¿Está 'Lolita' basada en el caso de una niña violada? Nabokov lo negaba
- Una investigación de la escritora Sarah Weinman asegura que la identidad del personaje de la novela guarda muchas similitudes con el caso de Sally Horner, una joven secuestrada por un pederasta llamado Frank La Salle.
- El autor, sin embargo, señaló en una entrevista en 1962 que la historia de Lolita nació en su mente, que fue una creación propia.
"No, Lolita no tiene ningún original. Nació en mi mente, ella nunca existió". Con esas palabras negaba Vladimir Nabokov en 1962 que el personaje central de su gran novela, una de las obras maestras de la historia de la literatura, tuviese reflejo en la realidad. Era todo ficción. Aseguraba el escritor ruso que la trama de su libro, polémico y calificado de pornográfico desde el día de su publicación, no estaba basada en ningún caso verídico de una niña secuestrada y violada por un depravado, sino que respondía a un impulso creativo.
Esa visión, sin embargo, la pone ahora en entredicho la escritora estadounidense Sarah Weinman, que recoge en su libro The Real Lolita. The Kidnapping of Sally Horner and the novel that scandalized the world una investigación de cuatro años sobre el caso de una menor de 11 años que en junio de 1948 fue secuestrada por Frank La Salle, un mecánico que ya había estado encarcelado por abusar sexualemente de cinco niñas. Y Weinman cree que Nabokov estuvo al tanto de la resolución del caso de Sally Horner a principios de los 50 por todas las páginas que copó en la prensa escrita y que no hubiera podido acabar Lolita sin leer sobre este rapto que se resolvió con la fuga de la joven dos años más tarde.
La fuente original de inspiración del argumento solo la puede conocer el propio escritor, fallecido en 1977, pero tanto él como su mujer siempre negaron de forma categórica que Lolita fuese una copia, un plagio de la realidad a la ficción. "No conozco demasiado bien a las niñas pequeñas. Cuando pienso en escribir sobre este tema, no pienso en ninguna niña en concreto. Me he relacionado con ellas socialmente de vez en cuando, pero Lolita es un producto de mi imaginación", dijo Nabokov en una entrevista con la cadena BBC en 1962.
Pero el escritor ruso también descartaba que el personaje de Humbert Humbert, el hombre que se obsesionó con Lolita, se correspondiese con algún sádico acosador que hubiese asaltado a niñas pequeñas en Estados Unidos o en otra parte del mundo, tampoco con Frank La Salle. "No, él es un hombre que ideo, que tiene una obsesión, y pienso en muchos personajes que han tenido obsesiones repentinas, de diferentes tipo, pero él nunca ha existido. Solo existe después de que haya escrito el libro". Aunque sí reconoce Nabokov haber ojeado en periódicos de la época algún caso de hombres mayores que perseguían a niñas, define esto como "una coincidencia interesante".
Además, su mujer, Vera Nabokov, que actuaba como portavoz del escritor, salió a desmentir en 1963 una información de la revista Nugget en la que se insinuaba que la novela era un calco de los hechos referentes a Sally Horner y Frank La Salle. "Mi marido se pregunta qué importancia puede tener eso", escribió Vera en una misiva aunque reconociendo al mismo tiempo que Vladimir había estudiado "una cantidad considerable de casos prácticos (o historias reales)".
La teoría de Weinman, por lo tanto, confiere un papel protagonista en la intrahistoria de Lolita al caso de Sally Horner, por el que su secuestrador fue condenado a 35 años de cárcel. Y la escritora comprende la cerrazón de los Nabokov negando cualquier tipo de influencia externa en la creación de la trama del libro: "Conocer ese caso no disminuye la brillantez de Lolita, o el ingenio audaz de Nabokov, pero sí aumenta el horror que logró capturar en la novela".
En esa misma entrevista con la cadena británica, el escritor ruso confesó que la primera idea sobre el argumento de Lolita aterrizó en su mente durante un viaje a París en 1939 o 1940, cuando se retorcía de dolor en la cama por un ataque de neuralgia intercostal. Esa inspiración inicial la halló leyendo en el Paris Soir un artículo sobre un mono del zoológico de París que había pintado, al carbón, los barrotes de su jaula.