: “Tenemos un principio. Todos los poemas sobre la primavera quedan descalificados automáticamente. Es un tema que ha dejado de existir en la poesía”.